viernes, 1 de junio de 2007

PPC: Cómics y adaptaciones

En columnas pasadas he hablado de varios aspectos de las adaptaciones de cómics a otros medios, así que consideremos esta entrega como una continuación de esa serie de textos, los cuales, si se los perdieron, pueden leer siguiendo los enlaces al final de este texto. Esta vez quiero enfocarme en un aspecto importante de estas películas, que básicamente tiene que ver con la interpretación de las historias originales para la pantalla.


Se puede decir que este año el verano fílmico (que comprende desde mediados de abril hasta mediados de agosto y es el periodo favorito de los grandes estudios para estrenar sus cartas fuertes) abrió con el estreno de 300, la espectacular adaptación de la novela gráfica de Frank Miller dirigida por Zack Snyder. Después vino la palomerísima Ghost Rider, más recientemente Spider-Man 3, y nos quedan para los próximos meses Fantastic Four: Rise of the Silver Surfer y Stardust para completar nuestra ración anual de cómics en el cine.


No para Comicverso, pero escribí reseñas de 300 y de Ghost Rider, además de un extenso comentario sobre Spider-Man 3.

Y si menciono esas películas en particular es porque, en primera, están basadas en cómics, y dos, por la variedad de comentarios y opiniones que hay acerca de ellas y que me motivaron a escribir este texto para reflexionar sobre la forma en que el fandom comiquero parece percibirlas, además de que ejemplifican el punto al que quiero llegar. Pero vamos por partes...

300


Lo sorprendente de esta película es que traspasó los límites de la cultura comiquera y se convirtió en tópico de conversación en foros de distintos temas, destacando los de política. Parece que algunas figuras públicas de la derecha conservadora en Estados Unidos recomendaron la película argumentando que representaba algunos de sus ideales: una férrea estructura social donde los hombres mandan y cada quien conoce su lugar, un cuerpo militar elitista y eficiente, y una superioridad moral sobre todos sus vecinos. Además, según ellos, también justifica su continua presencia militar en Medio Oriente por la necesidad de mantener a raya a las naciones asiáticas.

Esto llevó a que grupos de ideas más liberales o de izquierda la descalificaran tachándola de ser “una oda a la guerra”, “propaganda militarista”, “fascista”, “aspiracionalmente nazi”, y de “exaltar la cultura totalitaria”. Y la verdad es que todos pueden presentar argumentos para respaldar sus afirmaciones, sin que eso signifique que Frank Miller o Zack Snyder pretendieran insertar alguno de esos mensajes en su trabajo. De hecho, me atrevería a afirmar que 300 es demasiado simple y poco profunda como para albergar un trasfondo tan complejo.

Creo que se trata de una muestra más de las forma en que el arte (y con arte me refiero a todo modo de expresión creativa), en cualquier medio, interactúa con su audiencia para crear un todo. Todo trabajo creativo es subjetivo, pues en principio presenta la visión de su autor sobre cualquier tema. Subjetiva es también la forma en que esa visión es evaluada o valorada por su audiencia, quienes pueden interpretar de distintas formas el trabajo expuesto a su consideración, e incluso ver en él cosas que el autor nunca contempló. A fin de cuentas, cada quien ve lo que quiere ver.

Ghost Rider


Este es un ejemplo totalmente diferente de adaptación al que fue 300. En aquella Snyder buscó ser lo más fiel posible al cómic original, a pesar del riesgo de perder realismo o congruencia. Si lo cuestionan sobre por qué hacía que las secuencias de combate se vieran tan “bonitas” y poco realistas, responde que no quería recrear la histórica batalla de las Termópilas, sino adaptar la novela gráfica de Miller. En cambio, para Ghost Rider podríamos pensar que el estudio utilizó los cómics del personaje como una fuente de nombres, diseños, y una que otra idea argumental para hacer su propia versión del personaje.

Y ésta es la forma más común en que Hollywood trabaja al adquirir los derechos de un cómic (e imagino que debe ser similar con una novela en prosa). El material de origen es el punto de partida para un proyecto que cubra las expectativas del estudio con la idea de complacer a la potencial audiencia en cines y a los compradores del DVD, y no a los fans del cómic, sin importar cuanta pasión muestren por su personaje favorito. Y me parece una postura válida, pues si inviertes 80 o 100 millones de dólares en una película, no puedes esperar que algunos miles de recalcitrantes fans del cómic vayan a ver la película las suficientes veces como para recuperar la inversión.

Spider-Man 3
Aquí podemos toparnos con algunos temas que pueden llevar a una discusión (lo que, por cierto, me encantaría), pues dudo que podamos alcanzar un consenso sobre qué hace a una adaptación buena o hasta donde debe ser fiel al material de origen. Así que aquí voy: Spider-man 3 es una de las mejores adaptaciones de cómic al cine que he visto en mi vida.


Algunos lectores deben pensar que me volví loco. ¿Cómo puede ser de las mejores si todo está mal? El traje negro no es como debería ser, no lo consiguió en el mundo del Beyonder, Eddie Brock está muy flaco y debería ser periodista, no fotógrafo. Venom no enseña la lengua. El traje de Harry no parece disfraz de duende. Gwen no es novia de Peter (y tampoco aparece Flash Thompson). Sandman no tuvo que ver con la muerte del Tío Ben, etc.

Lo sé. Soy lector de los cómics de Spider-Man desde hace casi treinta años y recuerdo historias que muchos lectores de cómics y fans del personaje ni siquiera saben que existen. Estoy consciente de las diferencias entre la historia que crecí leyendo y la que Sam Raimi mostró al mundo. Pero sostengo mi afirmación anterior. ¿Por qué? Palabra clave: adaptación.

Desde el estreno de la primera película mencioné que me parecía excelente el modo en que se había ajustado el origen del personaje para recrear su mundo de forma que no pareciera demasiado tonta o simple, como es probable que habría ocurrido si hubieran sido fieles al trabajo de Stan Lee y Steve Ditko. Si una araña irradiada hubiese mordido a Peter, habría muerto de envenenamiento radioactivo, y si Peter pudiera crear en su laboratorio casero la compleja sustancia que es su telaraña podría haber registrado la patente y venderle licencias a 3M o Dupont y no volver a preocuparse por trabajar.


Esos detalles carecen de importancia al trasladar una historia a un medio narrativo diferente. Lo importante son los personajes y la forma en que estos se construyen para desenvolverse en otro medio. Y ahí es donde creo que radica el genio de Sam Raimi. Más allá de si Peter tiene puesta o no su máscara, es innegable que es la persona que conocí hace tantos años. Tímido, serio, responsable. Un buen tipo, de quien se puede esperar cualquier sacrificio en nombre de hacer lo correcto. Su vida laboral puede ser imperfecta y su doble vida un caos a causa de sus decisiones, pero nunca tomará la ruta fácil si eso implica traicionar los principios éticos y morales que le inculcaron sus tíos.

Lograr que un personaje al que hemos visto en pantalla apenas seis horas pueda emular de forma tan eficaz a uno construido a lo largo de años de cómics es toda una hazaña, y debe darse mérito a Raimi y sus colaboradores. En menor medida pero no por eso menos importante, su trabajo con los otros personajes también es digno de admiración. Mary Jane es una mujer sexy y con aspiraciones de ser una estrella, pero en el fondo sigue siendo la chica insegura que teme por sobre todas las cosas al rechazo.

Harry es rico y lo tiene todo, excepto el amor y respeto de su padre, cuyo fantasma lo persigue aún después de muerto, y el único refugio para la carga de vivir con ese peso invisible son sus amigos. Y así sucesivamente, todos y cada uno de los personajes que aparecen en pantalla, sin importar los cambios o diferencias que pueda haber en su pasado, conservan las cualidades distintivas de su contraparte de papel.


Entonces, ¿qué hace buena a una adaptación? En mi opinión, lo más importante es que respete la esencia de su material de origen, sin importar si la historia resultante se apega al canon de los cómics o no. Una buena adaptación es aquella donde el personaje puede aparecer sólo unos momentos en pantalla y dejar al espectador con la sensación de que acaba de ver a un viejo conocido, donde no importa la situación, uno puede confiar en que el héroe hará lo que esperaríamos de él.

La película tiene muchos problemas, pero ninguno de ellos tiene que ver con la adaptación, que es el tema central de este texto. A fin de cuentas, creo que una buena adaptación es la que cuenta una historia sin alienar a quienes no conocen el material de origen.

Y en cuanto a quienes insisten en protestar porque las películas no son sus cómics filmados, tienen dos opciones. Salir y enfrentar al mundo exterior (o mejor aún, integrarse a él), o poner una lámpara de bajo consumo en su closet para no dañarse la vista mientras repasan su pequeño mundo cuadrado.

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