Dominic Sena ha hecho su carrera como director de videos musicales, y sólo había hecho dos incursiones en cine, primero con un remake de Gone in 60 Seconds (infinitamente inferior a la original, lo que resulta preocupante si consideramos que aquella era una b-movie), y después con la exagerada e improbable pero muy entretenida Swordfish.
La historia es una adaptación bastante vaga de la novela gráfica del mismo nombre que comenté en otro texto. Los problemas de la película comienzan desde el horrendo título utilizado en español: Terror en la Antártida. A veces pienso que las distribuidoras no están conscientes del acto de autosabotaje que cometen cuando deciden utilizar esa clase de apelativos.
Carrie Stetko es (Kate Beckinsale), una alguacil de los Estados Unidos que justo antes del invierno polar debe investigar el primer homicidio en la Antártida. Conforme busca pistas que la conduzcan a la identidad del asesino, descubre que puede ser algo mucho más complicado, sobre todo cuando empiezan a acumularse los muertos y aparece Pryce (Gabriel Macht) un agente de la ONU, para supervisar el caso, aunque sus credenciales no lo exentan de sumarse a la lista de posibles sospechosos de Carrie.
Tengo sentimientos encontrados sobre la elección de Beckinsale para el papel principal. La actriz hace un respetable trabajo como una agente que eligió el exilio en la estación Amundsen-Scott debido a un traumático incidente en su pasado, y logra una balanceada mezcla de dureza y profesionalismo con un toque de vulnerabilidad que hace a su personaje atractivo para la audiencia. Eso estaría muy bien si fuese parte de una historia más compleja o mejor manejada, pues su personaje se siente fuera de lugar en su situación.
El personaje de Carrie es mucho más interesante en la novela gráfica justo porque no debía ser interpretado por alguien atractivo física o emocionalmente. Carrie no tiene amigos y su presencia no es bien vista por el personal de la estación, lo que ayuda a entender que nadie esté dispuesto a colaborar con ella y que varios personajes incluso parezcan obstinados en entorpecer su investigación, pues podría resultar en que pierda su trabajo y tenga que abandonar el polo.
Con Beckinsale en el papel, es normal que los hombres de la estación se sientan atraídos por ella, incluidos el jefe de estación y el doctor, que parece tener una relación casi paternal con ella. El Dr. Fury es interpretado por Tom Skerritt, a quien hace años no veía y me da gusto ver que todavía es capaz de enriquecer cualquier película con su sobria interpretación. Uno de los principales problemas de la película es el enfoque para contar la historia, que se vuelve un thriller policíaco cualquiera, con un paisaje diferente como su único punto original.
El personaje de Pryce sustituye a Lily Sharpe, la agente británica que apoya a Carrie en la novela gráfica. Alterar así la dinámica de personajes creada por Rucka afecta la historia, que en vez de aprovechar uno de los clichés del género (dos policías de diferentes dependencias, con distintas personalidades y forma de trabajar, pero que trabajan bien en equipo y se hacen amigos) con el giro de usar a dos mujeres, y en vez de eso cae en la trampa de usar una pareja mixta y ni siquiera se toma la molestia de crear un poco de tensión sexual.
Lo que me lleva a otro problema. Macht no es un buen actor, y si a alguien le quedaban dudas después de The Spirit, Whiteout debe bastar. La combinación de mal personaje y mal actor nunca resulta bien y aquí hay otro ejemplo. Su personaje es plano y carece de rasgos distintivos, y parece estar en la película sólo para añadir otro sospechoso y darle a Carrie con quien interactuar. Fuera de eso, la película tiene momentos visuales interesantes y secuencias de acción bien logradas, pero queda una sensación de vacío tras los intentos narrativos de Sena.
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