Lo malo de traer conectado el sentido del oído al cerebro es que a veces uno se entera de cosas que preferiría no haber escuchado.
Esta mañana, en el trabajo, tuve la siguiente interacción con tres estudiantes de tercer año de bachillerato:
Estudiante 1: Entonces ¿cual compro?
Estudiante 2: Pus no sé... la que quieras...
Estudiante 1: A ver, tú, dime un nombre...
Estudiante 3: Pos no sé... ¿Cómo se llama al que matan en Troya?
Estudiante 2: Arqui... algo, no sé...
Estudiante 1: ¡Cual Arqui, babosa! ¡Es Aquiles! Hasta parece que no sabes nada de historia...
Estudiante 2: Pues eso... se parece. Compra esa.
(Entran al cibercafé)
Estudiante 1: ¿Si me vende una biografía de Aquiles?
Yo: Aquiles es un personaje mitológico, no hay biografía... y aunque la hubiera, no vendo biografías.
Estudiante 1: O de Arquímedes o de cualquier otro filósofo...
Yo: No vendo biografías.
Estudiante 1: (A sus amigas) No vende...
Estudiante 2: ¿Tons que hacemos?
Estudiante 1: No sé...
Estudiante 3: Pues busca una en internet.
Estudiante 1: Ah, pos si, ¿verdad? (a mí) ¿podemos usar una máquina?
Yo: Adelante, la que gustes.
Un par de minutos más tarde me pide permiso para enviar una impresión. Le entrego su hoja y le cobro, mientras me pregunto a dónde se fue nuestro sistema educativo. Minutos más tarde me entero de que un profesor de filosofía les pidió que llevaran una imagen de cualquier filósofo griego para discutirlo en clase. La imagen que imprimió no tiene precio. Es la que está a la derecha de estas palabras.
Me hubiese gustado estar presente en ese salón para ver la reacción del profesor o del resto de los alumnos. La discusión sobre las ideas y teorías de Brad Pitt ya sería demasiado surrealista para mi gusto, pero puede que resultase divertida...
En manos de quién está el futuro de este país, carajo...
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