Es raro enterarse que un amigo nos traicionó de alguna manera.
Claro está que es cuestión completamente subjetiva. Pero de todas maneras saber que alguien a quien uno estima nos ha apuñalado sin que nos dieramos cuenta lastima, no como un cuchillo de verdad, sino con ese sabor amargo de las mañanas grises.
Lo peor es que uno se pregunta las intenciones del amigo. El porqué lo habrá hecho. Y si uno le da rienda a la imaginación, miles de aves volarán, y ninguna acertará en la verdad.
Por ello te digo, amigo, que dolió lo que hiciste cuando mi espalda estaba volteada.
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