martes, 1 de junio de 2010

Rear Window (La Ventana Indiscreta)

Rear Window (La Ventana Indiscreta) es una de las películas más celebradas de Alfred Hitchcock. Producida en 1954, se estrenó en cines al menos un par de veces antes de poder ser televisada, pues durante casi treinta años fue parte de una disputa legal. Además de en 1983, la cinta volvió a proyectarse en Estados Unidos en 2000 en una versión remasterizada, que es la que se puede hallar en la gran mayoría de DVD disponibles en la actualidad. Recuerdo que la vi en algún momento de mi infancia/pubertad, y aunque en términos generales recordaba la trama, resultó muy gratificante verla otra vez, con mayor conciencia y atención.

Rear Window sigue la historia de L.B. Jeffries (James Stewart), un fotógrafo profesional que tras un accidente queda confinado durante semanas a permanecer en su departamento con una pierna enyesada desde el pie hasta la cadera. Harto del encierro, adopta como hobby contemplar a sus vecinos en los edificios aledaños, con los que el suyo comparte un patio interior. Al paso de los días se ha familiarizado con algunos e incluso les ha asignado sobrenombres de acuerdo a sus características más distintivas.

Así tenemos a la señora Corazón Solitario, una mujer soltera que prepara románticas veladas para dos, en las que le acompaña algún caballero imaginario; a la señorita Torso, una bailarina profesional que pasa el día bailando en ropa interior en su departamento; a una pareja compuesta por un vendedor de joyería y su esposa enferma; una escultora de arte moderno que pasa el día tomando el sol; otro matrimonio que parece contento con la vida que llevan y duermen al borde de la escalera de incendios para evitar el calor; y un músico y compositor frustrado porque su carrera no va a ninguna parte.

Una noche, luego de discutir con su hermosa novia, la modelo de modas Lisa Fremont (Grace Kelly), Jeffries se queda hasta tarde sentado frente a la ventana y observa el extraño comportamiento de uno de sus vecinos. Las acciones que observa (salidas constantes de madrugada, las persianas cerradas todo el día, un cuchillo y una sierra misteriosamente envueltos, un enorme baúl atado con una cuerda, y la conveniente ausencia de una persona), lo llevan a sacar una sola conclusión: asesinato.

Tras explicar lo que vio tanto a Stella (Thelma Ritter), su enfermera, como a Lisa, ambas llegan a la misma conclusión que él. Jeffries llama a un amigo suyo que es detective en la policía para explicarle su teoría. Aunque Doyle (Wendell Corey), el detective, se muestra renuente a aceptar la posibilidad de que en verdad se haya cometido un crimen, accede a realizar algunas averiguaciones para tranquilizar a su amigo.

El manejo del suspenso que Hitchcock realiza en esta película es excepcional, pues no se trata sólo de crear una intriga y dejarla ir en crescendo, pues en algún momento reventaría. Lo que marca diferencia es que se tome momentos de respiro para construir la relación entre Lisa y Jeffries, e incluso para agregar algo de humor con los intercambios entre Stella y Jeffries.

Me gustó mucho la forma de contar la historia, mayormente desde el punto de vista de Jeffries, pues es una excelente forma de hacer que la audiencia se involucre con el personaje, lo que no es complicado si tomamos en cuenta el carisma característico de Stewart, además de lo fácil que es ponerse en sus zapatos: es un espectador, atrapado en su departamento e incapaz de tomar acciones más directas para resolver el misterio o ayudar a nadie, del mismo modo que si estuviese viendo todo a través de una pantalla.

La historia, engañosamente simple, toca muchos de los temas favoritos de Hitchcock, y le saca el mayor provecho posible al trabajo de Stewart para agregar un poco de comentario social acerca del papel de la mujer en la sociedad, la soledad que se puede sentir a pesar de vivir en una gran ciudad rodeado de millones de personas, la falta de empatía por lo que le ocurre al prójimo, etc.

Aunque está basada en un cuento, It Had to Be Murder, de Cornell Woolrich, lo único que toma de él es la premisa básica del voyeurista encerrado en su departamento, pues el cuento no incluye una pareja para el protagonista, tiene menos personajes secundarios, y el suspenso nunca iguala a la versión cinematográfica, lo que me lleva a pensar que más que una adaptación se le debería considerar como una obra original de Hitchcock y John Michael Hayes, su guionista, con un simple agradecimiento a Woolrich por la idea inicial.

Los trucos de cámara usados para suplir efectos especiales son bastante ingeniosos, y en general no hay pero que ponerle a la película, que es además una de las más entretenidas del Maestro del Suspenso. Podría extenderme y seguir escribiendo sobre la película, las curiosidades de su producción, o discutir sobre los múltiples análisis que se han hecho de ella, pero no veo el punto.

Lo mejor que puedo hacer es cerrar este texto recomendando ampliamente esta película a todo mundo, pues se trata con toda justicia de uno de los clásicos más apreciados de la historia del cine. Existe una razón por la cual a Rear Window se le ha imitado, emulado, homenajeado y parodiado hasta el cansancio, y la única forma de entenderla es viendo la película por ustedes mismos. No se arrepentirán.

Punto y aparte son la gran cantidad de datos de trivia que es posible hallar acerca de la producción, elenco y staff de la película.

Entre las muchas curiosidades que encontré, hay una en particular que me gustaría compartir. Ross Bagdasarian interpreta al músico y compositor que vive en uno de los edificios que Jeffries observa, y en la vida real, además de actor, era músico y compositor, aunque es probable que su nombre no les resulte familiar. Varios años más tarde, Bagdasarian ganó fama y fortuna bajo el nombre artístico de David Seville, y puede que ése si les suene.

Seville se hizo famoso por sus experimentos con la velocidad de grabación y reproducción de voces en la música. Su primer éxito con esa técnica fue la canción The Witch Doctor, popularizada en español por Manuel "El Loco" Valdés como El Médico Brujo. Más tarde Bagdasarian creó a Alvin & the Chipmunks (Alvin y Las Ardillas) y convirtió a David Seville en un personaje ficticio como el músico que adopta a los simpáticos personajes.

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