martes, 15 de noviembre de 2011

The Three Musketeers (Los Tres Mosqueteros)

Pocas historias surgidas de la literatura son tan conocidas como Los Tres Mosqueteros, aun si la mayoría nunca han leído la novela de Alejandro Dumas, uno de los referentes al hablar de historias de capa y espada. Se le ha llevado varias veces a la pantalla, pero el resultado de esas adaptaciones deja mucho que desear.

Una de las más recientes fue The Musketeer (El Mosquetero), un pálido intento de imitar las películas de acción de Hong Kong que toma los nombres de los personajes y cuenta otra historia con ellos, y es bastante mala. La versión de Disney de dos décadas atrás, con Kieffer Sutherland, Charlie Sheen, Chris O'Donnell, Rebecca de Mornay, Oliver Platt y Tim Curry es divertida, pero tampoco resulta satisfactoria. Para hallar una buena versión tendría que remitirme a los 1970, cuando la historia se adaptó en dos partes con Michael York y Richard Chamberlain: The Three Musketeers (Los Tres Mosqueteros) y The Four Musketeers (Los Cuatro Mosqueteros).

Habría que hacer una mención especial a The Man in the Iron Mask (El Hombre de la Máscara de Hierro), que reúne al mejor elenco que jamás haya interpretado a los mosqueteros. Lástima que nadie los haya reunido diez años antes para adaptar la novela original.

Sabía que esta nueva versión de la clásica historia era dirigida por Paul W.S. Anderson (Resident Evil, Death Race), así que tras ver los avances, y con los antecedentes del director, mis expectativas eran realmente bajas. Lo único que esperaba, sobre todo tras haber sufrido en una sala de cine con The Musketeer, es que la película estuviese, por lo menos, divertida, y que tuviese algunas buenas secuencias de esgrima. En ambos casos cumplió a medias.

La secuencia inicial presenta a los personajes principales: Athos (Matthew Macfadyen), Aramis (Luke Evans) y Porthos (Ray Stevenson), superespías al servicio de la corona francesa. Con ayuda de Lady Winter (Milla Jovovich), realizan una misión digna de Mission: Impossible al robar de una bóveda italiana los planos de una asombrosa máquina de guerra diseñada por Leonardo Da Vinci. Cumplida su misión, son traicionados y los planos caen en manos del Duque de Buckingham, enemigo de la corona de Francia, y los Mosqueteros caen en desgracia y son desbandados.

Un año después, un joven de nombre D'Artagnan deja su pueblo con la bendición de sus padres y parte rumbo a París, donde espera convertirse en mosquetero, como alguna vez lo fue su padre. En el camino se encuentra con Rochefort (Mads Mikkelsen), líder de la guardia del Cardenal Richelieu (Christopher Waltz), y lo reta a duelo, aunque descubre que no todo mundo tiene ideales o sentido del honor, sin importar su cargo o puesto. Al llegar a París sigue molesto por el incidente y con ganas de pelear, así que por cualquier tontería reta a duelo a quien se cruza en su camino.

Reta de forma consecutiva a Athos, Porthos y Aramis, pero no se bate con ellos pues la guardia del Cardenal los interrumpe y luchan juntos para escapar de la plaza. La experiencia los une contra su enemigo común y el grupo lo adopta como uno de ellos. La oportunidad de servir a sus reyes y restablecerse como guardianes del reino (además de granjearse la simpatía de algunas doncellas) se presenta al descubrir que el Cardenal Richelieu planea usar a Lady Winter y Buckingham para desatar una guerra y aprovechar el caos para arrebatar a los reyes el control de Francia y erigirse como regente del reino.

Contra todo pronóstico, la historia respeta mucho de la novela original, y la historia no es irreconocible, como sucedió en el ya mencionado caso de The Musketeer. Los cambios realizados apuntan a tratar de hacer que resulte más atractiva para una audiencia adolescente contemporánea, con énfasis en la acción y humor fáciles, y sin preocuparse demasiado por el desarrollo de personajes o la congruencia narrativa.

La primera mitad de la película es bastante entretenida siempre y cuando estén dispuestos a dejar pasar la gran cantidad de incongruencias y sinsentidos en la historia, el diseño de vestuario y escenarios es bastante agradable y las peleas de esgrima están decentemente coreografiadas. Pero conforme avanza la historia las exageraciones alcanzan tintes ridículos y el humor se vuelve repetitivo, a grado tal que, a pesar de durar sólo cien minutos, queda la sensasión de que le sobran unos quince o veinte.

Al final se trata de una película cien por ciento palomera, recomendada sólo para matar tiempo, buscan algo ligero y olvidable, o no tienen a mano una mejor opción.

Lo triste del asunto es que con todos sus problemas sigue siendo mejor que las dos versiones que comenté al principio de este texto. Vagamente recomendada, pero con muchas reservas.

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