No pretendo aleccionar a nadie sobre la presencia e influencia de la mitología en los cómics, pues para eso hay muchos textos más extensos y detallados de autores con más autoridad que yo en la materia. Pero después del texto en que hablé de la religión como parte de la fundación ideológica de algunos cómics, me pareció adecuado hacer la contraparte y dedicar esta pieza a las religiones más antiguas, las que ya nadie profesa pero cuyas bases se convirtieron en parte de la narrativa universal, sobre todo en el campo de la literatura.
Intentaré obviar la aparición de dioses y héroes mitológicos como personajes modernos en el cómic de superhéroes, como es el caso de Thor y otros dioses nórdicos, o de Hércules, los dioses del Olimpo y otras craturas y semidioses de la mitolofía grecorromana, pues su aparición directa es algo que ya no cuenta como una simple influencia.
En la mitología podemos distinguir básicamente tres clases de personajes que funcionan como protagonistas: dioses, semidioses y héroes. Los dioses son inmortales y tienen poder sobre algún aspecto del mundo o la naturaleza, aunque comparten con los humanos algunas debilidades de carácter; los semidioses son producto de la relación entre dioses y mortales, gozando de una gran longevidad sin necesariamente ser inmortales; los héroes son humanos comunes que realizan hazañas extraordinarias con el favor o ayuda de los dioses.
La primera relación entre los superhéroes y algunos seres mitológicos es también la más obvia, pues en ambos casos se trata de seres físicamente similares a los seres humanos comunes y corrientes, pero con habilidades o poderes que los separan de nosotros, o en el caso de los héroes, su determinación y habilidad para sobreponerse a cualquier situación que enfrenten. Además de los mencionados ejemplos de dioses mitológicos que se han convertido en personajes de cómic, es posible enumerar a muchos otros personajes que serían el equivalente comiquero a dioses.
Algunos de los personajes con una influencia mitológica más notoria serían Wonder Woman y Shazam o Capitán Marvel (el original de la Fawcett, hoy propiedad de DC Comics), quienes tienen un origen firmemente sentado en la tradición clásica de la mitología. El caso de Shazam me parece especial porque fue el primero donde se mezclaron ideas de distintos orígenes para crear su propio canon. Sus poderes derivan de dioses de la mitología greco-romana, con la excepción de Salomón, que no era dios ni procedía de esa mitología, mientras que su némesis, Black Adam, es de origen egipcio, y sus poderes provienen de dioses de ese mismo origen.
De entre sus creaciones, lo primero que se me viene a la mente al pensar en dioses, es la saga del Cuarto Mundo, donde aparecen los Nuevos Dioses, protagonistas del eterno conflicto entre Nueva Génesis y Apókalips. Con esos personajes Kirby creó un complejo panteón que no tiene nada que envidiar a los de las mologías clásicas que ya hemos mencionado.
Otras creaciones de Kirby dignas de mención serían los Celestials, que serían algo así como la fuente de origen de todo el Universo Marvel, y sus dos derivados principales, los Eternals y los Deviants. Además de esas creaciones de Kirby, existen muchos otros personajes que también podrían considerarse como equivalentes a dioses, semidioses o héroes basados en los mismos arquetipos, pero no se trata de llenar este texto con ejemplos repetitivos. Lo que me gustaría enfatizar, más que el papel de la mitología en los cómics, es el uso de los cómics como mitología.
Uno de los papeles más importantes de toda religión, incluidas a las que hoy nos referimos como mitologías, es y era servir como guía moral, una forma de ayudar a la gente a entender los principios básicos del bien y el mal, a diferenciar lo correcto de lo erróneo. Y los comics hacen exactamente lo mismo. Casi cualquier lector de cómics puede dar testimonio de esto. De Superman podría decirse que ejemplifica la importancia de ayudar al prójimo, sin importar que tan diferente a nosotros sea. De Spider-Man aprendimos el valor de asumir responsabilidad por nuestras acciones. Y podría seguir listando ejemplos.
A fin de cuentas, la esencia narrativa superheróica se puede resumir con parte de uno de los slogans más populares de los títulos de Superman: The Neverending Battle, la eterna batalla entre el bien y el mal, el permanente conflicto entre las fuerzas de la luz y la oscuridad. Y esa misma es la base de casi todo canon religioso. Ángeles y demonios, héroes y villanos, protectores y agresores. El bien contra el mal.
Es probable que gente con ideas religiosas tradicionales se sienta ofendida con la comparación, por lo cual me disculpo, pero a título personal puedo afirmar que durante mi infancia aprendí más sobre el bien y el mal y la importancia de hacer lo correcto de los cómics, que en las lecciones de catecismo. Y de forma bastante más entretenida.
Espero sus comentarios y opiniones al respecto y nos leemos en la próxima entrega de Predicando para el Coro.
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