miércoles, 8 de febrero de 2012

Sherlock Holmes: A Game of Shadows

Tras el gran éxito de taquilla que fue la versión de Sherlock Holmes que Warner Brothers presentó hace un par de años de mano de Guy Ritchie, no es ninguna sorpresa que el director británico regrese a dirigir la segunda entrega, con Robert Downey Jr, Jude Law y Rachel McAdams retomando las partes de Holmes, Watson y Irene Adler, respectivamente, en una secuela subtitulada A Game of Shadows.

Imagino que sus contratos tenían jugosas cláusulas para regresar, pues Ritchie y Downey abandonaron proyectos en preproducción para trabajar en esta secuela en cuanto el estudio la aprobó. A Game of Shadows era, al menos en teoría, más ambiciosa que su predecesora al introducir por fin al Profesor James Moriarty (Jared Harris), genio criminal y némesis del excéntrico detective de la calle Baker. Y si digo en teoría es porque, pese a ser lo bastante entretenida como para satisfacer a cualquiera que pague un boleto para verla, me dejó la impresión de que fue una oportunidad desaprovechada al caer rápidamente en una fórmula narrativa.

El Profesor Moriarty es un respetado académico que, sin que el mundo lo sepa, controla la más extensa y peligrosa red criminal en Europa. Asistido por el Coronel Moran, Moriarty tiene preparado un plan para desatar un conflicto de gran escala en el viejo continente, del cual se verá beneficiado económicamente. Utilizando los servicios de Irene Adler (Rachel McAdams), Moriarty intenta volar un edifico en Londres.

Holmes lo impide y empieza a seguir más de cerca sus actividades. Poco a poco va descubriendo las intenciones de Moriarty, quien a su vez está consciente de la creciente intervención del detective y empieza a pensar en formas de acabar con sus interferencias, o al menos limitarlas lo mayor posible. La oportunidad se le presenta cuando Watson, el confiable y eficiente médico que asiste a Holmes en la mayoría de sus aventuras, se casa.

Holmes ha dado por hecho que el matrimonio acabará con la relación de trabajo que tiene con Watson, pero Moriarty no piensa igual, por lo que decide utilizar la seguridad de la pareja como elemento de presión para quitarse de encima al detective y seguir adelante con sus planes. Convencido de que hacerse a un lado no resolverá nada, Watson decide ayudar a Holmes a detener al peligroso genio criminal antes de enfocarse en su vida marital.

La pista de las actividades de Moriarty lleva a los héroes a contactar a Madame Simza (Noomi Rapace), una adivina gitana cuyo hermano está desaparecido y cuya participación parece ser esencial para los planes de Moriarty. A fin de acceder a los eventos oficiales que le permitan obtener más información sobre los planes específicos de Moriarty, Holmes solicita la asistencia de Mycroft (Stephen Fry), su hermano mayor.

Con su ayuda, Holmes y Watson descubren exactamente lo que planea hacer Moriarty y la forma en que piensa enriquecerse, empezando una carrera contra el tiempo para impedir que pueda completar sus planes. El climax de la historia llega durante una reunión de diplomáticos de todo el continente celebrada en Suiza, donde Holmes y Moriarty deciden también que es hora de poner punto final a su rivalidad de una vez por todas y sin importar las consecuencias.

La película me dejó con sentimientos encontrados. Por un lado, me gustó mucho encontrar gran cantidad de guiños y referencias a varias de las historias originales de Sir Arthur Conan Doyle, y no me refiero solo a The Final Problem, que es la base principal de la trama de la película, si no a varias otras historias, incluso mostrando algunos párrafos mientras se escucha a Watson leyendo lo que escribe.

Por otro lado, aunque conozco las limitaciones de Ritchie como realizador, encuentro que la película repite demasiados de los trucos narrativos y visuales de la anterior, restando frescura a la idea en general. Ritchie tiene un limitado arsenal de recursos, pero hasta ahora les había sacado provecho según las necesidades de cada historia. Ése no es el caso con esta película, que tiene demasiadas similitudes con su antecesora como para sostenerse por cuenta propia.

La química entre Downey Jr y Law mantiene a flote la historia, aunque la trama limita su interacción y no hay la misma sinergia con el resto del elenco. Moriarty es un desperdicio, tanto por la falta de desarrollo del personaje como por la gris actuación de Jared Harris, que no tiene la presencia escénica de su difunto padre, y lo mismo pasa con Noomi Rapace, que no es mala actriz, pero aquí no tiene con qué trabajar y parece estar sólo para tener la presencia femenina que sustituya a McAdams.

Sherlock Holmes: A Game of Shadows es una entretenida película que ofrece dos horas de escapismo sin pretensiones. Ya está aprobada una tercera parte, pero por el bien de todos espero que el estudio busque a otro director y permita a Ritchie hacer algo diferente, pues de otro modo tendremos otro caso como el de Pirates of the Caribbean, donde es evidente que nadie tiene una idea clara de lo que desean hacer con la franquicia. Recomendada, pero con bastantes reservas.

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