A veces cuesta entender se toman decisiones en Netflix sobre lo que compra y lo que produce. No parece haber una estrategia de marketing y promoción, y en ocasiones parecen seguros de que sus usuarios tienen conciencia absoluta del contenido de la plataforma, los detalles y fechas de estreno de nuevas adiciones. El caso de Spiderhead (La Cabeza de la Araña) es un ejemplo de lo mucho que les hace falta una estrategia real.
A pesar de que la película combina a un director con espectaculares credenciales (Tron Legacy, Oblivion, Maverick), los guionistas de la película clasificación R más exitosa de todos los tiempos y una probada estrella de blockbusters de verano, y una interesante premisa de ciencia ficción, Spiderhead no sigue la fórmula para crear la clase de ambiciosa producción que uno pudiera esperar, y opta por un enfoque íntimo para crear un entretenido thriller psicológico.
Jeff (Teller) es un convicto en una prisión de alta tecnología llamada Spiderhead, donde los presos son parte de un programa experimental para probar fármacos que alteran el comportamiento a cambio de cumplir sus sentencias en una instalación más cómoda y agradable que una prisión regular. El programa es guiado por Steve Abnesti (Hemsworth), quien mantiene una cordial y relajada relación con sus sujetos de estudio, y conduce los experimentos con ayuda de su asistente Mark (Mark Paguio).
Cada uno de los presos tiene un dispositivo especial en la base de la columna, el cual contiene ampolletas de sustancias diseñadas para producir distintos estados de ánimo, desde la irresistible compulsión a reír de lo que sea o una irreprimible excitación sexual, un estado de elevada apreciación por la belleza de la naturaleza o un incremento en la capacidad para expresar verbalmente sus ideas, hasta un insoportable estado de terror o una opresiva y absoluta depresión.
Jeff ha desarrollado una estrecha amistad que apunta a convertirse en algo más, pero la naturaleza de los experimentos a que Abnesti somete a los internos dificultan la posibilidad de siquiera pensar en formar lazos afectivos de otra índole, además de que Jeff debe lidiar también con la enorme culpa que siente por el incidente de su pasado que resultó en que acabara en prisión. Una vez revelado el verdadero propósito de los experimentos, la única duda es quiénes lograrán sobrevivir.
Muchas de las mejores historias de ciencia ficción se caracterizan porque, más allá de el entorno en que sucedan, ya sea el futuro distante, algún mundo lejano, o una versión alternativa de nuestro pasado o presente, reflejan algún aspecto de nuestra actualidad, y la premisa de Spiderhead permite explorar importantes cuestionamientos éticos sobre la forma de operar de la industria farmacéutica así como de la forma de administrar los sistemas penitenciarios en distintas partes del mundo.
La película pudo explorar a fondo esos temas mediante las creativas propuestas de la historia, desde los nombres y efectos de las drogas administradas en Spiderhead hasta la peculiar naturaleza de la relación entre presos y carceleros en un entorno muy diferente al que solemos asociar con una prisión, pero ésa no es la película que los responsables eligieron hacer. El guion de Reese y Wernick da otro rumbo a la historia, con un humor negro que no siempre funciona y por momentos raya en lo absurdo.
La película mantiene su enfoque en los personajes y sus conflictos, ya sean internos o externos, y aunque abusa de los flashbacks como herramienta para desarrollar un trasfondo y agregar peso emocional a la historia, la labor de su talentoso elenco impide que todo se descarrile. Aunque su personaje fue escrito de forma muy superficial, Smollett logra darle peso dramático, y Teller despliega carisma y vulnerabilidad para dar vida a un protagonista con el que es fácil empatizar.
La sorpresa de la película es Hemsworth. En películas de superhéroes basta con su singular mezcla de carisma y presencia física, pero suele pasar apuros en otra clase de historias. Aquí da vida a un excéntrico tech bro, pero en vez de la usual torpeza social e inusuales manerismos que se han vuelto la norma en ese tipo de personajes, le da una actitud casual, desenfadada y bromista. Pero esa aparente falta de seriedad pronto se vuelve incómoda y es evidente que sólo oculta un carácter más oscuro.
Desde Tron: Legacy estaba claro que Kosinski tenía una clara noción de lo que deseaba mostrar a cuadro, su estilo visual no siempre iba en sincronía con sus instintos narrativos, pero entre Top Gun: Maverick y Spiderhead queda claro que ya encontró una voz y estilo propios. La inconsistencia tonal de la historia presentaba el riesgo de perder el rumbo en cualquier momento, pero Kosinski mantiene un buen ritmo narrativo y una inesperada pero bienvenida coherencia visual y narrativa.
Hay aspectos que parecen seguir los dictados del logaritmo que suelen aquejar a muchas producciones originales de Netflix, como el uso de una banda sonora llena de canciones pegajosas y populares, en este caso justificadas como parte del playlist de Abnesti, en vez de convertirse en una distracción que pudiera sacar al espectador de la historia, se les da buen uso como parte de ella, y forman parte integral del montaje de algunas de las escenas más destacadas de Hemsworth.
Mi mayor problema con la historia está en el tercer acto. Jeff y Lizzy descubren la verdad detrás de Spiderhead y Abnesti, y en vez de usar la revelación como detonante para explotar los aspectos más punzantes de la historia de Saunders, hacen que la película se vuelva una típica historia de persecución en que los héroes enfrentan la disyuntiva de escapar o morir, y cierra con una entretenida pero convencional secuencia de confrontación y huida, bien realizada, pero que deja la sensación de que pudo ser algo más.
A pesar de ello, la historia retiene lo bastante de la premisa inicial como para ser más que un simple y entretenido thriller, y la historia no sólo representa una condena del inhumano sistema de prisiones, sobre todo en los países capitalistas de occidente, además de la persistente tendencia en medios y en la sociedad en general para presentar a aquellos que han cometido algún delito como gente de segunda, que no merece ninguna clase de derechos y por tanto deberían ser considerados como menos que humanos.
El resultado es una entretenida y bien realizada película cuyas contradicciones hacen un tanto difícil decidir lo que es. Su estructura narrativa, con pocos actores en un escenario mayormente limitado y operando bajo un concepto simple pero rico en ideas, se siente como algo que podría ser una interesante producción independiente al estilo, por ejemplo, de Cube (El Cubo, 1997) o El Hoyo (2019), pero el elenco y los valores de producción son más como lo que uno esperaría de una importante producción de estudio.
Supongo que, al menos en parte, eso es producto de la fuente de la historia. El cuento de Saunders es corto (unas 8000 palabras) para un largometraje, así que requiere expandir la historia, y eso puede tomar distintos rumbos de acuerdo a las intenciones y objetivos de quién se encargue de realizar la adaptación. En este caso, la historia conserva muchas de las ideas más provocadoras del cuento, pero no las explora a profundidad, lo que de cierto modo la reduce a una entretenida aventura escapista.
Hay temas que son más insinuados que explorados, como el duelo o el peso de la culpa, así como la naturaleza del libre albedrío, la obediencia y la esclavitud, pero son sólo parte del trasfondo porque la historia enfatiza el aspecto de thriller de suspenso pese a que desde un principio muestra sus intenciones. Quizá habría sido más efectivo presentar sus revelaciones como giros argumentales y así evitar la sensación de que la película es liviana por elección y no por falta de capacidad.
Pero, ¿en verdad la historia es liviana? Aunque pasan a segundo plano los cuestionamientos morales siguen presentes y la historia plantea interrogantes como, si el amor pudiese ser inducido por una droga, ¿aún sería amor? Pero más allá de ello, destaco que a través de su construcción de personajes alrededor del dolor y la culpa, del peso de un error del pasado que marcó sus vidas, la cinta presente la tesis de que para algunas personas la prisión no está en los muros que le rodean, sino en su propia mente.
Por eso, aunque muchas críticas señalan esa renuencia a seguir la premisa hasta las últimas consecuencias, abrazando de lleno la oscuridad del mundo que la historia plantea, yo prefiero verlo como una interpretación distinta de la misma idea, optando por presentar a personajes mejor definidos en un thriller con tintes de drama psicológico en vez de explorar los mismos temas desde la perspectiva de una mordaz y oscura sátira. De hecho, creo que ambas versiones se complementan de forma interesante.
Si les interesa leer el cuento, está disponible (en inglés) en el sitio web de The New Yorker, al que pueden ingresar de forma gratuita, aunque necesitan registrarse para acceder al contenido del sitio. Por otro lado, si prefieren no compartir ninguna clase de información con la publicación, también pueden leer la historia gracias a esta versión archivada que no requiere suscribirse ni ingresar información alguna. Me parece que leerla además de ver la película es un ejercicio que vale la pena.
Y debo insistir en la labor de Chris Hemsworth. Puede que ésta sea la mejor actuación hasta ahora en su carrera, y aunque no va a convencer a nadie de que se trata de un genio que ha logrado grandes descubrimientos en el campo de la bioquímica, interpreta a un vendedor nato, un seguro y confiado manipulador que a lo largo de su vida ha sabido usar su carisma y apariencia física para salirse con la suya, que es capaz de convencer a la gente de seguirlo sin hacer preguntas y está consciente de ello.
Spiderhead es una divertida y bien ejecutada película que es fácil descartar como simple entretenimiento escapista, pero si vamos más allá de la superficie, podremos apreciar que el ADN de la historia en que está basada está presente de forma sutil y no siempre bien expresada. Se trata de una cinta que será apreciada por un par de semanas antes de caer en el olvido, lo que no me parece del todo justo. Como sea, se trata de una recomendable alternativa de entretenimiento inteligente en el saturado catálogo de Netflix.
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