Reconocido como uno de los padres de la ciencia moderna, Galileo Galilei (1564-1642) será recordado por haber protagonizado uno de los primeros desencuentros entre ciencia y religión, y el juicio al que lo sometió la Santa Inquisición en 1633 es uno de los más claros ejemplos de la cerrazón que caracteriza a la Iglesia Católica.
Conocido por sus logros y aportaciones al desarrollo científico y tecnológico de la humanidad, o por su frase "Y sin embargo se mueve", pocos saben que una parte de su cuerpo está en exhibición en el Istituto e Museo di Storia della Scienza, en Florencia, Italia. Se trata del dedo medio de su mano derecha, que se encuentra en una urna de cristal en forma de huevo sobre un pedestal cilíndrico de mármol que tiene grabados los siguientes versos de Tomasso Perelli (1704-1783) escritos para acompañar al dedo:
"Leipsiana ne spernas digiti, quo dextera coeli
Mensa vias, numquam visos mortalibus orbes
Mostravit, parvo fragilis molimine vitri
Ausa prior facinus, cui non Titania quondam
Sufficit pubes congestis montibus altis
Nequidquam superas sonata ascendere in arces."
"Este dedo pertenece a la ilustre mano
que recorrió los cielos,señaló la inmensidad del espacio
y apuntó a nuevas estrellas, ofreciendo a los sentidos
un maravilloso artefacto de cristales trabajados
con sabio atrevimiento para llegar más lejos
de lo que Encelado o Tifón pudieron jamás llegar."
El dedo fue separado de los restos de Galileo el 12 de marzo de 1737 por Anton Francesco Gori, literato y anticuario florentino, cuando los exhumaron para trasladarlos de la cripta familiar, cerca de la capilla de San Cosme y San Damián, al monumental mausoleo construido por Vincenzo Viviani en la Iglesia de Santa Croce. El dedo fue más tarde adquirido por Angelo M. Bandini, bibliotecario de la Biblioteca Laurenziana, donde estuvo en exhibición por mucho tiempo.
En 1841 lo trasladaron a la Tribuna di Galileo del entonces recién inagurado Museo di Fisica e Storia Naturale, en la Vía Romana. Eventualmente pasó a ser propiedad de el Museo di Storia della Scienza, donde aún se encuentra en exhibición.
En lo personal encuentro simbólico que ses el dedo medio y haya estado durante décadas en la vía Romana. Tal vez podría tomarse como un último y póstumo gesto de desafío a sus vecinos, la alta jerarquía de la Iglesia Católica, quienes después de las vejaciones y humillación perpetrados en su contra tuvieron que aceptar su error y reconocer el genio del científico florentino, y en el siglo XVIII retiraron todas las prohibiciones y censuras respecto a la difusión de sus obras.
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