No me gusta hablar de política pero es algo difícil de evitar porque, para bien o para mal, la política forma parte del entorno en que nos desarrollamos de manera cotidiana. Y más aún para quienes vivimos en la Ciudad de México. Entre "Pejes" Viales y segundos pisos, obras inconclusas cada tres cuadras y megamarchas y mítines causando estragos en la ya de por si difícil vialidad capitalina.
Fate habla de un clima de enfrentamiento y es cierto que la animosidad se siente en el aire. Los defensores del Jefe de Gobierno argumentan que los oscuros personajes de negras intenciones que nos gobiernan pretenden destruirlo para quitarlo del camino y conservar el poder. Sus adversarios y críticos rebaten diciendo que no es más que un populista de lo peor que no mide las consecuencias de sus acciones y no tiene empacho en violar cuanta regla y ley le estorbe para gobernar a su manera.
Lo preocupante es cuando algunos líderes perredistas pretenden hacer uso de la intimidación como herramienta de negociación. Porque a mi parecer es un acto de irresponsabilidad insinuar la mera posibilidad de un estallido social. Si a esto sumamos los debates y discusiones cada vez que se habla de reformas y los continuos ataques verbales entre políticos la situación es cada vez más tensa. Y la verdad es que ya es difícil distinguir a un partido de otro.
Priístas apoyando a panistas. panistas apoyando a príistas o perredistas según convenga. ¿En que otra parte del mundo podría haber una alianza entre derecha (PAN) e izquierda (PRD) como la formada por esos dos partidos para buscar la gobernatura de Oaxaca? En Baja California y Oaxaca se dieron lugar todas las viejas prácticas electoreras. Acarreos, reparto de despensas, caja de zapatos y ratón loco. En Quintana Roo el gobernador intentó dar un golpe de municipio al alcalde de Cancún.
Y las próximas elecciones en entidades como Veracruz (que todavía no ocurren, mi estimado Fate) e Hidalgo se ven igual de complicadas. Y si de repetir errores se trata, tal vez Roberto Madrazo debería leer Cambio de Rumbo, las memorias de Miguel De la Madrid antes de expulsar a Elba Esther Gordillo del PRI. Incluye el relato de la división dentro del partido hace casi 20 años, cuando Jorge de la Vega, entonces presidente nacional del PRI, y de la Madrid decidieron sacar de su partido a los integrantes de la corriente Frente Democrático Nacional, liderada por Porfirio Muñoz Ledo y Cuauhtemoc Cárdenas.
Consideraban que no era una corriente muy fuerte y le auguraban poco futuro. ¿El resultado? El actual PRD. Y ojo, no tengo preferencia por ningún partido, pero me preocupa que de entre tantas "propuestas" no haya una sola que muestre interés por trabajar para sacar al país adelante. La política en nuestro país es una tragicomedia de conspiraciones, traiciones y alianzas efímeras que matarían de risa a Moliere o harían que Maquiavelo se revolcase en su tumba. Y de los sindicatos mejor ni hablar.
En fin. Sólo resta esperar que cuando el mañana nos alcance, nuestro país siga aquí.
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