Este es otro pendiente que vengo arrastrando desde diciembre pasado.
Acordamos que en los próximos meses le voy a prestar cuanto material de lectura desee explorar, y mientras buscaba los libros me encontré ojeando 1984, la influyente novela distópica de Orwell. El caso es que no pude resistirme y empecé a leerlo otra vez. La primera vez que lo leí debe haber sido hace unos 15 años, en español, gracias a una copia de la biblioteca del CCH Sur que me acompañaba entre clases.
Y si entonces me pareció fascinante, esta segunda lectura me ha hecho apreciarlo aún más. En ésta ocasión fue una edición de bolsillo en inglés que adquirí hace un par de años en una librería de viejo, y tiene el atractivo adicional de incluir un epílogo de Erich Fromm.
En realidad no creo que el idioma haya sido factor para entender aspectos del libro que pasé por alto la primera vez, y pienso que en realidad la diferencia no fue el libro, sino mi persona. En aquel entonces era un adolescente curioso con ganas de aprender que se centró en los aspectos más atractivos del libro para alguien de mi edad: el sistema represor, los mecanismos de control de masas, el deseo de rebelión, etc.
Ahora tengo más edad y la experiencia que viene con ella, además de una mejor comprensión del mundo, lograda a través de lecturas y vivencias personales, y consciente de que me tocó vivir un momento histórico donde las condiciones de la sociedad y el desarrollo tecnológico harían posible que el mundo cayera en una situación similar a la que Orwell planteaba en su legendaria novela.
Hace un par de meses mi buen amigo Paco Espinosa comentó en otro blog que para él 1984 es una historia de terror. Imagino se refiere a lo cerca que estamos de que el mundo caiga en ese fanatismo extremo y sin sentido de pseudo-nacionalismo autoritario.
Orwell escribió el libro en los 1940 pensando en el régimen stalinista de la Unión Soviética y la Alemania nazi de Hitler, pero es alarmante la cantidad de países que poco a poco acercan su modelo de gobierno a uno similar al descrito en la novela, donde el Estado asume la pose de figura paterna y protectora, e invita a renunciar a ser un individuo a cambio de pertenecer a algo más grande.
Me llama la atención la estructura de gobierno de Oceanía, con su división en Ministerios con nombres que nada tienen que ver con su verdadera función más allá de la percepción que desean crear. el Ministerio de Abundancia raciona y limita el abasto de bienes de consumo, el Ministerio de Paz opera las fuerzas armadas, el Ministerio de la Verdad controla la información pasada y presente, y censura, moldea y altera cómo llega a la población, y el Ministerio del Amor vigila a la población en busca de disidentes que requieran ser "reeducados".
Ese uso del lenguaje para cambiar el significado de algo me recuerda una frase de otro de mis autores favoritos, Philip K. Dick, acerca del poder de las palabras:
The basic tool for the manipulation of reality is the manipulation of words. If you can control the meaning of words, you can control the people who must use the words.
Que se puede traducir como:
La herramienta básica para la manipulación de la realidad es la manipulación de las palabras. Si puedes controlar el significado de las palabras, controlas a la gente que debe usarlas.
La que bien podría complementar una de las oraciones más importantes en 1984:
Who controls the past controls the future. Who controls the present controls the past.
O lo que es lo mismo:
Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado.
En la actualidad es común escuchar sobre un mundo globalizado donde las distancias y diferencias se reducen, pero en realidad tenemos un mundo dividido en bloques que cada vez se parecen más a las potencias transcontinentales de este libro. Todo el tiempo hay guerras, casi como si fuera un solo y eterno conflicto que cada cierto tiempo cambia de frente, y donde la mayoría de las veces ni siquiera los involucrados están seguros de las causas de su situación.
No quiero extenderme más, pero les aconsejo que, si nunca han leído este libro, lo busquen y lo hagan ya. Es una de las obras más trascendentes que se hayan escrito jamás, y su influencia está presente tanto en ficción como en tratados de sociología y psicología.
Por cierto, el amigo con quien se dio la conversación que me llevó a releer el libro, acaba de terminar la carrera de Psicología (¡Felicidades, Camilo!), razón por la que retrasó la lectura de los libros que le presté. Sin embargo, ya leyó Ring World (Mundo Anillo) y le fascinó. Ahora tiene en sus manos Slaughterhouse 5 (Matadero 5) y en cuanto me los pida ya están esperando su turno 1984 y The Man in The High Castle (El Hombre en el Castillo).
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