domingo, 22 de agosto de 2004

Aprendiendo a Volar

Supongo que una buena forma de iniciar el rescate de mis recuerdos es a través de las actividades que aún forman parte de mi vida, así que empecemos por el principal de mis hobbies: la lectura.

Recuerdo que aún antes de aprender a leer me encantaba que me contaran historias. Mi madre y mis tíos acostumbraban leerme algo por las tardes. Muchos de mis programas favoritos de televisión siempre involucraban algún tipo de narrador que contaba la historia, desde las fábulas animadas de la TV europea que pasaban por Canal Once, a las Fantasías Animadas de la WB. Rocky & Bullwinkle, Cascarrabias, y como olvidar a Enrique Alonso "Cachirulo", y sus adaptaciones de cuentos clásicos infantiles.

Pero el descubrimiento de la lectura vino después y con él se abrió un universo de posibilidades. No sé que fue lo primero que leí, pero en esos primeros años mis lecturas obligadas eran todos los cómics a los que podía echar mano, y Globo, una revista de lecturas y pasatiempos. Era de tamaño tabloide y contenía diferentes obras literarias en versiones condensadas. En particular recuerdo como las primeras que leí Farenheit 451 y El Retrato de Dorian Grey. Supongo que ahí nació mi amor por la literatura de géneros.

No sé durante cuanto tiempo salió Globo, pero sé que durante meses descubrí en sus páginas a Emilio Salgari, Alejandro Dumas, Julio Verne, Ray Bradbury, Mark Twain, Bram Stoker, Mary Shelley, Robert Louis Stevenson, Edgar Allan Poe, Isaac Asimov y H. G. Wells. Y ése fue el comienzo. Pronto siguieron colecciones de literatura juvenil y obras completas de esos y otros autores.

Las revistas Colibrí y Cantinflas Show complementaban mi dotación de lecturas durante aquellos primeros años. Sumado esto a la colección de El Asombroso Hombre Araña de uno de mis tíos y la de Clásicos Ilustrados de otro, creo que puedo afirmar que muy pocos niños de mi edad leían tanto y tan variado como yo.

Un caso extraño es el de Novelas Inmortales. Editada por Novedades Editores, eran cómics de bolsillo en un formato similar al utilizado por los tristemente célebres “sensacionales” pero con la particularidad de estar impreso sólo en tinta de color sepia. En ese título se publicaban adaptaciones de obras clásicas de la literatura. Cervantes, Shakespeare, Victor Hugo, Dumas, las hermanas Bronte, Dickens, Tolstoi, Balzac, Goethe, Defoe, Carroll y muchos otros autores eran adaptados semana a semana.

Novelas Inmortales cayó en mis manos a los ocho años, al mudarme a casa de mis abuelos. Mi abuelo la coleccionaba junto con otros títulos similares en formato pero no en contenido. Supongo que fue en ese momento cuando me dí cuenta de que no toda la literatura era de género y ese descubrimiento me abrió los ojos a una mayor variedad de historias.

Pero siempre quedará Globo en mi mente como la publicación que me enseño que no es necesario moverme de mi sillón favorito para volar a donde yo quiera.

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