Warren Ellis es desde hace muchos años uno de mis escritores de cómics favoritos. Su trabajo fue además la razón por la que empecé a trabajar como traductor, y supongo que el proceso de adaptar sus palabras al español me hizo apreciar el proceso detrás de sus historias. Suele imprimir sus pensamientos e ideas en su trabajo, y sus opiniones pueden ser demasiado políticas para el gusto de muchas personas, pero a mi siempre me ha parecido uno de los rasgos más interesantes de su trabajo, pues tengo la idea de que muchas de las mejores obras creativas, en cualquier arte, son un reflejo del mundo en que fueron creadas.
La novela es protagonizada por Michael McGill, un miserable detective privado que se queja todo el tiempo de ser un imán de problemas. McGill es contratado por el Jefe de Staff de la Casa Blanca para buscar un importante libro: La Constitución de los Estados Unidos. Pero no la versión oficial que todo mundo conoce y cita constantemente, si no la verdadera, la que incluye enmiendas invisibles y tiene el poder de reprogramar el subconsciente colectivo de toda la nación. Supuestamente fue creada por los fundadores de la Patria como un respaldo, un plan de emergencia que les ayudase a solucionar cualquier problema que atentase contra su experimento de nación independiente.
Armado con una lista de pistas sobre el destino del libro, una casi ilimitada cuenta de gastos y una pequeña pero poderosa computadora portátil, McGill se lanza en busca del mítico volumen. El suyo es un viaje al corazón de la subcultura norteamericana, donde es imposible encontrar la diferencia entre perversiones, locura y crimen. Lo acompaña en su búsqueda Trix, una atractiva y desinhibida joven a quien conoce en un festival de cine fetichista de monstruos gigantes.
Juntos deberán decidir que hacer una vez que encuentren el libro, pues aún cuando se puede considerar que la sociedad norteamericana está enferma, a veces es necesario dejar que la fiebre siga su curso en lugar de provocarle un coma al paciente en espera de que su organismo se reponga e inicie de cero, como si nada hubiese ocurrido. El humor negro y cáustico de Ellis no es para todo el mundo, así que no me atrevería a recomendar esta novela a todo mundo. Sin embargo, si les sirve como referencia, creo que pueden hallarle cierto parecido con algunos trabajos de Chuck Palahniuk. También pueden leer el capítulo dieciséis de la novela en el mencionado LJ del autor para hacerse una idea más clara.
Para quien esté familiarizado con el trabajo de Ellis, en particular lo realizado fuera del mainstream superheroico de las grandes editoriales, no debieran resultar tan impactante las vívidas y grotescas descripciones que aparecen frecuentemente a lo largo del libro. Ellis siempre ha tenido una fascinación por la subcultura americana y es difícil decidir si la odia o la ama, y ello se ve reflejado en el libro. Su estilo narrativo es sumamente ágil y Crooked Little Vein resulta en una lectura rápida y entretenida para aquellos con el estómago suficiente como para tolerar el contenido del libro.
Recomendada pero con reservas.
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