Tom Tykwer se hizo de fama hace poco más de diez años gracias a su original thriller Lola Rennt (Corre, Lola, Corre). Desde entonces se había mantenido al margen de super-producciones de estudio, enfocándose en cintas de modesto presupuesto, como The Princess and The Warrior (La Princesa y El Guerrero), Heaven, un segmento de Paris Je t'aime (París, Te Amo) y Perfume: Story of a Murderer (El Perfume). Aunque The International (Agente Internacional) no es precisamente un proyecto de alto perfil, es la primera vez que Tykwer cuenta con dos estrellas de renombre internacional a la cabeza de su elenco.
La premisa es bastante simple a pesar de lo complejo y elaborado de la historia. El International Bank of Bussiness and Credit (IBBC) aprovecha su estructura internacional para involucrarse en negocios de tráfico de armas y la Interpol realiza una investigación. Los problemas jurisdiccionales y la dificultad de obtener pruebas o testigos hacen que el banco parezca inmune a cualquier intento de exponer sus actividades, pero el persistente y obsesivo agente Louis Salinger (Clive Owen) puede ser lo necesario para provocar un error o descuido de parte del banco.
La situación económica internacional que vivimos hace del presente el momento perfecto para una película donde el villano es un impersonal y casi invisible banco, pero el guión no es lo bastante bueno como para integrar un trasfondo político y económico más elaborado y creíble que permita explotar el potencial de la historia.
Eso, la pobreza de diálogos y el escaso desarrollo de personajes a lo largo de la película, provocan que The International se sienta más como una oportunidad desperdiciada que como una mala película.
Las actividades atribuidas al IBBC son tan elaboradas y rebuscadas que desafían la plausibilidad de la historia, que apenas logra mantenerse. Naomi Watts interpreta a la asistente del fiscal de distrito de Manhattan, pero nunca se explica de forma convincente cómo es que se le permite viajar por Europa para armar un caso en contra del IBBC por lavado de dinero.
La Interpol de Tykwer es una organización policial aún más inútil y obsoleta que su contraparte del mundo real, una institución maniatada por leyes internacionales y estatutos de operación que la convierten en un anacronismo no justificado.
Tykwer puede no ser un especialista en secuencias de acción, pero cuando recurre a ellas los resultados son espectaculares. Si una sola escena pudiera salvar a una película, la balacera en el interior del Museo Guggenheim de Nueva York casi podría ser suficiente. Casi. Larga, espectacular y perfectamente montada y coreografiada, esta secuencia se une al insistente uso de la arquitectura como personaje que persiste a lo largo de la película.
El uso de objetos inanimados para reafirmar quién está de qué lado contrasta poderosamente con la falta de atención a los personajes humanos. Owen carga con el peso dramático gracias a su carisma y peculiar talento para verse vulnerable pese a su rudeza, pero su trabajo se hubiese beneficiado de un mejor guión.
A pesar de todos sus problemas, The International es un thriller mayormente entretenido. Sin ser tan elaborado o inteligente como Tykwer y su co-guionista quisieran hacernos creer, ni tan espectacular y entretenido como hubiésemos deseado (no todos los thrillers pueden ser como la saga de Jason Bourne y Tykwer no es Paul Greengrass), no se trata de una total decepción, y es una buena alternativa para alguna tarde aburrida.
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