Inception (El Origen) es el séptimo largometraje de Christopher Nolan, y de acuerdo con el director es uno de sus proyectos soñados. Empezó a escribir el guion en 2002 tras acabar su remake de Imsomnia, y le tomó siete años terminarlo.
Lo complicado del asunto es que no se trata de extraer información de la mente de alguien, sino de sembrar ahí una idea, lo que en teoría es imposible. A pesar de ello, Cobb afirma que es posible y que lo sabe porque él lo ha hecho antes, así que acepta el trabajo.
Para llevarlo a cabo necesita un equipo, así que además de su mejor amigo Arthur (Joseph Gordon-Levitt), recluta los servicios de Ariadne (Ellen Page), una estudiante de arquitectura que será responsable de crear los laberintos de sueños; Eames (Tom Hardy), un falsificador con experiencia realizando fraudes en los sueños de otros; y Yusuf (Dileep Rao), un químico que proporcionará las drogas necesarias para inducir un sueño tan profundo como para plantar sueños dentro de sueños.
Queda claro que, a pesar de las apariencias, Inception es una heist movie, una película de ladrones en que un grupo planea un complejo golpe y lo realiza a la perfección pese a los obstáculos en su contra. Pero en vez de asumir las características del género y usarlas, Nolan prefirió ser pretencioso y dejó que algunos de los elementos más interesantes de su historia cayeran a segundo plano, concentrándose en los problemas psicológicos de Cobb y minando cualquier posibilidad de lograr una película más profunda e inteligente.
No ahonda al explorar a sus personajes, que se convierten en cartones con la misma profundidad que los extras que pueblan el subconsciente de sus soñadores, clichés de lo que espera sea una banda de súper ladrones. Por fortuna reunió a un talentoso elenco que incluye, además de los ya mencionados, a Michael Caine, Marion Cotilliard, Tom Berenger, Cyllian Murphy y Pete Postlethwaite, que a base de talento personal evitan que la película parezca un show de marionetas.
El problema de ser pretencioso sin estar dispuesto a arriesgarse creativamente, es que los intentos de dar profundidad a la historia resultan obvios. Los nombres de algunos personajes son un claro ejemplo: Ariadne diseña el laberinto del sueño y poco a poco se convierte en la única esperanza de Cobb para salir de éste, tal y como Ariadne ayudó a Teseo a salir del laberinto de Creta, en tanto que Yusuf (arábico de Josef o Yosafat) se prepara para prevenir desastres dentro de los sueños, tal como el personaje bíblico del mismo nombre usa su don de interpretar los sueños para prevenir catástrofes.
Inception es una película moderadamente entretenida y con detalles visuales interesantes, pero con muy poca sustancia y complejidad. Entretenida y cumplidora pero poco original, con visuales bien realizados pero poco emocionantes (no incluye nada que no hayamos visto antes), le película es víctima de su propia publicidad al ser incapaz de cumplir las expectativas generadas por el estudio y los entusiastas espectadores que compraron con gusto la campaña.
Confieso que me ofendió un poco la soberbia de Nolan al pretender que su película sea como un absorbente sueño que envuelve a la audiencia al usar en los créditos finales la misma melodía que alertaba a los soñadores que estaban a punto de despertar, pero a esas alturas la verdad es que ya no me importaba.
En ocasiones una película es rebasada por el aparato mercadológico que la soporta, yse convierte en un elemento más de la campaña en vez de ser la razón de existir de ésta. Y ese parece ser el caso de cualquier proyecto de Christopher Nolan después de Batman Begins. Desde entonces, Warner Pictures lo ha convertido en una de sus propiedades más preciadas, rodeándolo de algodones y no escatimando recursos para armar y promocionar sus proyectos.
Es muy difícil que un director en Hollywood cuente con esa clase de apoyo de un estudio e implica una enorme responsabilidad, pues es obvio que esperan recuperar con creces su inversión, lo que se traduce en una responsabilidad del director de realizar películas que gocen de éxito comercial, dejado en segundo plano el satisfacer sus propias expectativas como creador. Ignoro si ese sea el caso de Nolan, pues parece bastante satisfecho con sus producciones y con la respuesta que han tenido en taquilla.
Nolan es un director capaz y con méritos técnicos que en el Hollywood actual sólo son superados por los de David Fincher, pero creo que aún no ha hecho nada como para considerarlo un gran director. Creo que le haría bien seguir el ejemplo de gente como Steven Soderbergh o incluso George Clooney, que alternan superproducciones de estudio con proyectos personales donde el contenido importa más que la forma y las ideas reciben el valor que merecen en manos de gente creativa y comprometida con su trabajo.
En realidad no puedo culparlo por la desmedida reacción de cierto sector de la crítica y el público, que parecen dispuestos a coronarlo como un genio, un realizador consagrado que produce una obra de arte detrás de otra, y que alcanzan niveles tan ridículos como para listar esta producción, muy entretenida pero mayormente superficial, entre las mejores cinco películas de todos los tiempos, y no parecen ser cinéfilos que contemplen siquiera la obra de directores como Kurosawa, Scorsese, Herzog, Hitchcock o Welles, que no aparecen en sus listados tipo Top 20.
En lo personal pondría a Nolan en la misma categoría de Spielberg, Zemeckis o Bay, lo que en realidad no tiene nada de malo, pero creo que aún está lejos de ganarse un lugar entre los grandes realizadores y visionarios que han hecho del cine un arte más allá de la industria.
Es un realizador joven y con muchos años por delante, y todavía podría convencerme de lo contrario, pero echando un vistazo a sus futuros compromisos, dudo que sea así. La otra ruta es más fácil y, a la larga, mucho más lucrativa, así que no hay razones para pensar que vaya a optar por hacer algo distinto.
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