En 2019 se estrenó Knives Out (Entre Navajas y Secretos, 2019), divertido tributo de Rian Johnson a los viejos whodunnits (misterios de asesinato), y fue una de las cintas más aclamadas del año. Lionsgate produciría una secuela con el detective Benoit Blanc, personaje interpretado por Daniel Craig, pero en la primavera de 2021 Netflix adquirió los derechos para dos secuelas, y el pasado 23 de diciembre estrenó la primera de ellas, Glass Onion: A Knives Out Mystery.
Glass Onion: A Knives Out Mystery (Glass Onion: Un misterio de Knives Out, 2022) fue escrita y dirigida por Rian Johnson, quien también produjo junto a su habitual socio Ram Bergman. Por increíble que parezca, la cinta presume de un elenco grupal incluso más impresionante que el de su predecesora, pues cuenta con las actuaciones de Daniel Craig, Edward Norton, Janelle Monáe, Kathryn Hahn, Leslie Odom Jr., Jessica Henwick, Madelyn Cline, Kate Hudson y Dave Bautista.
Antes que nada, es importante aclarar que no se trata de una secuela propiamente dicha, sino de una historia completa y autoconclusiva ubicada en el mismo mundo que Knives Out. Johnson se oponía a incluir el subtítulo de A Knives Out Mystery (que no aparece en pantalla), pero entiende que se usa con fines promocionales. Pueden disfrutar de esta película sin necesidad de haber visto la anterior, pero creo que, si aún no la ven, se harían un favor viendo ambas.
La cinta se filmó en el verano de 2021 y tuvo su premiere mundial en el marco del Festival Internacional de Cine de Toronto, en septiembre pasado, donde se anunció que se proyectaría en cines durante una semana, lo que ocurrió en los últimos días de noviembre. Además de una buena recaudación (fue la primera película de Netflix exhibida en las tres grandes cadenas de cines de Estados Unidos), tuvo críticas positivas antes de debutar en la popular plataforma de streaming.
Ambientada durante la pandemia, la cinta abre con un montaje que introduce a algunos de los personajes principales: La Senadora Claire Debella (Hahn), la ex modelo y celebridad convertida en empresaria Birdie Jay (Hudson), el youtuber Duke Cody (Bautista) y el científico Lionel Toussaint (Odom Jr.). Todos reciben una misteriosa caja de madera de su amigo multimillonario Miles Bron (Norton), y se enlazan en una conferencia telefónica para descifrar cómo abrirla.
La caja parece no tener tapas o uniones de ninguna clase, y requiere jugar un poco, revelando pistas hasta por fin abrirse y revelar en el centro una invitación. así nos enteramos de que Bron suele organizar una reunión exótica cada año para su grupo de amigos, a quienes se refiere como "disruptores". En esta ocasión los invita a pasar un fin de semana en una isla griega, donde van a tener un pequeño juego para resolver un misterio de asesinato.
Alguien más recibió una caja: Andi Brand (Monáe), antigua socia de Miles, quien no participa en la conferencia grupal para abrirla, y opta por una alternativa más... directa. El detective Benoit Blanc (Craig) muere de aburrimiento en casa, como descubrimos en una divertida secuencia que incluye cameos de Angela Lansbury (QEPD), Stephen Sondheim (QEPD), Kareem Abdul-Jabbar, Natasha Lyonne y Hugh Grant, pero se emociona al escuchar que lo busca alguien con una caja.
Blanc se presenta en el lugar de la cita, un puerto en Grecia, y ahí conoce al resto del grupo. La última persona en llegar es Andi, y su aparición sorprende a todos los demás, que parecen conocerla aún si nadie se alegra por el reencuentro. Un barco los lleva a la isla donde los espera Bron, quien no parecía esperar a Andi o a Blanc, aunque intenta ocultar su sorpresa ante su presencia, al menos hasta poder hablar a solas con él para averiguar cómo fue que consiguió una invitación.
La mansión en la isla es increíblemente lujosa, y el detective parece tan interesado en su anfitrión como en su peculiar grupo de invitados. Pronto descubre de qué se trata el juego planeado por Bron, pero antes de que el resto puedan siquiera pensar en cómo abordar el juego, ocurre algo inesperado que cambia las cosas y desata un enredado pero muy entretenido juego de cacería: uno de los presentes muere de forma violenta, y el culpable tiene que ser otro de ellos.
Como muchos de los mejores misterios de asesinato, desenredar la historia para descubrir quién lo hizo es secundario y la verdadera diversión radica en el camino a seguir para llegar a la verdad. O, como lo explica el propio Blanc, el misterio que enfrentan es como una cebolla de cristal: puede que tenga muchas capas, pero lo que se oculta en su corazón siempre está a la vista. Lo que no afecta el hecho de que hay un interesante e inesperado giro de tuerca a la mitad de la historia.
Johnson se regodea con el tema del juego y lo vuelve parte importante de su cinta, tanto en la historia como en su estructura misma, al tiempo que se burla de algunas de las convenciones del género y de la forma en que muchas personas encuentran atractiva la idea de resolver un homicidio siempre y cuando, claro, eso no requiera demasiado esfuerzo, lo que lleva a la inclusión de bromas y referencias a juegos como Among Us o Clue (¿Quién fue?), enmarcando situaciones particulares.
Pero lo que en verdad separa a Glass Onion (junto con Knives Out) de otras historias de misterio, es su cuidada construcción de personajes, que además va de la mano de una extraordinaria labor de casting, con un elenco tan comprometido con sus roles que al final el espectador queda con una ligera frustración por no haber tenido oportunidad de ver y conocer un poco más de estos peculiares personajes antes de que se resolviera la historia.
Y es que, aunque la mayoría de los comentarios se han centrado en la labor actoral realizada por Craig, Norton, Hudson y Monáe, el resto del reparto hace un gran trabajo y logra dotar de credibilidad a personajes que, en esencia, son meras caricaturas de los arquetipos más comunes entre las celebridades que vemos en las noticias o redes sociales, y bajo la acertada dirección de Johnson evitan que la fina sátira que realizan se vea reducida a una mera farsa.
Johnson construye mundos y personajes a partir de pequeños detalles, y en Glass Onion hay un par de escenas donde esto es evidente. Cuando el grupo se reúne en el muelle, en un par de minutos nos queda clara la postura de cada uno respecto al uso de cubrebocas y distanciamiento social, presentado de forma sutil, como parte de sus personalidades y reflejando sus estilos de vida, tal como lo observa Blanc, quien trata de descifrar la clase de personas que son.
El influencer machista y su mujer (Cline), con su ideología de extrema derecha, descartan ambas medidas: no creen en el virus. El científico es celoso de sus cuidados, a la modelo le preocupan más las cuestiones estéticas, la política lo hace por protocolo etc. La otra escena es la de sus bebidas favoritas, que indican mucho sobre la personalidad de quien las prefiere o, en el caso de Peg (Henwick), la asistente de Birdie, lo poco que la servidumbre le importa a su anfitrión.
Todos esos detalles se van sumando en una estilizada construcción antes de llevar a la explicación del juego, pero después de la cena es cuando las cosas se ponen en verdad interesantes, pues al revelarse un gran giro argumental descubrimos que las entretenidas distracciones ideadas por Johnson funcionaron de maravilla, pues no sólo no hemos avanzado en la resolución del misterio, sino que ni siquiera hemos entendido cuál es el verdadero misterio.
La cebolla revela más de sus capas cuando una serie de flashbacks muestran parte de la información que no teníamos, ya sea al agregar detalles que desconocíamos, o mostrando una perspectiva diferente de momentos que ya habíamos visto. De ese modo Johnson juega justo, pues después de moverle el tapete a la audiencia permite que el espectador entienda mejor a los sospechosos y acompañe a Blanc en su labor de observación y detección para tratar de descubrir al culpable.
En ese sentido es importante aclarar que el director no pretende crear un misterio profundo, sino que opta por hacer algo más ligero, burlándose gentilmente de sus personajes de una manera que permite que la audiencia lo disfrute. Esto resulta en una curiosa experiencia con un inesperado efecto catártico que no sabíamos que necesitábamos al ver expuestos como fraudes a políticos, influencers, celebridades y "genios" del mundo de los negocios.
Y es que si algo separa a Glass Onion de Knives Out, que también se mofaba de los ricos con su retrato de la superficial y disfuncional familia Thrombey, es que a lo largo de toda la película es palpable la sutil pero poderosa ira reprimida que el realizador inyectó en su historia al momento de escribir su guion, y ésa es la razón para que la cinta, sobre todo en su desenlace, se sienta como una bienvenida liberación del grito que todos llevamos ahogado en la garganta.
Claro que el blanco de esa ira lo notó, y algunas figuras públicas han manifestado su descontento bajo la mal disfrazada pretensión de criticar la película como obra artística, lo que hacen con la misma gracia y capacidad que caracteriza a sus actividades cotidianas. Es decir, ninguna. Seguro se han topado con los fans de Elon Musk, que denuncian la película como un ataque directo aun cuando Johnson ha repetido una y otra vez que Bron no está basado en una sola persona.
De hecho, si me preguntan, creo que el personaje interpretado por Edward Norton tiene más de Mark Zuckerberg que del actual propietario de Twitter, lo que no evita notar guiños que apuntan, además de Musk, a Jeff Bezos, la familia Trump y otros multimillonarios que suelen vender la imagen de visionarios emprendedores pese a la gran cantidad de evidencia de que en realidad son oportunistas que acostumbran tomar el crédito por las ideas de otros.
El misterio en Glass Onion no es tan profundo o elaborado como el presentado en Knives Out, y si se le analiza a fondo es fácil exponer muchas de sus grietas, pero eso no quiere decir que el espectador pueda resolver el crimen de forma temprana. Me parece deliberada la manera en que Johnson lleva a la audiencia por el camino que él elige, de una forma ingeniosa y llena de divertidas distracciones que hacen de su película una experiencia sumamente disfrutable.
Es probable que Johnson sea el principal responsable de haber revivido a un género que estaba casi olvidado, y no me puedo quejar. De hecho, pueden contarme entre aquellos que estarían felices de ver una nueva aventura de Benoit Blanc cada dos o tres años por todo el tiempo que Johnson y Craig deseen hacerlas. Puede que no sean los mejores misterios, pero como meras unidades de entretenimiento, pocas películas pueden provocar una sonrisa con tanta facilidad.
Ahora sólo resta esperar los ineludibles anuncios del título de la siguiente entrega y del espectacular elenco que seguro tendrá. Mientras tanto, podríamos iniciar un juego de especulaciones: ¿su título también será tomado de una canción? ¿volverá a cambiar de forma radical el escenario de la historia? ¿de qué parte de nuestra mediática y superficial sociedad se burlará ahora? La verdad, no importa, porque si algo he aprendido, es a confiar en lo que sea que decida Rian Johnson.
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