domingo, 11 de marzo de 2007

PPC: ¿Cómics o franquicias?

En la última entrega de esta columna (si, estoy consciente de que eso fue hace algún tiempo, pero pueden dar click aquí para revisitarla y refrescarse la memoria) me explayé en una reflexión acerca de por qué nuestras colecciones, sean de cómics o de cualquier otra cosa, no valen nada. En esta ocasión me gustaría dedicarla a lo que valen las aventuras de nuestros héroes favoritos para las compañías que los publican. O, mejor dicho, para las corporaciones propietarias de las empresas que los publican.


Primero, algunos antecedentes al por qué de este tema. Hace un par de semanas llegó a su fin el más reciente macro-evento de Marvel, Civil War, y las reacciones entre los fans fueron encontradas. Para muchos se trató de otro caso de mucha publicidad, promesas de grandes cambios, y ninguna consecuencia concreta. Para otros, fue una historia que afectó de forma sustancial el status quo, pero de forma sutil, y sirvió para sembrar historias futuras en diferentes títulos. Yo me cuento entre los últimos, pero con algunas reservas.

Mucho se comparó a Civil War con Infinite Crisis, el evento de DC del verano pasado, de donde emergió la todavía en proceso 52, pero creo que Marvel superó a su rival y competidor en muchos aspectos. En Crisis Infinita se suponía que el Universo DC sufriría cambios drásticos como no se veían desde Hora Cero o Crisis en las Tierras Infinitas. Se habló de alterar el status de los universos paralelos (también conocidos como Multiverso) y de alterar drásticamente la vida de varios personajes.

Al concluir la saga incluso se supone que presenciamos el surgimiento de una "nueva Tierra", y a casi un año de distancia aún no sabemos cual es la diferencia, si es que tiene alguna. Cambios drásticos no hemos visto ninguno, excepto tal vez por el surgimiento del nuevo Blue Beetle, y ha habido una importante cantidad de decesos, pero ejecutados pobremente, fuera de la atención de la gran mayoría de los lectores, o en su defecto con personajes poco importantes para el Universo DC, queridos y extrañados sólo por los fans más antiguos de la línea, como es el caso de Ralph Dibny, alias Elongated Man.

En Civil War hubo una mejor planeación editorial, que incluyó decisiones controvertidas, como retrasar el plan de publicación durante algunas semanas a mitad de la historia a cambio de mantener al equipo creativo original, en vez de utilizar artistas de relleno, como hizo DC. El evento fue ampliamente publicitado en medios especializados y se logró presencia mediática fuera del medio gracias a que filtraron la nota sobre Spider-Man haciendo pública su identidad secreta, con lo cual demostraron más visión de mercado que su rival, que curiosamente es propiedad del más grande conglomerado multimedia occidental, AOL-Time-Warner.

La historia hizo además toda clase de referencias a la situación político-social de los Estados Unidos, utilizando el tema del Acta de Registro como un paralelo del Acta Patriótica y las medidas de seguridad infladas por la paranoia que el gobierno de aquel país ha intentado implementar, lo cual me parece digno de mencionar porque siempre he sido de la idea que los mejores trabajos creativos y artísticos reflejan el entorno en que fueron creados, y lo hizo sin asumir una postura unilateral, mostrando en todo momento las dos caras del conflicto.

En DC no pasó nada después de la Crisis. Ahora sabemos que el multiverso todavía existe, pero ni siquiera han usado eso para crear nuevas historias. En Marvel no hubo grandes cambios de dirección, pero se creó una situación que cambiará el entorno donde se desarrollan muchas historias.

Los héroes no registrados ahora operan fuera de la ley, y son buscados por la policía y las agencias gubernamentales. Los villanos que se registraron tienen la oportunidad de trabajar para el gobierno y limpiar su historial, algunos de ellos persiguiendo héroes con el apoyo de las autoridades.

Otros personajes eligieron el exilio o el retiro, y otros más están perdidos o desaparecidos, como Nick Fury. Y no hay que olvidar a Hulk, que viene de regreso a la Tierra y no está contento con la forma en que fue tratado por el gobierno. Y sin embargo, todos esos cambios son sutiles, apenas perceptibles. Ninguno de ellos afecta de forma drástica el status quo del Universo Marvel en general, o de alguno de sus participantes en particular. Y ahí es donde radica su éxito.

Desde hace varios años los destinos de los personajes de Marvel y DC está fuera de las manos de sus escritores, dibujantes o editores. Ni siquiera los editores en jefe tienen la última palabra sobre lo que se puede hacer o no con sus personajes. Ambas compañías pertenecen a corporaciones multimedia con intereses que van más allá de los cómics impresos. Más que personajes, los héroes de ambas compañías son propiedades con el potencial de convertirse en franquicias, lo que altera la forma en que pueden ser usados y debiera también cambiar la forma en que los percibimos.

Algún escritor puede tener una gran idea para explicarnos que Batman es en realidad el heredero de un Imperio Intergaláctico que trabaja en preparar a la Tierra para su anexión, o explicarnos que Themyscira está poblada en realidad por trasvestis interdimensionales que pretender hacer del mundo una sociedad hermafrodita y Wonder Woman es un complejo ser artificial creado en busca de ese objetivo. O que los X-Men son resultado de experimentos genéticos realizados por los Vigilantes, y los 4 Fantásticos en realidad trabajan para Galactus.

Y tal vez pudieran hacerlo de forma inteligente, entretenida o incluso lógica y con sentido, pero jamás se les permitiría contarla. ¿Por qué? Porque Batman y Wonder Woman, al igual que los X-Men y los FF, o cualquier otro personaje propiedad de las "dos grandes", son percibidos de cierta manera por las masas más allá de los lectores de cómics. Consumidores potenciales más grandes e importantes que algunas decenas de miles de lectores de cómics. Más gente conoce a estos personajes por sus apariciones en cine, televisión y videojuegos, que por seguir sus aventuras en papel. Así que el medio que les dio vida se ve relegado a un papel secundario en la forma en que se les utiliza y explota comercialmente.

Tal vez la idea suene pesimista o derrotista, pero es la verdad. Nuestros héroes dejaron de ser personajes de historieta y se convirtieron en productos de consumo, y como tales no pueden sufrir alteraciones mayores. Lo que limita la capacidad de editores y creativos para trabajar en nuevas historias, pues pone ciertos parámetros y topes a lo que se puede hacer o no con los personajes e impide que se hagan cambios drásticos a alguno de ellos o a su entorno sin la aprobación de varios ejecutivos.

Lo cual no es bueno, pero tampoco es necesariamente malo. Del mismo modo que estas limitaciones impiden que se hagan cosas radicalmente nuevas o diferentes con nuestros héroes, también impiden que se hagan cosas ilógicas o contradictorias a la esencia de los mismos. El reto para escritores y editores es hallar la mejor manera de contar buenas historias y entretener a su audiencia sin cambiar nada. Lo que convierte a la gran mayoría de las series regulares en una infinita colección de números de relleno.

Recuerdo que alguna vez, en una entrevista a Roger Stern, éste habló de la importancia de las historias de relleno. De la necesidad de dar un respiro de vez en cuando a los equipos creativos, ya fuera para preparar algún arco argumental importante, para darles un descanso, o para programar agendas y calendarios de publicación. La necesidad de publicar números sin mayor relevancia debía asumirse de forma responsable para no insultar a los lectores con rellenos descarados y sin calidad. Lo más importante para estas historias de relleno era lo siguiente (tendrán que disculparme, pero no estoy seguro de la fuente original, así que parafraseo de memoria):

Contar una historia completa, con un principio, un desarrollo y un final.
Asegurarse de que la historia sea congruente con el personaje principal y con el entorno en que se desarrollan sus aventuras.
Si se introduce a algún personaje nuevo, secundario o incidental, asegurarse de presentarlo adecuadamente, dar los antecedentes esenciales, y evitar que se robe el protagonismo de la historia.
No cambiar el status quo del personaje. Del mismo modo que la historia idealmente debiera aportar algo al mythos del personaje para ayudar a desarrollarlo o entenderlo mejor, también es importante que no lo altere de un modo significativo.
Un número de relleno debe ser una lectura entretenida e inteligente, que no haga al lector arrepentirse de pagar por la revista, pero al mismo tiempo debe ser totalmente prescindible para el lector habitual, quien debe poder seguir la lectura de una serie aún sin leer el número en cuestión.

No se ustedes, pero esa descripción me parece perfectamente aplicable a los mejores números de las series regulares actuales. Entretenimiento y diversión inteligentes y atractivos pero sin pretensiones. No es mucho pedir, ¿o si? Si lo que leen no los satisface, los invito a darle un vistazo al trabajo que aparece en sellos editoriales menores. Tal vez entre los independientes puedan hallar cosas que los sorprendan o estimulen.

Y recuerden, nadie los obliga a seguir pagando por algo que no disfrutan. Nadie.

Espero sus comentarios, quejas, dudas y sugerencias. Sería grandioso convertir esto en un foro de discusión y exposición de ideas, ¿no creen?

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