Zack Snyder tiene apenas un puñado de películas en su filmografía, pero le han bastado para hacerse una reputación como alguien que sabe trabajar con efectos visuales y aprovecharlos al máximo para dotar a sus películas de secuencias visualmente espectaculares.
A mi juicio su mejor película hasta ahora es la primera que dirigió, un atinado y excitante remake de Dawn of the Dead (El Amanecer de los Muertos). Esa película fue seguida de dos adaptaciones de cómic, 300 y Watchmen, con logros visuales indiscutibles pero cuyo contenido narrativo pongo en tela de juicio.
Luego hizo una cinta animada, Ga'Hoole: Legend of the Guardians (La Leyenda de los Guardianes) que no he visto, y se anunció que será el responsable del relanzamiento de la franquicia de Superman para el próximo año. Sucker Punch es su quinto largometraje pero representa su debut como guionista, y después de ver los resultados, uno se pregunta si algún estudio le permitirá intentarlo nuevamente.
Baby Doll (Emily Browning) es una joven de veinte años que tras la muerte de su madre se ve obligada a lidiar con su padrastro (Gerard Plunkett), que no siente la mínima estima por ella o por su hermana menor. Tras una violenta confrontación que termina con la muerte de su hermana, su padrastro la recluye en una institución mental, donde además hace arreglos con un camillero para que se le realice una lobotomía a la brevedad posible.
Baby Doll escapa de la única forma que le es posible: dentro de su cabeza. Para ella, el lugar al que la llevan tras quedar huérfana es un burdel, administrado por Blue (Oscar Isaac), que en realidad es el camillero, y donde Madame Gorski (Carla Gugino), que en el mundo real es la psiquiatra responsable de la clínica, las prepara para montar el espectáculo de variedad con que reciben a sus clientes.
Pronto hace amistad con un grupo de pacientes: Blondie (Vanessa Hudgens), Amber (Jamie Chung), y las hermanas Rocket (Jena Malone) y Sweet Pea (Abbie Cornish), con quienes comparte su plan para escapar antes de que se cumpla el plazo en que será entregada al Gran Apostador (Jon Hamm), es decir, al médico responsable de realizar la lobotomía.
Pero entonces descubrimos que Baby Doll tiene fantasías dentro de su fantasía (¡A lo mejor es como Inception!), donde se ve a si misma y a sus nuevas aliadas como guerreras intentando reunir los objetos que necesitan para llevar a cabo su plan. Lo que parecía anunciar una estructura de búsqueda y conquista se convierte en un cliché básico de videojuego: completa la misión, recoge el premio, avanza al siguiente nivel.
El problema con estas fantasías de videojuego es que se presentan de la forma acostumbrada, es decir, como típicas fantasías de poder de adolescente masculino, incluyendo la sexualización de todos los personajes femeninos, lo que tomando en cuenta su presunto discurso sobre la fortaleza del individuo, choca con la idea de que hayan salido de la mente de una atormentada joven en busca de escapismo.
Los visuales de la película, al menos dentro de las fantasías dentro de una fantasía de Baby Doll, son espectaculares, pero son secuencias que se sienten completamente huecas y sin sentido, además de que pierden fuerza conforme pasamos a la siguiente, resultando las dos primeras las más logradas y espectaculares.
La publicidad de la película habla de los peligros de perder el contacto con la realidad y permitir que se entremezcle con la fantasía, y por momentos parece ser que fue el propio Snyder quien perdió el piso y toda noción de lo que estaba haciendo, olvidándose de contar una historia y sumergiéndose en el mundo de empoderamiento adolescente que creo para su protagonista.
Entré al cine con la idea de disfrutar de una generosa dotación de golosina visual, y mis expectativas eran más bien bajas. Algunas de las secuencias de fantasía resultan espectaculares, pero las encontré cortas y sin desarrollo. Vi a cinco atractivas jóvenes en atrevidos y sexys atuendos que participan en actos de extrema y fantástica violencia gráfica, pero y la película nunca pudo hacer click conmigo.
Por fortuna he constatado que no fui el único que se sintió así, por lo que puedo culpar a Snyder sin ningún remordimiento. Fui al cine atraído por el eye candy que me prometieron en los avances, y aunque no puedo negar que hubo un par de bocados deliciosos, al final descubrí con desencanto que la gran mayoría eran sólo aspartamé con saborizantes genéricos.
Si no les molesta pasar más de hora y media revisando el demo reel de Snyder y sus colaboradores, y si sus expectativas son lo suficientemente bajas, puede ser que disfruten al menos parte de la película. Pero si lo que buscan es entretenimiento con un mínimo de historia y desarrollo de personajes, apuesto a que en alguna parte de la cartelera pueden hallar algo mejor que esto. Vagamente recomendada, y con muchísimas reservas.
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