lunes, 11 de mayo de 2009

El Sol de Breda, de Arturo Pérez-Reverte

El Sol de Breda es el tercer volumen de Las Aventuras del Capitán Alatriste, y en este tomo se da un cambio radical en el tono de la historia general.

En el primer libro se introdujo a los personajes  principales, se les ubicó en un contexto histórico específico gracias a la inclusión de figuras y sucesos históricos, y se narró una aventura del soldado con licencia y espadachín a sueldo Diego Alatriste, creando en el proceso un retrato frío y crudo de la vida cotidiana en la España Imperial. En Limpieza de Sangre, el segundo volumen, Pérez-Reverte exploró el poder de la Iglesia Católica sobre la clase política española, y la corrupción y vendettas que dictaban el orden de las cosas en la organización político-religiosa más temible de la época, La Santa Inquisición.

La historia ejemplificaba la cacería de brujas realizada en contra de los judíos y de cualquier extranjero o inmigrante incómodo o inconveniente para los intereses de la iglesia y sus aliados políticos y económicos. Pero en El Sol de Breda el autor saca a sus personajes del cada vez más familiar entorno de Madrid en el siglo XVII. Diego Alatriste, tras recibir aprobación médica, decide regresar al ejército y dirigirse nuevamente al frente de batalla. Íñigo Balboa, su joven protegido, va con él enrolándose como mochilero, y ambos son enviados a unirse al Tercio de Cartagena, que pelea en Flandes y se prepara para reforzar el asedio a Breda.

La narración mundana de la vida cotidiana en las calles de Madrid es reemplazada por un recuento de las terribles condiciones en que vivían los soldados del ejército español, sin duda similares a las de muchos otros ejércitos a lo largo de la historia en distintos conflictos alrededor del mundo.

A partir de los recuerdos de Íñigo, Pérez-Reverte retrata los horrores de la guerra y las penurias y miserias pasadas en el frente de batalla por ambos bandos. Un colorido grupo de personajes secundarios se suma a la historia al introducir a los compañeros de armas de Alatriste, algunos soldados tan experimentados y curtidos como él mismo en las cuestiones de la guerra, otros tantos mucho más jóvenes e impresionables, como el propio Íñigo o su amigo Jaime Correa. A través del libro somos testigos del proceso de maduración de Íñigo, quien por momentos se convierte en el protagonista central de la historia, dejando de lado el papel de cuasi-cronista de la historia de su mentor.

Fiel a su estilo y vocación periodística, Pérez-Reverte no trata de adornar la guerra. Aunque algunos de sus personajes tienen un elevado sentido del honor y manifiestan (sobre todo Íñigo) su orgullo por pertenecer a la entonces temible infantería española, el autor no se deja llevar y muestra que no todo eran victorias y gloria. La corrupción y malas mañas de la clase gobernante y de las autoridades civiles y eclesiásticas ya expuestas en las entregas anteriores se traslada aquí a la cadena de mandos militar, donde a pesar de haber militares de carrera honorables y decentes, predominan los acomodaticios que buscan gloria y fama pero esconden el pellejo tras las filas de la miserable infantería que a veces se bate sin siquiera recibir la paga por sus servicios.

La costumbre de incluir figuras y momentos históricos establecida desde el primer libro se mantiene, no solo con protagonistas del conflicto en cuestión, pues regresa además la figura de Diego Velázquez, quien pintara su famosa obra La Rendición de Breda una década después de los hechos, presuntamente inspirado e informado por los relatos de Íñigo Balboa.

La portada de la edición de Alfaguara, que pueden ver al inicio de este texto, es un homenaje a dicho cuadro, que pueden ver al lado de estas líneas y que muestra la misma escena desde otro ángulo. La misma edición incluye en la segunda de forros un mapa de la zona del conflicto, muy útil para entender la ubicación y distancias de algunos lugares presentes en la historia.

El Sol de Breda es otro entretenido y satisfactorio episodio de Las Aventuras del Capitán Alatriste, y aparentemente Íñigo está a punto de convertirse en una parte importante en el desarrollo de los restantes volúmenes de la historia. Recomendada para todo mundo, pero con el aviso de que conviene leer en orden desde el primer libro de la saga.

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