miércoles, 14 de octubre de 2009

Reseña: Inglorious Basterds

Sin duda una de las películas más esperadas del año era la más reciente realización de Quentin Tarantino, Inglorious Basterds. Se trata de un proyecto en que Tarantino estaba trabajando desde antes de empezar a escribir Kill Bill, pero dado que no estaba satisfecho con el final de su guión decidió guardarlo y concentrarse en aquella película devenida en duología, misma que a su vez tenía en mente desde Pulp Fiction. Una vez terminada aquella obra y satisfecho el capricho de hacer Deathproof/Grindhouse, el popular guionista y director decidió desempolvar su guion para acabarlo de una buena vez.



Siempre se ha sabido de la pasión de Tarantino hacia los spaghetti westerns, y en muchas de sus películas es notoria la influencia de ese género. Inglorious Basterds no es la excepción. De hecho, el homenaje estuvo a punto de ser más obvio si la película hubiese conservado su título original, Once Upon a Time in Nazi-occupied France (Érase una vez en la Francia Ocupada por los Nazis), o si Ennio Morricone hubiese podido crearle una partitura original, como se supone sería el caso. El título quedó como el nombre del Capítulo 1 de la película, y la música toma algunas piezas de obras anteriores del Maestro Morricone.

Acerca de la película, creo que sobra decir que Tarantino no es bien visto por todo el mundo y que sus películas tienden a dividir marcadamente las opiniones de la crítica y audiencia. Del mismo modo, creo que para estas alturas, y luego de más de quince años, uno sabe perfectamente que esperar de una película de Quentin Tarantino y basado en esa expectativas debiera juzgar cada película.


Inglorious Basterds (Bastardos sin Gloria) tiene como protagonistas a un grupo de soldados norteamericanos de origen judío, quienes se han convertido en una especie de comando cazador de nazis, causando desorden y temor entre las líneas alemanas El grupo es dirigido por el sargento Aldo Raine (Brad Pitt). Es 1944 y la contraofensiva aliada se está preparando.

Una joven judía sobreviviente del asesinato de su familia a manos de la Gestapo vive bajo una nueva identidad en París, donde es propietaria de un cine. Emannuelle (Mélanie Laurent) llama la atención de un joven soldado alemán (Daniel Brühl) a quien pretende rechazar, pero quien resulta ser no solo un héroe de guerra, si no también el protagonista de la más reciente obra del cine propagandista nazi dirigido por Herman Goebbels.


El joven soldado, cegado por su atracción hacia Emannuelle, convence al Ministro de Propaganda para cambiar sus planes y estrenar la película en una función privada en el cine de la joven francesa. Esto lleva a la muchacha a planear su largamente esperada venganza en contra de los nazis. Al mismo tiempo, la inteligencia aliada se ha enterado de que varios miembros del Estado Mayor nazi viajarán a Francia para asistir a la función, así que empiezan a trabajar en un plan para atacar el cine el día que ésta se celebre.

Traiciones, malentendidos y la actuación de un excelente detective (Christoph Waltz) al servicio del partido Nazi, echan por tierra muchos de los planes de los protagonistas, desencadenando una serie de inesperadas confrontaciones en un enardecido climax de violencia y destrucción.


Obviamente la película tiene muchas de las características que uno espera del cine de Tarantino: humor negro, exagerada violencia gráfica, citas memorables, y toda clase de referencias y homenajes a cine clásico de diferentes épocas y géneros o a temas de la cultura popular. Podría dedicar muchas líneas a enumerarlos, pero apuesto a que hay muchos sitios donde seguro han hecho un trabajo detallado y comprehensivo, así que me quedo con dos de los que más me divirtieron: el uso de la pipa de Sherlock Holmes para indicar quien es el detective en la historia, y el velado pero nada discreto homenaje al actor mexicano de películas serie B, Hugo Stiglitz.

Si les gustan las películas de Tarantino, o si buscan una opción de entretenimiento y no le temen al exceso de violencia, no se deben perder Inglorious Basterds. Si por el contrario son de aquellos que consideran que Tarantino no es más que un muchacho malcriado a quien se le ha permitido durante demasiado tiempo jugar a ser cineasta, bueno... pues en ese caso supongo que no habrán llegado hasta estas últimas líneas.

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