jueves, 24 de marzo de 2011

The Wasp Factory, de Iain Banks

A Iain Banks lo conocí hace unos veinte años gracias a que me encontré con dos de sus novelas de ciencia ficción, Consider Phlebas (Pensad en Phlebas) y The Player of Games (El Jugador), ambas pertenecientes a la saga de La Cultura y las dos firmadas como Iain M. Banks, variación de su nombre que el autor utiliza cuando sus obras pertenecen al género de ciencia ficción. 

Aparentemente para la mayoría de los lectores la forma en que se acercan a su obra suele ser en sentido opuesto, pues es sólo después de haber leído su aclamado trabajo como escritor de ficción "seria" que deciden darle una oportunidad a sus piezas de género.

The Wasp Factory fue su primera novela, publicada en 1984 y a la fecha es considerada como una de las mejores novelas británicas publicadas en el siglo XX, así como su autor está considerado entre los mejores 50 autores británicos aún vivos. Lo que me recuerda algo que siempre me he preguntado. ¿Se actualizan esas listas? ¿Cuando alguien muere existe una lista de reservas y se elige de ahí un sustituto? Suena estúpido, y personalmente creo que en ocasiones nos tomamos demasiado en serio esa clase de listas autoritativas y definitorias, razón por la que usualmente solo las utilizo como apoyo en cuestión de sugerencias.

La novela está narrada en primera persona por su protagonista, Frank Cauldhame, un adolescente de dieciséis años que vive con su padre en una granja alejada de toda la civilización. Frank no asiste a la escuela -su propio padre se ha encargado de educarlo- y solo acude al pueblo más cercano en ocasiones en que desea convivir con su único amigo, Jamie, un enano con quien acostumbra embriagarse en cada visita. Pronto se revela que Frank es un eunuco, habiendo perdido sus genitales en un accidente con el perro de la familia cuando era muy pequeño. Pero los problemas de Frank van más allá de lo físico.

Desde las primeras líneas de la novela Frank confiesa haber matado a tres miembros de su familia, todos ellos niños, y en los tres casos fue algo que hizo de forma premeditada, fría y calculadora, y sin embargo se trata de algo a lo que no da importancia, mencionando que eso fue hace unos años y se trató sólo de "una fase por la que estaba atravesando". 

La propiedad de su familia se encuentra en una isla, la cual Frank considera su domino y como tal la vigila con una rudeza y propósito que resultan reminiscentes de los niños en Lord of the Flies.

Tiene varas de sacrificio y acostumbra poner en ellas las cabezas de animales sacrificados o bien objetos a los que por diferentes razones les atribuye propiedades shamanísticas. La "fábrica de avispas" a que hace mención el título es un complejo montaje que Frank construyó en su ático. Tiene la carátula de un viejo reloj de la torre del pueblo que él rescató del basurero local colocada en una caja de vidrio, en la cual construyó túneles que van del centro a los doce numerales, y detrás de cada número existe una trampa mortal, donde las avispas que introduce en el centro de la caja encuentran la muerte de diferentes formas: quemadas, aplastadas, ahogadas en la orina de Frank, etc. Frank tiene la idea de que la muerte que cada avispa "elige", ofrece una predicción sobre un evento futuro.

Sorprendentemente, Frank no es el loco de la familia. Eric, su hermano mayor, fue recluido en un hospital psiquiátrico luego de que, tras presenciar un traumatizante acto de negligencia en el hospital donde realizaba sus prácticas previo a graduarse como médico, éste quedara tan dañado psicológicamente que lo único que hacía en el pueblo era quemar perros y fastidiar niños. Frank rehuye el contacto con el mundo exterior porque considera que este fue la causa de lo que ocurrió a su hermano. Al principio de la novela Frank y su padre son informados de que Eric escapó del psiquiátrico y puede pretender volver a casa.


Hacia el final del libro aparece Eric, y la confrontación familiar revela el secreto tras muchas de las excentricidades de Frank, el oscuro pasado que su padre intentaba ocultar. Las revelaciones que ofrece tras el reencuentro alteran el resto de la novela de una forma perturbadora, sobre todo considerando la habilidad con que Banks construyó la historia y dio vida a sus personajes. Pero quizá su el mayor mérito sea lograr que el lector simpatice con la monstruosa figura de Frank, que es un peligroso sociópata capaz de los actos más perturbadores. Las muertes descritas en el libro no son detalladas al extremo de volverse gore, pero la forma ausente y despreocupada con que Frank recuerda los asesinatos que cometió o describe los sacrificios que realiza rayan en una mórbida y oscura historia de horror con tintes de humor negro.

Tal vez no sea la clase de lectura que pueda resultar del agrado de cualquiera, pero es innegable que se trata de una gran novela de ficción que danza habilidosamente sobre la línea que separa la ficción natural de la de horror, y que pertenece a esa rara clase de historias capaces de provocar toda clase de sentimientos y emociones en el lector. Altamente recomendada.

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