Un tema popular en la comedia del último par de años es la desigualdad social. Rian Johnson se mofó de ricos y privilegiados en Knives Out y Glass Onion, las dos cintas de Benoit Blanc. Las series The White Lotus y Succession retratan lo peor del 1%; y el horror, que hace mucho usa metáforas de los horrores de la sociedad como fuente, nos ha dado joyas como Ready or Not (Boda Sangrienta) o la reciente Bodies Bodies Bodies. Ahora hay que sumar The Menu (El Menú) a esa lista.
Esta comedia de horror y humor negro debe su satírico ADN a sus realizadores. La dirigió Mark Mylod con un guion de Seth Reiss y Will Tracy sobre una historia original del segundo, y fue producida por Adam McKay, Betsy Koch y Will Ferrell. Mylod, Tracy y McKay son parte del equipo tras Succession, Reiss es el escritor principal del sitio web The Onion, y McKay, también responsable de Don't Look Up (No Miren Arriba), y Ferrell vienen de la escuela de Saturday Night Live.
El elenco de la película es encabezado por Ralph Fiennes, Anya Taylor-Joy y Nicholas Hoult, acompañados por Hong Chau, Janet McTeer, Reed Birney, Judith Light y John Leguizamo. Tras su exitoso paso por el Toronto International Film Festival en septiembre pasado, tuvo su estreno comercial en Estados Unidos y la mayor parte del mundo en noviembre, y actualmente en México está disponible como parte del catálogo de Star+.
La historia gira en torno al exclusivo restaurante Hawthorn, aislado en una isla privada a la que se accede mediante un ferry. Famoso por los legendarios menús de múltiples platillos del chef Slowik (Fiennes), se trata de un lugar tan exclusivo que existe una larga lista de espera de la cual, cada noche, el chef elige personalmente a los comensales que tendrán oportunidad de degustar sus platillos, y el costo del menú es de más de mil doscientos dólares por persona.
Todo eso lo averiguamos durante la secuencia de entrada, que muestra a un grupo de personas que esperan en un muelle la llegada del ferry que habrá de llevarlos hasta el exclusivo restaurante. Tyler (Hoult), un entusiasta individuo que se ve a sí mismo como un experto culinario, se lo explica a Margot (Taylor-Joy) su joven acompañante, que no parece particularmente entusiasmada ante la idea de cenar en tan presuntuoso lugar.
Hay algo raro en su relación, pues a pesar de que se ven muy bien juntos, no actúan como una pareja, y conforme avanza la velada sus diferencias se hacen cada vez más evidentes, pero queda claro que ellos no son el centro de la historia. Desde el mismo muelle ambos identifican a algunas de las otras personas que cenarán esa noche en Hawthorne. Tyler identifica a una prestigiosa crítica culinaria (McTeer) que es acompañada por su servil editor (Paul Adelstein).
También llega al muelle una acaudalada pareja mayor (Birney y Light) y el hombre y Margot dan señas de reconocerse, lo que incomoda a ambos, aunque tratan de disimularlo. Se les suman un actor (Leguizamo) cuya popularidad es cosa del pasado y su asistente (Aimee Carrero), y el grupo se completa con un trío de desagradables hombres de negocios, ostensiblemente pertenecientes al sector tecnológico (Rob Yang, Arturo Castro y Mark St. Cyr).
De todos ellos Margot es la única persona que no parece impresionada con el lugar o con su famoso propietario, y la sensación que ella misma tiene de no pertenecer ahí se ve reforzada cuando al llegar a la isla y ser recibidos por Elsa (Chou), la mano derecha del Chef Slowik, descubre que originalmente Tyler pensaba atender a la cena en compañía de otra mujer. Además, por alguna razón su inesperada presencia parece incomodar al chef y su equipo.
Tras un breve tour por la isla y sus instalaciones, los llevan al restaurante, donde el chef les da la bienvenida. Desde el primer momento queda claro que, pese a su apacible actitud y calmada forma de hablar, es una persona de carácter dominante y obsesionada con el control. Sus cocineros responden a cada una de sus demandas e instrucciones con una entusiasta disciplina que recuerda a una unidad militar, y en todo momento exige la completa atención de los presentes.
Cada platillo se presenta de la misma manera: el chef indica el tiempo para servir y sus cocineros responden con un unísono y entusiasta "¡sí, chef!". Una vez listos los platos, el Chef da una sonora palmada y todos guardan silencio. Slowik procede a presentar el plato mientras éste es servido, siempre con un pretencioso discurso que explica el rebuscado origen de sus ingredientes y el cada vez más rebuscado concepto que hay detrás de cada preparación.
Conforme avanza la cena es evidente que algo extraño está sucediendo, y hay una creciente sensación de incomodidad entre los comensales. El teatral despliegue con que se sirven los platos genera incertidumbre sobre si la actitud de su anfitrión es parte del concepto de la cena o no, pero quienes han cenado antes en el lugar son los que parecen más preocupados por cómo van las cosas, y pronto es evidente que no se trata de una cena cualquiera.
Mylod se apoyó en un capaz equipo de colaboradores para cuidar cada detalle de su película. El diseño de producción de Ethan Tobman crea un lujoso pero sutil entorno que el cinematógrafo Peter Deming usa para convencernos de las idílicas propiedades de la isla. El diseño de audio intercala fragmentos de conversaciones y el sonido de la cocina y nos pone en medio de la acción, mientras la banda sonora de Colin Stetson marca el ritmo de la historia y poco a poco incrementa la tensión.
Además, se contrató como consultor al diseñador de comida Dominique Crenn, propietario de un afamado restaurante de San Francisco para que ayudara a recrear algunos platos de apariencia exótica y elegante. Por si eso fuera poco, el director de segunda unidad fue David Gelb, experimentado documentalista que en las escenas de cocina recreó el estilo visual usado en su popular docuserie culinaria Chef's Table, realizada para Netflix.
El guion de Reiss y Tracy es una aguda y precisa maquinaria de reloj que critica y se mofa del mundo de la alta cocina pero haciendo énfasis en los personajes, lo que da mayor importancia al trabajo de los actores y a la dirección de Mylod. Por fortuna éste supo rodearse de un talentoso elenco al cual guió de gran manera para construir una deliciosa y espeluznante sátira que se enfoca en las absurdas maneras en que la clase privilegiada llena sus vidas con excesos.
Ralph Fiennes hace un excelente trabajo al dotar al personaje del Chef Slowik con una poderosa combinación de calma y poder. Su carisma y presencia escénica lo hacen una presencia dominante que no parece amenazadora hasta que decide serlo. Por su parte, Hoult da vida a un sujeto tonto pero arrogante, y lo hace sin caer en la farsa, además de que tiene una excelente química con Taylor-Joy. La suya no es una relación de pareja, pero sus duelos verbales hacen gala de su talento y carisma.
Taylor-Joy, como el único personaje que no pertenece al pretencioso circo de snobs que finge apreciar algo que no le importa, se convierte en el avatar del espectador. Además del estelar trío de intérpretes, destaco el trabajo de Hong Chau, que sin necesidad de desplantes físicos o verbales, guía de forma condescendiente pero sin ironías a los comensales, mientras juzga sus comentarios y actitudes, como un reflejo humano del peculiar restaurante y su enrarecido entorno.
Quizá el estilo de sátira de la película no sea del agrado de todos, y por momentos el mensaje peca de obvio, además de que se trata de algo que todos sabemos bien: la riqueza extrema corrompe a la gente. Al igual que sucede con las películas y series que mencioné al inicio del texto, puede resultar frustrante que The Menu denuncie actitudes y situaciones que ya conocemos sin ofrecer mayor comentario o solución alguna, pero ése no es su trabajo.
En todo caso se podría acusar a la película de ser demasiado vaga y general con la mayoría de sus críticas, pero en lo personal prefiero las juguetonas burlas que hace a lo que pudo resultar de tomar una postura más cínica y reaccionaria para explorar sus temas. Quizá el parco y sofisticado humor de esta comedia de horror no sea para todos, pero disfruté la forma en que es presentado, como un misterio que se manifiesta poco a poco mientras deleita los sentidos.
Me gustó también la explicación que se da sobre cómo se llegó a esa noche, pues pone en contexto los crueles actos que a primera vista parecían injustificados y hasta cierto punto aleatorios, y que recogen el comentario social de la cinta sobre como el trabajo más soñado puede perder el atractivo cuando es secuestrado por gente que no lo disfruta pero tiene los recursos para convertirlo en una vacía y carente de significado manifestación de status.
La película se centra en el tema de la comida ("la comida es una historia de clases", dice uno de los personajes), la conversación se hace más abierta, y aunque la condena a los ricos y privilegiados es lo más evidente, encuentro más relevante la discusión sobre perfección e intelectualismo que puede aplicarse a las artes en general y la creciente tendencia a rodearlas de conceptos y subtextos que impiden disfrutarlas o apreciarlas sin mayores pretensiones.
The Menu es una inusual película que divierte y entretiene con su peculiar mezcla de violencia, horror, locura y humor negro, y aunque se puede argumentar que quizá pudo resolverse un poco más rápido, la combinación de talento y desempeño a ambos lados de la cámara la convierte en una película que vale la pena ver, y que además puede invitar a la audiencia a reflexionar sobre cosas que solemos dar por sentadas.
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