martes, 21 de febrero de 2012

Hugo (La Invención de Hugo Cabret, 2012)

El cine en 3D se ha convertido en un tema de discusión bastante fuerte entre productores, distribuidoras y exhibidores de cine debido a las implicaciones económicas que tiene en el desempeño de la industria.

Los costos de producción son más elevados, al igual que los de distribución, además de que los dueños de las salas requieren de los proyectores adecuados y de tener un buen abasto de lentes especiales, que además tienen una vida útil limitada. Para los estudios es un mal necesario, pues el costo más alto de los boletos parece estar ayudando a nivelar los ingresos en taquillas, aún si se trata de un espejismo.

Para exhibidores y distribuidoras no es tan simple, pues pese a lo popular del formato en los últimos años, los costos de mantenimiento y la logística requerida representan un innecesario dolor de cabeza.

Y de uno u otro modo, la gente más importante en el debate parece no tener voz en el mismo. ¿No debieran ser los creadores y la audiencia quienes opinen sobre los pros y contras del formato? ¿Hay historias que puedan sacarle jugo al 3D de formas creativas, o es sólo una excusa para vender boletos más caros? ¿Vale la pena pagar más para ver una película en este formato?

Hasta ahora los principales impulsores del formato han sido los estudios o gente como James Cameron, director más reconocido (con justa razón) por sus aportes tecnológicos a la industria que por su talento para contar historias. Pero ahora tenemos un caso inusual, pues Martin Scorsese, uno de los pocos directores de cine comercial que son respetados por la crítica al mismo nivel que algunos "autores" de "cine de arte", decidió hacer una película en 3D, y además una dirigida a un público infantil.

Hugo Cabret (Asa Butterfield) es un joven huérfano que vive detrás de las paredes de una estación de tren en París. Hijo de un relojero, Hugo se encarga, sin conocimiento de las autoridades, de mantener andando todos los relojes del lugar, y vive de lo que roba de los diferentes locales comerciales de la estación o de las sobras abandonadas por los viajeros que circulan por ella. En sus ratos libres intenta resolver un misterio dejado atrás por su padre (Jude Law).

En su búsqueda de las partes mecánicas que necesita, Hugo acostumbra robar piezas de un local de juguetes atendido por Papa Georges (Ben Kingsley), un hombre maduro de gesto adusto y actitud severa. Cuando éste sorprende a Hugo intentando sustraer piezas, lo obliga a vaciar sus bolsillos, y retiene en su posesión una libreta llena de apuntes y diagramas de un complicado mecanismo.

Decidido a recuperar su libreta, Hugo solicita la ayuda de Isabelle (Chloe Moretz), la joven protegida del juguetero, quien se muestra interesada en ayudarlo aún si en principio es sólo por el gusto de vivir una aventura. Pronto se va creando un vínculo entre los dos jóvenes, quienes juntos intentan descubrir los secretos que el viejo Georges guarda, y cuya clave parece estar encerrada en la libreta que el padre de Hugo le dejó y en una curiosa llave en propiedad de Isabelle.

La película está basada en un libro de Brian Selznick, y al igual que el libro se trata de una historia dirigida en principio a un público infantil. Creo que lo único que la eleva más allá de la gran cantidad de producciones familiares que Hollywood lanza año con año, es la participación de Scorsese, pues el veterano realizador recurre al equipo de trabajo que suele acompañarlo en otros proyectos.

El guión es sólido y las actuaciones van de sólidas a sobresalientes, pero eso no es difícil cuando hay gente de tanta experiencia a ambos lados de la cámara. El elenco secundario está compuesto por veteranos actores como Christopher Lee, Sacha Baron Cohen, Ray Winstone, y Emily Mortimer. Los escenarios son preciosos y el trabajo de iluminación y ambientación es impecable, y es aquí donde me parece justo comentar la forma en que se utiliza el 3D.

A estas alturas estamos acostumbrados a ver que en estas películas se busque sorprender al público a partir de crear la ilusión de que hay objetos y personajes amagando con salir de la pantalla. El problema es que se ha vuelto un recurso predecible y usado con poca imaginación en casi cualquier película estrenada en este formato. Pero lo que hizo Scorsese es diferente.

En vez de buscar crear la sensación de que los elementos de la película buscan salir de la pantalla, Scorsese diseñó la película para que el 3D crease un efecto de profundidad, invitando al espectador a sumergirse en la película en vez de esperar a que ésta lo envuelva. La diferencia es sutil, pero muy efectiva, pues al hacer esto impide que los objetos flotantes se conviertan en una distracción y pone la tecnología al servicio de la historia.

Obviamente la película no es para todos los gustos, pero me parece que se trata de un producto lo bastante bien hecho como para resultar del gusto de la gran mayoría. Además, hay una parte de la película que sólo se puede entender como una carta de amor de Scorsese hacia los pioneros del cine, en especial a quienes realizaron obras de ficción fantástica pese a los limitados recursos de la época, que a mí me encantó. No le va a cambiar la vida a nadie, pero es una bonita película familiar. Altamente recomendada para público de todas las edades. Cínicos y amargados absténganse, pues ésta es una película "bonita".

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