Las declaraciones de Alonso Lujambio, Secretario de Educación Pública, en el sentido de que las telenovelas pueden ayudar a combatir el rezago educativo y convertirse en una herramienta de apoyo para la enseñanza causaron toda clase de críticas tanto en medios como en redes sociales, y con justa razón. Aunque coincido con el comentario de mi amigo Francisco Espinosa sobre lo incorrecto de condenar y señalar a un medio o genero completo y descalificarlo en automático sólo porque sí, en este caso, debido a los ejemplos usados por el Secretario Lujambio, resulta más que merecido.
Las expresiones del titular de la SEP están totalmente fuera de lugar, pues si bien es cierto que las telenovelas pueden ser un medio tan válido como cualquier otro para ayudar a difundir material educativo y cultural, también es un hecho que hace mucho tiempo que el contenido de las telenovelas mexicanas, y en especial el de las producciones de Televisa o, más concretamente el de las producidas por Juan Osorio, a quien Lujambio mencionó, dista mucho de aspirar a esos objetivos.
Les recomiendo le echen una leída, pues resulta bastante divertido y, quizá tristemente, suena como una versión bastante plausible de las consideraciones que existen durante el proceso de conceptualización y preproducción de los melodramas que dominan la producción televisiva nacional.
Ojalá las autoridades de este país se dejaran de payasadas ante los medios y se pusieran a trabajar, sobre todo en lo concerniente a la educación, donde tenemos un enorme rezago, pues sería deseable que se crearan programas de difusión cultural y que se hiciera algo más por el fomento a la lectura que la vacua campaña publicitaria de Leer es Divertido que, honestamente, me parece bienintencionada pero por completo inútil e insuficiente.
Ojalá las autoridades de este país se dejaran de payasadas ante los medios y se pusieran a trabajar, sobre todo en lo concerniente a la educación, donde tenemos un enorme rezago, pues sería deseable que se crearan programas de difusión cultural y que se hiciera algo más por el fomento a la lectura que la vacua campaña publicitaria de Leer es Divertido que, honestamente, me parece bienintencionada pero por completo inútil e insuficiente.
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