Sam Raimi es un director al que poca gente asocia con el género de horror, aun a pesar de que fue en este género donde empezó su carrera como director. Su primer largometraje, The Evil Dead (El Despertar del Diablo, 1981), tuvo dos secuelas, Evil Dead II (El Despertar del Diablo 2, 1987) y The Army of Darkness (El Ejército de las Tinieblas, 1992).
Entre esas películas Raimi trabajó en otros géneros, dirigiendo cintas como Crimewave o Darkman (El Rostro de la Venganza). En los 90 enfocó su carrera hacia un cine más comercial, trabajando para grandes estudios en películas como The Quick and the Dead (Rápida y Mortal), A Simple Plan (Un Plan Sencillo), o The Gift (Testigo), antes de alcanzar el éxito masivo con la trilogía de Spider-man.
Curiosamente, no se trata de una historia nueva, pues es un guión que el director y su hermano Ivan completaron poco después de filmar The Army of Darkness, que también escribieron juntos, pero la sucesión de proyectos de alto perfil, sumados a la naciente carrera de Raimi como productor hicieron que el guión fuese quedando relegado hasta casi caer en el olvido.
Tal vez los insistentes rumores de que Raimi prepara una cuarta película de la saga de Evil Dead sean ciertos y Drag Me to Hell haya sido su forma de desempolvar sus habilidades en el género antes de regresar a la serie que lo lanzó a la fama, o quizás sólo se encontró su guión mientras tomaba un descanso tras Spider-man 3. Como sea, Drag Me to Hell representa un oasis de frescura en una época en que la producción de horror en Hollywood parece limitarse a remakes de películas extranjeras, remakes de películas de los 70 y 80, o producir gore crudo e insustancial.
Drag Me to Hell cuenta la historia de Christine Brown (Alison Lohman), una joven y ambiciosa empleada bancaria que aspira al cargo de vicepresidente que recientemente quedó vacante en su trabajo. Su jefe (David Paymer) le informa que aún cuando ella es uno de los candidatos para ocupar el cargo, el banco busca a alguien capaz de mostrar determinación y mano dura a la hora de tomar decisiones.
Con esa idea en mente, Christine rechaza la solicitud de una tercera prórroga hipotecaria que hace una anciana gitana, quien ante la perspectiva de perder su casa suplica y se humilla ante ella, pero no logra hacerla cambiar de opinión. Despechada, la anciana le pone una maldición, asegurándole que pronto será ella la que tenga que suplicar. Pronto empiezan a suceder hechos que ponen en duda la cordura de Christine, o al menos eso es lo que piensa su escéptico novio, Clay (Justin Long).
Tras consultar con un ocultista, éste explica a la pareja que lo que pesa sobre Christine es una antigua maldición gitana, y que a menos que consigan apaciguar al Lamia, el espíritu que la acosa, corre el riesgo de ser, literalmente, arrastrada al infierno. Tras reclutar la ayuda de la curandera y espiritista Shaun San Dena (Adriana Barraza) para deshacerse del demonio en cuestión, las opciones de Christine parecen agotarse. ¿Hasta donde será capaz de llegar para salvarse? ¿Será capaz de renunciar a su integridad a cambio de salvar su alma?
Raimi crea una efectiva mezcla de horror y humor que por momentos es reminiscente de su trabajo en The Evil Dead, aunque nunca alcanza el nivel de esa película. A pesar de mantener la sangre y el gore al mínimo, el eficiente montaje de escenas, apoyado en una mañosa edición de audio, ayuda a convertir a Drag Me to Hell en una de las experiencias más agradables en los últimos años para el aficionado al cine de horror, ofreciendo una disfrutable dosis de sobresaltos y risas a lo largo de casi toda la película.
Creo necesario comentar que el tono de la película raya en la farsa, lo cual puede molestar a algunas personas. También creo importante mencionar que la película es increíblemente ruidosa, pues como mencioné antes, el sonido es parte fundamental del montaje de Raimi. Si les gusta el cine de horror ligero y sin complicaciones, pero les molesta la vacuidad de la mayoría de slasher films y festivales gore que parecen ser la única oferta actual en el medio, Drag Me to Hell es la película para ustedes.
Si desean pasar un rato brincando en su asiento entre risas y sobresaltos, no se me ocurre una mejor opción que esta. Al menos a mí me divirtió muchísimo.
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