Hasta el día de hoy, ya que nadie sabe que ocurrirá en el mañana, hay algo más allá de la composición química que separa a los animales de las máquinas: la capacidad de sentir.
Si, los robots no tienen sentimientos. Tampoco las computadoras, y menos aún las licuadoras de la cocina.
Pero nosotros los tenemos. Somos humanos.
O al menos pretendemos serlo.
Si nosotros no pudiésemos sentir dolor, no entenderíamos el placer. Si no sintieramos felicidad no podríamos comprender la tristeza. Sin el enojo no tendríamos la templanza.
Sin sentimientos no tendríamos la pasión que nos impulsa día con día a sobrevivir en el caos de nuestras vidas.
Pero hay días, hay momentos, en los cuales quisiera ser una máquina y poder apagarme. Que quisiera estar envuelto en esa obscuridad, en esa nada...
...hasta que mi amo y señor necesitara un poco de salsa para sus tacos.
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