jueves, 2 de agosto de 2007

Luto por celebridades. Una reflexión

Me había hecho el propósito de dedicar los próximos días a preparar textos para subir paulatinamente mientras retomo otra vez el ritmo. Esta semana pensaba alternar notas raras, curiosidades y un par de videos humorísticos. Sin embargo, el lunes empecé el día enterándome de la muerte de uno de mis cineastas favoritos, Ingmar Bergman. Supuse que podía posponer las cosas que había designado y dedicar unas líneas a informar de su fallecimiento.

El mismo lunes por la noche me enteré del deceso de Bill Walsh, entrenador en jefe de los 49ers de San Francisco de 1979 a 1988, principal responsable de construir la dinastía ganadora de mi equipo favorito de la NFL. Un día más no haría ninguna diferencia, ¿cierto? Ayer por la mañana, ojeando el periódico, descubro que el mismo día lunes falleció otro director de cine cuyas películas eran de mi agrado, Michelangelo Antonioni.


En ese momento consideré que tal vez esta semana no era la adecuada para una serie de posts ligeros y sin sentido. O quizás sí. Tendré que pensar un poco al respecto.

El hecho es que ver tres textos seguidos dedicados a informar de la muerte de algún famoso a quien admiraba por su trabajo me llevó a pensar un poco sobre por qué le daba importancia al fallecimiento de gente que nunca conocí. Y creo tener la respuesta: Porque su trabajo tuvo el suficiente impacto en mí como para provocar una vaga sensación de pérdida, una que no se compara con el luto por algún familiar o conocido, pero que de todos modos está ahí.

Tal vez en el caso de algún artista (y me refiero a escritores, ilustradores, cineastas, etc. Creativos, no pseudocelebridades surgidas de la mercadotecnia) pudiera tratarse de una expresión de la certeza de que nunca habrá un nuevo trabajo suyo. ¿Habrá quedado alguna obra parcialmente realizada en la mente de uno de ellos? ¿Algún trabajo inédito que nunca se hará público? Difícilmente lo sabremos.

En el caso de Bill Walsh puede ser distinto. No me parece justo equiparar deporte y arte, pues son cosas muy diferentes. Walsh tuvo ideas que revolucionaron el fútbol americano, pero eso no implica que tuviese más ideas que aportar. Supongo que en ese caso se trata de un simple reconocimiento a alguien que colaboró para que el fútbol americano fuera un deporte más entretenido como espectáculo y más disputado como disciplina competitiva. Por su trabajo me convertí en aficionado a ese deporte y por él hice de los 49ers mi equipo favorito. Supongo que eso debe contar para algo.

Alguna vez mencioné que considero que los pasatiempos de alguien dicen más de la gente como persona de lo que la mayoría imaginan, pues la clase de cosas que uno hace por gusto y decisión propia son inherentemente honestas. Por eso decidí comentar cosas que me agradan o disgustan, porque creo que esas impresiones, la forma de apreciar las cosas, permiten entender mejor a alguien. O tal vez no, no lo sé.

El caso es que me parece que la razón por la que dedico un espacio a recordar a estas personas es porque su trabajo tuvo algún impacto en mi persona. A veces de forma significativa, otras de un modo que podría considerarse trivial. Pero a fin de cuentas, su trabajo, de una u otra forma, se convirtió en parte de un todo, de un microcosmos que de cierto modo encierra un mapa de mi mente. Y eso me parece lo bastante interesante como para dedicar un poco de mi tiempo a reconocerlo o explorarlo.

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