Una de las películas que estuvieron nominadas este año al Oscar como Mejor Película que todavía me faltaban por ver era precisamente la que al final de la noche se llevó la codiciada estatuilla: The King's Speech (El Discurso del Rey).
Se trata de una modesta (al menos para los estándares de la industria hollywoodense) producción británica que, de forma alterna y por momentos, se siente como un buddy film, un drama costumbrista, una película de época, o una simple feel-good movie, y sin embargo no es en realidad ninguna de esas cosas, y me parece que justo ahí es donde radica su éxito.
The King's Speech está basada en la historia del Rey George VI, quien antes de ser monarca del Imperio Británico era conocido en su país por su notable tartamudeo, y la película se enfoca en el periodo que va desde su primera y traumatizante experiencia en un acto público hasta el momento en que tiene que dirigirse a su pueblo al inicio de la Segunda Guerra Mundial cuando apenas iniciaba su reinado.
Albert (Colin Firth), el Duque de York, era el segundo hijo de George V (Michael Gambon), rey que se hiciera notar por ser el primero en hacer uso constante de la radio para emitir mensajes a sus súbditos durante eventos y ocasiones especiales. El tartamudeo de Albert nunca impidió que su padre le ordenase emitir algunos discursos o participar en eventos donde se le requería hablar en público, lo que representaba para él una constante fuente de frustraciones.
Cansado de lidiar con pomposos médicos y arcaicos e ineficientes tratamientos en busca de resolver su problema, el príncipe estaba listo para olvidarse definitivamente del asunto cuando su esposa (Helena Bonham Carter) contactó a un recomendado aunque inusual especialista en problemas de lenguaje de nombre Lionel Logue (Geoffrey Rush), y convenció a su marido de darle una oportunidad.
Logue tiene una aproximación más personal al problema del Duque de York, y trata al príncipe con una familiaridad y desparpajo que seguramente hubiesen horrorizado a la aristocracia inglesa de haber sido hecho públicos en su momento. A diferencia de los médicos y especialistas que habían tratado al Duque a lo largo de los años, Logue se enfocó en la raíz del problema, en el aspecto psicológico que era la causa de los problemas del futuro monarca para poder expresarse correctamente. En el proceso Logue se fue poco a poco convirtiendo en algo más que un sirviente para el príncipe, desarrollándose entre ellos una curiosa amistad.
Un presupuesto que no alcanzaría siquiera para pagar el salario de alguna de las estrellas norteamericanas vigentes en la actualidad le bastó a Tom Hooper para completar este joyita de película, contratando los servicios de David Seidler, un excelente y veterano guionista, y rodeándose de buenos actores para representar a algunas de las figuras históricas más reconocidas y prominentes de la Gran Bretaña de mediados del siglo pasado.
Además de la extraordinaria actuación de Colin Firth en el papel del Príncipe Albert/George VI, y de las sobrias pero no menos sobresalientes interpretaciones de Geoffrey Rush y Helena Bonham Carter, me gustaría destacar a Guy Pierce y Timothy Spall de entre el resto del elenco. Pierce interpreta al Príncipe Edward, cuya desparpajada actitud y vida al borde del escándalo constante lo llevaron a abdicar al trono al poco tiempo de haber sido coronado, en tanto que Spall, a quien personalmente ubico solo por sus papeles de comedia, hace una inusual pero interesante interpretación de Winston Churchill.
La película me gustó mucho, pero no estoy seguro de que me atrevería a afirmar que se trata de la mejor de entre todo lo producido el año pasado. En lo personal mantengo mi postura de que The Social Network es una película que con el paso de los años (sobre todo una vez que la gente deje de pensar en ella como "la película acerca del origen de Facebook") será cada vez más apreciada por todo lo que es y lo que representa.
Aún así, The King's Speech es una excelente película que debiera ser del agrado de toda clase de audiencias. Altamente recomendada.
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