Las producciones originales de Netflix son criticadas por la renuencia de la marca a correr riesgos o intentar cosas fuera de lo común, y con justa razón. Incluso se hablaba de que usaban un algoritmo para elegir y aprobar proyectos: más de lo que funciona, sin importar si se vuelve repetitivo. Pero el creciente número de servicios de streaming convirtió en un competitivo mercado lo que alguna vez fue un nicho exclusivo, y las posibilidades de ver algo distinto se volvieron aún más escasas.
Quizás por eso el anuncio de Kaleidoscope, serie creada por Eric Garcia se recibió con cierto entusiasmo. Garcia es un novelista, guionista y productor con años de experiencia. Su novela más exitosa es The Matchstick Men, adaptada en una cinta de Ridley Scott, y como guionista escribió el thriller de ciencia ficción Repo Men. La premisa de Kaleidoscope sonaba intrigante: una historia sobre un robo en que los episodios pueden verse al azar, afectando la experiencia del espectador.
La serie consta de ocho episodios y se estrenó en todos los territorios de Netflix el pasado 1 de enero, con un elenco encabezado por Giancarlo Esposito, Paz Vega y Rufus Sewell, que incluye también a Jai Courtney, Tati Gabrielle, Rosaline Elbay, Niousha Noor, Peter Mark Kendall y Jordan Mendoza. El propio García escribió tres episodios, con los otros cinco escritos por otros guionistas, y un equipo de cuatro directores trabajo en dos episodios por cabeza.
A fin de contar su narrativa de una forma no lineal, en vez de la usual numeración de los episodios, cada uno de ellos, que tiene lugar en un distinto momento en la cronología de la historia, es identificado con un color: Violeta (24 años antes del golpe), Verde (7 años antes del golpe), Amarillo (6 semanas antes del golpe), Naranja (3 semanas antes del golpe), Azul (5 días antes del golpe), Rojo (la mañana después del golpe, Rosa (6 meses después del golpe) y Blanco (El Golpe).
La serie fue diseñada para que Blanco sirva como el episodio final, y hay también un prólogo, llamado Negro, que explica a la audiencia la forma en que se construyó la serie. Se supone que cada usuario de Netflix encuentra al azar una de las más de cinco mil combinaciones posibles del orden para verla, pero cualquiera puede elegir por cuenta propia el orden para hacerlo. Sé que todo eso suena como algo demasiado complejo, pero en realidad no lo es.
La historia sigue a Leo Pap (Esposito), un viejo ladrón que pasó años en prisión y ahora busca reunir un equipo para dar el golpe más grande de su vida. Los saltos en el tiempo permiten conocer más acerca de este individuo, además de que explican sus razones para salir del retiro, su motivación para planear un golpe en específico, y por qué para él se trata de una cuestión personal más que de dinero, sin importar que haya siete mil millones de dólares en juego.
Su blanco es SLS, una firma de seguridad propiedad de Roger Salas (Sewell), cuya bóveda subterránea, una de las más seguras en todo el mundo, acaba de recibir en resguardo una serie de bonos irrastreables por el valor antes mencionado, que son propiedad de tres importantes empresarios. Es general sigue la estructura de una heist movie, donde una mente maestra criminal elabora un complejo plan y reúne a los especialistas necesarios para llevarlo a cabo.
Su equipo incluye a Ava Mercer (Vega), su abogada y mejor amiga, además de la especialista en armas y contacto con los compradores de mercancía robada; Stan Loomis (Kendall), contrabandista y ex compañero de celda de Leo; Judy Goodwin (Elbay), ex novia de Stan y especialista en químicos y explosivos; Bob Goodwin (Courtney), marido de Judy y experto en cajas fuertes; y RJ Acosta Jr. (Mendoza, mecánico y chofer. Y no puedo decir mucho más porque serían spoilers.
Encuentro intrigante la idea de jugar con el orden narrativo de una historia. Netflix ya había ofrecido variaciones para ver algo, pero nunca con una narrativa continua. Los casos previos no tenían mayores repercusiones, pues fue en antologías (Love Death + Robots), donde en general no importa el orden para verla, o contenido interactivo (Black Mirror: Bandersnatch), donde cada decisión dictaba el rumbo de la historia. En Kaleidoscope todos vemos lo mismo, pero en otro orden.
Y después de haber visto la serie, lo mismo que era su mayor atractivo se convierte en el más grande de sus problemas, aún si no hay razones para decir que la serie es mala o que no vale la pena verla, porque no sólo saca provecho a un talentoso y carismático elenco para contar una entretenida historia, sino que tiene momentos brillantes. Pero eso no la exime de echar en falta un mayor desarrollo de personajes ni de sentirse más larga de lo que la historia parecía requerir.
Vayamos por partes. No es ninguna sorpresa que Giancarlo Esposito brille como el líder de los ladrones, o que Rufus Sewell sea un excelente antagonista. Paz Vega en el rol de la socia y confidente tiene gran química con Esposito, y la dinámica entre el equipo está llena de matices y prometedoras subtramas. El problema es que no son exploradas porque cada episodio debe ofrecer una introducción a todos ellos, pues puede ser la primera vez que la audiencia los vea.
Así que una y otra vez se nos muestra la tensión entre el triángulo Stan/Judy/Bob, o el odio que Leo siente por Salas. Cada vez que vemos a Ava hay un recordatorio de su incondicional lealtad hacia Leo. Y eso sin mencionar que repetidamente somos testigos de las habilidades que hacen que cada miembro del equipo sea vital para el éxito de la operación. Esos bloques básicos de información impiden desarrollar las relaciones entre ellos, además de que se vuelven un tanto repetitivos.
Algo similar sucede con los temas que la historia parece proponer pero jamás explora. Uno de los saltos al pasado muestra una escena que sirve para comentar la forma en que el color de piel impactó de forma distintiva el curso de las vidas de un par de personajes, pero el tema no se vuelve a tocar y pronto se pierde entre el obsesivo bombardeo de información que en muchos casos ya habíamos recibido en dos o tres episodios previos.
Esa reiteración y falta de construcción progresiva de la historia provoca que ocho episodios parezcan excesivos para la historia. De haberla presentado de forma lineal (lo que no implica que debían hacerlo en orden cronológico), quizá habrían bastado seis episodios. O pudieron ser ocho, y aprovechar el tiempo adicional para ahondar en el desarrollo de personajes y explorar las distintas dinámicas existentes entre ellos, ya sea en parejas o triángulos, o como colectivo.
Lo mismo aplica también para otros personajes. ¿Cómo fue que Salas construyó su imperio? ¿En qué momento convirtió a Hanna (Gabrielle) en su protegida? Y ni hablar de la Agente Abbasi (Noor) del FBI y su obsesión con atrapar a Leo, su historial de adicciones y la complicada relación con uno de sus compañeros. También me habría encantado saber más acerca de los misteriosos y aparentemente terribles propietarios de los bonos o el origen de los mismos.
Pese a esas deficiencias, la historia es bastante buena. Claro que recurre a muchos de los clichés de una heist movie, pero creo que son la clase de cosas que a nadie le molestan: el genio criminal que elaboró un plan perfecto, pero algunos imprevistos lo obligan a improvisar ajustes. La tensión cuando todo parece venirse abajo, o los coqueteos con el fracaso e incluso el autosabotaje. Son la clase de cosas que, si se usan de forma inteligente, juegan a favor y no en contra de la historia.
Supongo que eso es lo que encuentro frustrante con el resultado final. La idea de Garcia de construir una historia de forma modular, de modo que pueda contarse por partes y donde el orden de éstas altere la experiencia narrativa, era interesante y ofrecía muchas posibilidades. Del mismo modo, tenía una sólida historia sobre un elaborado robo, con todos lo necesario para satisfacer a los aficionados al género. Y me parece que su error fue convertir ambas en una sola idea.
Por lo que he visto la respuesta a Kaleidoscope ha sido positiva, y no sería raro que Netflix o uno de sus competidores decida usar la misma idea en otros proyectos. Si eso sucede, quizás alguien encuentre una historia que saque provecho a su peculiar estructura para contar algo nuevo o reinventar algún concepto o idea. O quizá sólo ofrecer distintos puntos de vista o jugar con el lenguaje visual. Sin importar el género, estoy seguro de que el concepto de verdad puede sorprender al espectador.
También me he topado con cualquier cantidad de discusiones y opiniones sobre el orden ideal para ver la serie. Algunos postulan que lo mejor es hacerlo de forma cronológica (como lo listé casi al inicio de este texto), pero en lo personal no lo recomiendo. En primera porque su diseño demanda que Blanco sea el cierre de la historia, y en segunda porque lo más probable es que el orden secuencial haga más evidente lo repetitivo de ciertos momentos.
En lo personal sugiero arrancar con Amarillo, donde se plantea el golpe y Leo empieza a armar su equipo, y desde ese punto alternar los saltos temporales hacia atrás y adelante: Verde (7 años atrás), Naranja (3 semanas después), Violeta (24 años atrás) y Azul (5 semanas después), antes de pasar a las consecuencias del golpe con Rojo (la mañana siguiente) y Rosa (6 meses después), para cerrar con Blanco, que llena todos los posibles huecos en la narrativa.
Kaleidoscope es una atractiva miniserie que ofrece momentos muy entretenidos con personajes intrigantes y bastante acción, y donde no siempre es predecible lo que está por suceder. Si gustan de las historias de heist con todos sus familiares elementos, más allá de sus defectos es una serie que no se deben perder. En el peor de los casos, se trata de una señal de que incluso Netflix, con su notoria renuencia a correr riesgos, de vez en cuando está dispuesta a probar cosas distintas.
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