Este fin de semana tuve una curiosa conversación con Fate. Curiosa porque me tomó por sorpresa que me interrogase en relación a lo que quería hacer con La Hoguera de las Necedades en términos de dirección, tono o contenidos. Y me di cuenta una vez más de lo complicado que debe ser tratar de averiguar lo que pasa por mi cabeza siendo yo tan reservado. De otro modo no me parece normal que un amigo a quien conozco de hace ocho años aún no entienda algunas de mis manías.
Siempre he sido una persona curiosa. Supongo que debo haber sido uno de esos niños que siempre estaban haciendo preguntas. ¿Qué es eso? ¿Para qué sirve? ¿Cómo funciona? ¿Por qué? ¿Quién lo hizo? ¿Para qué? ¿Cómo? ¿Cuando? ¿Qué más hace? y preguntas similares están siempre en mi cabeza en relación a toda clase de cosas. Si añadimos a eso que a la fecha conservo mi capacidad de asombro y un gusto por especular, descubrir, encontrar o incluso a veces inventar las respuestas, tal vez sea más fácil entender los intereses tan dispares que tengo. Más significativo aún debe ser el hecho de que disfruto igualmente el no obtener una respuesta.
Creo que el tema pone de manifiesto una de las mayores diferencias entre Fate y yo. El es más esquemático (por algo es ingeniero) y busca siempre hacer las cosas dentro del orden que supone debieran tener. Yo siempre he creído que no existe un gran esquema de las cosas y que el Universo es caótico por naturaleza, y me gusta hacer que todo, incluyendo las ideas, sean libres de caer en cualquier parte. Si hay un esquema o un plan detrás de ello, no es algo que me interese descubrir. Al menos para mí, el caos siempre será más entretenido.
En cuanto a su pregunta en relación a de que se trata La Hoguera, la respuesta es simple. De todo, y de nada. No hay limitaciones. No hay temas prohibidos, ni tampoco obligatorios, extensión mínima o máxima. O para ponerlo de una manera más simple, La Hoguera es una pequeña ventana al caos.
Porque fue precisamente esa fascinación por el caos la que llevó a la creación de La Hoguera. Cuando empezó se trataba de una lista de correo desde donde empecé a enviar ideas sueltas, que al ser retomadas por mis amigos generaban una retroalimentación que terminaba por generar más ideas. Cuando la convertí en un blog ocurrió lo contrario. Las ideas tenían un formato y una presentación. Por eso decidí invitar a Santiago y a Fate a participar, porque sabía que las diferencias entre nuestras formas de ser y de pensar ayudarían a romper otra vez el molde. Misma razón para invitar a Niteboy y a Chamai Khan o como quiera que se hagan llamar en estos días. Somos amigos y tenemos muchas cosas en común, pero es un hecho que jamás seremos iguales o veremos las cosas del mismo modo. Y eso debiera ser suficiente para mantener el ordenado caos de La Hoguera de las Necedades.
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