El 4 de octubre de 1957 la Unión Soviética puso en órbita alrededor de la Tierra el primer satélite artificial, el Sputnik I (Спутник I), cuyo nombre en ruso puede traducirse como "compañero de viaje", o simplemente, "satélite", y con ello dio principio a lo que se conoce como La Carrera Espacial, y alteró el desarrollo científico y tecnológico de la segunda mitad del siglo XX.
El Sputnik I era una esfera de aluminio de 58 cm de diámetro y casi 84 kg de peso, equipada con cuatro antenas de aproximadamente 2.5 metros de largo, las cuales transmitían señales de radio en frecuencias de 20 y 40 Mhz y fue colocado en órbita a una altitud de 2500 km, donde le tomaba 96 minutos completar una vuelta a nuestro planeta siguiendo una trayectoria elíptica.
¿Se imaginan que tan diferente sería el mundo sin satélites artificiales? Las telecomunicaciones modernas dependen casi por entero de enlaces satelitales, ya sea para transmitir televisión, telefonía, radio, etc. Pero más allá de haber sido el primer satélite artificial, el Sputnik I fue el detonante de la más grande competencia tecnológica que haya visto la humanidad.
El éxito del lanzamiento soviético provocó que los Estados Unidos fundaran la NASA (National Aeronautics and Space Administration - Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio) y la ARPA (Advanced Research Projects Agency - Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada) y dedicaran más recursos económicos y humanos a la investigación científica y tecnológica, mismos que llevarían, entre otras cosas, a la llegada del hombre a la Luna en julio de 1969.
El Sputnik I fue lanzado al espacio utilizando un cohete propulsor R7, el cual constaba de cuatro etapas. Durante muchos años se ha mencionado que la noche del lanzamiento se pudo apreciar una estela brillante cruzando el cielo, y mucha gente asumió que se trataba del satélite.
Sin embargo, los ingenieros que participaron en el programa espacial soviético han desechado la idea, argumentando que la esfera resultaba virtualmente invisible al ojo humano, por lo que debió tratarse de la última etapa del R7, la cual alcanzó a cruzar la atmósfera y debe haberse consumido al reingresar al planeta. Por cierto, si a alguien le queda alguna duda de los lazos entre la carrera espacial y la carrera armamentista, los mismos científicos ex-soviéticos han revelado que el R7 fue diseñado con la intención de poder lanzar una bomba de hidrógeno hacia territorio norteamericano.
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