Pirates of the Caribbean sorprendió en 2003, pues de mano del versátil Gore Verbinsky descubrimos que se podía hacer una historia inteligente y entretenida con el concepto de una atracción de parque de diversiones. Johnny Depp no había perdido el talento para construir personajes únicos, pero Disney centró la atención en las estrellas equivocadas. Las secuelas de 2006 y 2007 eran una pálida sombra de la original, y dábamos por hecho que la saga quedaría en trilogía.
Apenas dos años después de aquella tercera entrega se anunció que la serie continuaría y que, aunque Orlando Bloom y Keira Knightley ya no formarían parte del elenco, Johnny Depp seguiría interpretando al Capitán Jack Sparrow, y Ted Elliot y Terry Rossio, guionistas de la trilogía original, regresarían para intentar revitalizar la serie que ayudaron a lanzar.
La gran sorpresa fue el anuncio de Rob Marshall como director, pues Chicago, Memoirs of a Geisha (Memorias de una Geisha) o Nine (Nueve) tienen poco en común con la acción y aventuras de Pirates of the Caribbean. Aún así, decidí dar el beneficio de la duda a esta cuarta entrega, On Stranger Tides (Navegando Aguas Misteriosas). Si Verbinsky probó que podía hacer bien más de un género, ¿quién era yo para decir que Marshall no podía hacer lo mismo?
Tras una medianamente divertida secuencia inicial en que el Capitán Sparrow suplanta a un juez y después evade a la justicia en una entretenida persecución, había razones para sentirme optimista, pero después el ritmo se vuelve disparejo y deja en claro que lo que faltó para que esta aventura zarpase con éxito rumbo a su destino fue un navegante capaz de hallar el camino, porque Marshall probó no ser el indicado.
Jack Sparrow se reencuentra con Angélica (Penelope Cruz), antigua conquista con quien las cosas no acabaron bien. Ella trabaja con el legendario Barbanegra (Ian McShane) y partirán en busca de la Fuente de la Juventud. Angélica busca una tripulación y con engaños lleva a Jack a bordo del Queen Anne's Revenge, el barco de Barbanegra, porque Jack tiene información sobre la ubicación del mítico lugar.
La búsqueda se convierte en una carrera hacia lo desconocido cuando una pequeña flota española y un buque inglés se lanzan en la misma dirección, todos tratando de de encontrar la fuente antes que los demás. Los ingleses son comandados por el Capitán Barbossa (Geoffrey Rush), ahora un corsario al servicio de la corona. El veterano capitán tiene motivos personales para detener a Barbanegra antes de que pueda llegar a la fuente, y para encontrarla emplea los servicios del Sr. Gibbs (Kevin McNally), viejo contramaestre del Perla Negra.
La película tiene sus momentos, pero no los suficientes ni tampoco tan memorables como para salvar la nave. El desgaste de la franquicia evidente desde la entrega anterior sigue ahí, y ahora hay que sumarle el evidente desencanto de Depp con la saga o su personaje. Y no hay cómo culparlo. Casi diez horas en pantalla dando vida a un personaje cuando ni los guionistas ni el director tienen idea clara de lo que hacen debe dejar de ser divertido bastante pronto.
Pero es justo la actuación de Depp y la inyección de vitalidad que representó la inclusión de Cruz lo que impide que Pirates of the Caribbean: On Stranger Tides, sea tan aburrida e insufrible como su predecesora. McShane y Rush no tienen mucho con qué trabajar, pues sólo son contrapunto a las excentricidades de Jack, y se limitan a desplegar su presencia escénica, recitar sin mucha convicción sus líneas, y dejar que la historia fluya a su alrededor. El resto del reparto no recibe el más mínimo desarrollo, lo que a estas alturas ya no sorprende a nadie.
En resumen, aunque Pirates of the Caribbean: On Stranger Tides evita muchos de los problemas de la cinta anterior, tampoco los resuelve. Por fortuna tiene un ritmo más o menos constante, así que es moderadamente entretenida para casi todo público. Si esperaban ver que la serie retomara el nivel de calidad y entretenimiento de la primera película, olvídenlo. Lo más que deben esperar es un poco de entretenimiento escapista perfectamente olvidable.
Recomendada con muchas reservas, y sólo si van a verla con bajas expectativas.
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