Ya antes he explicado lo mucho que me gusta la saga de Sandman Slim, del escritor estadounidense Richard Kadrey, una oscura fantasía urbana con tintes de horror de la que ya he comentado varios libros, aunque me faltan bastantes para completar la saga que finalizó el año con un total de doce novelas y una noveleta. Ya he comentado Sandman Slim, Kill the Dead y Aloha from Hell, las tres primeras novelas, además de Devil in the Dollhouse, la noveleta que precedió a la cuarta novela de la serie.
Siempre trato de evitar la inclusión de cualquier clase de spoilers en mis reseñas, pero al tratarse de secuelas, series o sagas, el formato de una historia continua presentada de forma serializada implica que mis comentarios pueden revelar detalles importantes de entregas anteriores, incluyendo revelaciones o decesos, así que si desean seguir leyendo, procedan con discreción.
Supongo que antes de hablar de la historia en esta novela, es buena idea ofrecer un resumen de la saga para entender un poco de los antecedentes y cuál es la situación general de los personajes de esta entretenida saga de fantasía oscura.
Sandman Slim es el sobrenombre de James Stark, un joven mago a quien sus amigos traicionaron y enviaron al infierno. Ahí estuvo por once años, tiempo en que se ganó el temor de los hellions, como se llama a los demonios que habitan el inframundo. Esto se dio gracias a su violento desempeño como gladiador en la arena infernal, donde le dieron el sobrenombre que lo identifica como un monstruo que asesina monstruos.
Tras escapar y volver a la Tierra, se vengó de quienes lo traicionaron y se estableció en Los Angeles como una especie de investigador y guardaespaldas. Sus casos y clientes están relacionados con lo sobrenatural, así que suma aliados y enemigos mientras devela su propio pasado. Stark es un nefilim, mitad ángel y mitad humano, lo que explica sus habilidades mágicas.
Como resultado de ese último conflicto, el Lucifer anterior se ganó su entrada de vuelta al Cielo, y Stark quedó convertido en el nuevo Lucifer, regente del Infierno, donde fue abandonado por su mitad angelical, con lo que perdió la habilidad de moverse entre planos.
Lo único que Stark odia más que a los hellions es el infierno mismo, así que pasa sus días pensando en cómo salir de ahí. Ya escapó una vez, así que debe haber una forma de hacerlo de nuevo. Al mismo tiempo trata de mantener a todos ocupados para evitar los enfrentamientos entre facciones y se las arregla para cuidarse las espaldas de las muchas intrigas que se ciernen a su alrededor, aun si es poco probable que alguien desee arrebatarle el título y cargo de Lucifer.
Pero incluso tras volver a Los Angeles descubre que las cosas han cambiado, y además de tratar de recoger los pedazos de su vida debe lidiar con más intrigas, además de una conspiración que amenaza la naturaleza misma de la realidad e involucra a un siniestro fantasma capaz de asesinar a hechiceros, fantasmas y humanos. El tiempo se agota, pero debe hallar el modo de evitar que la ciudad se convierta en otro espejo del inframundo.
Ya he comentado que, aunque la historia lidia con la relación entre el bien y el mal, Kadrey aborda el tema evitando las salidas fáciles. En este mundo es posible hallar virtudes y podredumbre en el cielo, el infierno, o la Tierra por igual, lo que permite brillar a la cínica personalidad de Stark, que resulta el protagonista ideal para esta clase de historia. Lo más curioso es que, pese a tratarse de alguien un tanto desagradable, no es difícil simpatizar con él.
Kadrey aprovecho la personalidad de su protagonista con un fino humor negro que retrata en gran forma el conflicto interior de alguien que intenta convencer a la creación entera de que nada le interesa, incluso si no se convence ni a sí mismo, lo que lo hace un antihéroe increíblemente atractivo.
El excelente elenco de soporte que Kadrey ha ido acumulado conforme avanza la saga ayuda a redondear la entretenida experiencia de lectura. Desde el libro anterior quedó claro como funciona este universo, y libre de tener que ofrecer explicaciones, Kadrey mezcla intriga, acción, violencia, blasfemias y su peculiar sentido del humor en una saga que crece en intensidad con cada nueva entrega.
Creo que también lo he dicho antes, pero considero que mi formación dentro de una familia católica, tan poco efectiva que terminó en llevarme al ateísmo es responsable, al menos en parte, de que me divierta tanto la forma en que Kadrey aborda una mitología que creo merecería ser más explotada de formas que se alejen de los dogmas tradicionales que parecen ahuyentar o amedrentar a muchos autores.
Muchos describen a Sandman Slim como una fantasía urbana con toques de horror, pero habría que mencionar el aire neo noir que impregna la versión de Kadrey de Los Angeles, y los elementos de fantasía oscura de corte semi religioso con una pizca de sátira social, así como el delicioso humor negro presente en toda la saga. No es una historia que atraiga a todo mundo, pero si no les ofende el uso de temas religiosos, es probable que les divierta bastante.
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