El pasado jueves por la noche dio inicio la temporada 2020 de la NFL, y sin duda será la temporada más extraña que la popular liga de fútbol americano haya tenido. Como cada año, pienso hacer pronósticos de todos los partidos semana a semana, y el mismo jueves pero más temprano publiqué aquí los de la semana 1.
¿Exactamente qué es lo que hace que esta temporada sea tan inusual? Para empezar, la situación con la pandemia de COVID-19 hizo que por un tiempo se pusiera en duda la realización de la competencia, pero la liga, trabajando estrechamente con la asociación de jugadores, desarrolló una serie de protocolos para asegurar la seguridad de jugadores, entrenadores, staff de los equipos y oficiales de la liga pudieran realizar su labor con seguridad.
Por eso no hubo juegos de pretemporada, para evitar el contacto entre personas en juegos sin valor oficial. El principal efecto de esto es que equipos con muchos cambios en personal no han podido ver a su nuevo plantel en condiciones de juego, lo que dará cierta ventaja, al menos en las primeras semanas, a equipos que mantienen la misma base de jugadores del año pasado. Ésa es una de las razones para que algunos de los equipos más fuertes y competitivos de la temporada pasada sean los grandes favoritos para este año: Jefes y Cuervos en la Conferencia Americana, y 49ers y Santos en la Nacional.
Esa situación también afecta a muchos novatos, sobre todo en posiciones donde el timing y precisión es algo que no se puede simular en una práctica sin contacto. Receptores abiertos, profundos y alas cerradas, además de quarterbacks, claro, serán algunos de los más afectados, a diferencia de corredores y hombres de línea, cuya labor no depende del mismo nivel de precisión y requerirá de menores ajustes conforme avance la temporada.
Otra situación derivada del tema de la pandemia es que a todos los jugadores se les dio la opción de no participar en esta temporada sin que ello afecte su situación laboral. Jugadores que por cuestiones de salud están en situación de riesgo, además de aquellos que tienen niños muy pequeños o tienen familia cercana cuya salud pueda ponerse en peligro, decidieron tomarse un descanso este año. El equipo más afectado por esta situación fueron los Patriotas de Nueva Inglaterra, pues ocho veteranos de su plantilla optaron por no jugar este año.
Tema aparte es la cuestión del activismo social, pues cada vez hay más jugadores participando activamente en busca de acabar con el racismo y mejorar la equidad, no tanto en el juego, sino en la sociedad de Estados Unidos en general. Algunos de los jugadores más vocales han demandado mayor participación de la liga y de los dueños de los equipos, pues es evidente que pese a lo mucho que han hablado, pocos han hecho algo más que declaraciones, situación que genera desconfianza entre algunos jugadores y que habrá que estar pendiente de cómo se desarrolla.
Y eso nos lleva de vuelta al tema de Colin Kaepernick, mariscal de campo de los 49ers de San Francisco que hace cuatro años empezó una protesta pacífica para crear conciencia de la violencia policiaca en contra de la población afroamericana y latina. Ese activismo le costó la carrera y lo puso en una lista negra, incapaz de conseguir trabajo en la NFL pese a ser un jugador de probada capacidad. ¿Qué tan bueno es en realidad? Basta recordar que en 2015 estuvo a una llamada de interferencia de pase de ganar el campeonato con los 49ers y muy probablemente ser el MVP del Super Bowl.
El atleticismo y movilidad que mostró durante su breve carrera son características muy valoradas en la nueva generación de quarterbacks, y en cuanto a sus números, Madden, el popular videojuego elogiado por su manejo de estadísticas y simulaciones, lo incluyó este año por primera vez desde 2016, y lo tiene catalogado entre los mejores quince quarterbacks disponibles. ¿Cómo es que ni un solo equipo lo invitó a una práctica de prueba? El comisionado Roger Goodell habló de la posibilidad de verlo de vuelta, y hubo ejecutivos y entrenadores que hablaron de que al menos lo tomarían en cuenta. ¿Qué pasó entonces? Es difícil no pensar que sigue en una silenciosa lista negra.
Y hablando de quarterbacks, uno de los temas más intrigantes del año son los veteranos que cambiaron de equipo. Claro que el más sonado es el caso de Tom Brady. El veterano de 43 años sorprendió a todo mundo al anunciar su salida de Nueva Inglaterra, y tras coquetear un poco con San Francisco, firmó por dos años con los Bucaneros de Tampa Bay. Aunque se cuestiona qué tanto puede ofrecer a su edad, es un hecho que Brady llega a un equipo con un grupo de corredores y receptores superior a cualquiera que lo haya acompañado en los Pats. Rob Gronkowski salió del retiro para volver a jugar con él, y la posibilidad de que pueda regresar a los playoffs es tangible.
En el caso de Nueva Inglaterra, muchos creían que Jarrett Stidham sería el sucesor natural de Brady, así que fue una sorpresa cuando los Pats firmaron por un año a Cam Cameron. Más allá del trato increíblemente bajo que aceptó el ex mariscal de campo de Carolina, me parece que muchos están menospreciando el potencial que tiene de resultar una excelente opción para el esquema ofensivo de Josh McDaniel. ¿Acaso ya olvidaron que cuando éste fue entrenador en jefe, lo primero que buscó fue un QB móvil? Y Newton es mucho mejor de lo que Tim Tebow jamás fue. Así que esperen un ataque más dinámico de los Pats, y un equipo aparentemente sin grandes estrellas, pero muy competitivo.
Otro QB que cambió de aires y debe tener un gran año es Philip Rivers. A pesar de que los Cargadores lo rodearon con un equipo competitivo, creo que nunca tuvieron un equipo tan completo a ambos lados del balón como el que tienen actualmente los Potros de Indianápolis. Rivers será parte importante en la temporada de otro equipo muy completo y de gran potencial, que los convierte en una de las escuadras que esperan poder retar la supremacía de los Jefes al llegar a los playoffs de la Conferencia Americana.
En este momento me siento tentado a pensar que el Super Bowl podría ser una revancha del que vimos en febrero pasado. Ambos equipos tienen mayormente los mismos planteles que el año pasado, e incluso se podría argumentar que hicieron algunas mejoras, con Kansas hallando en el novato Clyde Edwards-Helaire la aparente respuesta para lo único que le faltaba a su ataque: juego terrestre. Si lo que vimos el jueves es un ejemplo de que el joven corredor puede hacer, los Jefes podrían ser un equipo aún más peligroso que el año pasado.
En cuanto a los 49ers, perdieron un par de piezas clave que reemplazaron de buena manera, recuperaron a jugadores lesionados, y la combinación de un variado y completo grupo de receptores que perdió a Emmanuel Sanders pero recupera a Trent Taylor y suma a Brandon Aiyuk, además del ala cerrada Jordan Reed como complemento a Kittle, hacen pensar que su ataque aéreo será más eficiente. Jimmy Garoppolo se prepara para su segunda temporada completa en el sistema de Kyle Shanahan, y el ataque terrestre no parece quedarse atrás. Jerick McKinnon puede no ser tan rápido como Matt Breida, pero ofrece una opción adicional en el juego aéreo, y la incorporación de Trent Williams a la línea ofensiva ayudará tanto al juego terrestre como al aéreo.
¿Otros contendientes? Claro que los hay. En la Americana todo mundo espera ver el desarrollo de Jamal Jackson en su segundo año como titular de los Cuervos. No podemos descartar a los mencionados Potros, o a unos Titanes que también regresan con un plantel competitivo y con Ryan Tannehill como QB en su segundo año dentro del sistema. Los Acereros, con una defensiva que parece de equipo contendiente y el regreso de Ben Roethlisberger, no pueden ser descontados, y ya sabemos que nunca es bueno subestimar a un equipo dirigido por Bill Belichik. Y tampoco hay que menospreciar a los Bills, que tienen una excelente defensiva y pueden haber hecho algunas mejoras al ataque.
En la Nacional, los Santos tienen una misión contra reloj. Drew Brees está en la parte final de su carrera, y los últimos años han sufrido dolorosas pero controvertidas derrotas en playoffs. Son la principal amenaza al reinado de San Francisco, pero no son la única. Los Vaqueros de Dallas, de la mano de Mike McCarthy, deben convertirse en un equipo contendiente, y las Águilas de Filadelfia deben ser igualmente competitivos. Y no podemos descontar a Seahawks y Packers, que parecen equipos no tan completos, pero cuentan con quarterbacks que pueden compensar muchas cosas. Y tal vez debamos incluir también a los Bucaneros de Brady como otro serio aspirante a pelear en los playoffs.
Hay muchas cosas más que comentar, pero esto ya es demasiado largo. Sin duda será una temporada interesante y bastante entretenida. ¿Tienen ustedes algún favorito para este año? ¿A quienes les gustaría ver en el Super Bowl?
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