Los Hermanos Coen son desde hace varios años unos de mis cineastas favoritos. Sus películas son fábulas sobre la condición humana, y en más de veinte años de trabajo han probado que pueden ir de un género a otro sin problema y en su filmografía en la que no hay nada que reprochar (hagamos de cuenta que no existe el remake de The Lady Killers) y si mucho que elogiar.
True Grit (Temple de Acero) cuenta la historia de Mattie Ross (Hailee Steinfeld), una joven de catorce años que contrata a Rooster Cogburn (Jeff Bridges) un duro y veterano US Marshall, para que la ayude a rastrear y llevar a la justicia a Tom Chaney (Josh Brolin), un ex-empleado de su padre quien le robó y lo mató a sangre fría.
Presuntamente Chaney se unió a una banda de asaltantes y está escondiéndose junto con ellos en medio de una nación piel roja. Se les une en la persecución LeBouf (Matt Damon) un marshall texano quien busca a Chaney por crímenes cometidos bajo otro alias en el estado de Texas.
Existía una versión anterior de True Grit, producida en los 1960 y protagonizada por John Wayne, quien si no mal recuerdo ganó (o estuvo nominado) el Oscar como Mejor Actor por su interpretación de Rooster Cogburn. Debo haberla visto en mi adolescencia, y mentiría si dijera que la recuerdo, pero me inclino a pensar que es mejor la versión de los Coen.
Algo que me gusta del trabajo de estos hermanos es que en todas sus películas se siente el amor que tienen por el medio, y True Grit no es la excepción. La fotografía de la película es espectacular. Hay algunas tomas panorámicas que enfatizan la clase de paisajes que recuerdo haber visto en viejos westerns, así que imagino que debe haber muchas tomas que fueron planeadas pensando en emular u homenajear algunas películas clásicas, aunque no me atrevería a intentar adivinar cuales sean.
Me queda la impresión de que los Coen decidieron hacer una película que fuese a la vez un homenaje y una despedida a un género prácticamente abandonado, y lo digo porque, sobre todo hacia el final de la película, sentí una nostalgia similar a la que me invadió cuando vi The Unforgiven (Los Imperdonables, 1992), de Clint Eastwood.
Más allá de si les gustan o no las películas de Ethan y Joel Coen, creo que True Grit es la clase de historia que puede disfrutar cualquiera sin importar sexo o edad, y esa clase de universalidad es algo cada vez más difícil de alcanzar en cualquier medio. Altamente recomendada.
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