Daybreakers (La Hermandad) es una película australiana del año pasado que llegó hace poco a las pantallas de nuestro país.
Supongo que ahora que vi su trabajo en Daybreakers, lo menos que puedo hacer es sentir curiosidad respecto a lo que hicieron en su primera película y quizás darle el beneficio de la duda.
La historia transcurre en 2019, diez años después de que una epidemia de vampirismo azotó al mundo. Poblaciones enteras se convirtieron, transformando poco a poco a los seres humanos en una minoría, cazados para ser exprimidos y servir como alimento para la ahora dominante clase de vampiros. Pero ahora se avecina una crisis de proporciones catastróficas, pues los seres humanos están al borde de la extinción, y con ello se acabaría la única fuente de alimento de los vampiros, provocando también su extinción.
La corporación Bromley Marks se encarga de extraer, procesar y vender la sangre, y conscientes del inminente problema de abasto, tienen años tratando de crear sangre sintética que sirva como sustituto alimenticio. El hematólogo a cargo del proyecto es Edward Dalton (Ethan Hawke), un vampiro inconforme con su estado, para quien la principal motivación en la busca de un sustituto para la sangre es que puede representar la supervivencia de los seres humanos. A su jefe, Charles Bromley (Sam Neill), no le interesan las motivaciones de sus empleados, pues sólo le importa el éxito de su empresa.
Tras un accidente automovilístico, Dalton es contactado por un grupo de humanos que quieren su ayuda con algo que puede ser aún más importante que un sustituto para la sangre: una cura para el vampirismo. Liderados por Audrey (Claudia Karvan) y Lionel "Elvis" Cormac (Willem Dafoe), el pequeño grupo de fugitivos mantiene un campamento y recorre las ciudades en busca de humanos para acogerlos en su comunidad. Por accidente dieron con una posible cura para el vampirismo, y esperan que Edward los ayude a replicar el proceso antes de que sea demasiado tarde para ambas especies.
La película tiene unos visuales impresionantes, con muchos de los efectos creados y realizados por los propios directores (una razón más para buscar su trabajo anterior). El aire medianamente futurista de la ciudad, combinado con la necesidad de realizar la mayoría de las escenas de noche pero en lugares bien iluminados crea una combinación muy atractiva. Su visión de los vampiros es refrescante, sobre todo ahora que está de moda usarlos en historias sentimentaloides y sin personalidad.
La película no es perfecta, pero es lo bastante inteligente y entretenida como para resultar en una experiencia gratificante para casi cualquier espectador. Si les gustan los vampiros o la ciencia ficción, seguramente habrá algo en Daybreakers que sea de su agrado.
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