En 1993, Jurassic Park (Parque Jurásico) sorprendió al mundo. La adaptación dirigida por Steven Spielberg de la novela de Michael Crichton combinaba el universal amor por los dinosaurios con una emocionante historia de aventuras, y con una mezcla de efectos especiales tradicionales (miniaturas y marionetas) y de vanguardia (composición y retoques digitales) creó una de las franquicias más exitosas y populares en el mundo del cine, misma que a casi 30 años de su inicio aún se mantiene fuerte.
The Lost World: Jurassic Park (El Mundo Perdido, 1997) es una mediocre secuela, y no hizo mucho para redimir la franquicia ante mis ojos, aunque ya no me importaba. En cambio, Jurassic Park III me pareció muy divertida y me permitió reevaluar la primera cinta, que ahora puedo disfrutar sin mayor problema. Así que, aunque no siento el mismo amor por esta saga que amigos y conocidos, al ver esas películas encuentro cierto gozo que me remite a la infancia.
Con esos antecedentes, no debe ser ninguna sorpresa que la nueva trilogía, que arrancó en 2015 con Jurassic World, me parezca entretenida y poco más. Como buen reboot, la cinta dirigida por Colin Trevorrow se limita a repetir mucho de lo que ya habíamos visto sin aportar nada nuevo, ni siquiera en el apartado visual, pues pese a que el estado actual de la tecnología permite hacer prácticamente lo que sea, el director no tiene imaginación suficiente para probar cosas nuevas, y tampoco ayuda tener personajes mal desarrollados.
Jurassic World: Fallen Kingdom (Jurassic World: El Reino Caído, 2018) hereda muchos problemas narrativos de su predecesora, pero Juan Antonio Bayona encuentra una identidad visual propia y, en vez de limitarse a repetir lo hecho por Spielberg y Joe Johnston en la trilogía original, construye sobre él, y con giros interesantes y más de una referencia a Frankenstein, inspiración original de Crichton para la novela, entrega una dispareja pero disfrutable película, a mi juicio la más entretenida de esta nueva trilogía.
En cuanto a Jurassic World: Dominion (Jurassic World: Dominio), estrenada hace un par de semanas, Colin Trevorrow vuelve a la silla de director y trae de vuelta los mismos problemas de la cinta de 2015, pero multiplicados. Y es que si entonces dejó la impresión de que ni siquiera intentó sacudirse de encima la sombra de Spielberg y la primera película, todo empeora al sumar a su elenco a los protagonistas de aquella y crear subtramas que no avanzan la historia y diluyen aún más el de por sí liviano trabajo de personajes.
La historia sucede cuatro años después de los eventos en Fallen Kingdom, cuando una erupción volcánica en Isla Nublar hizo necesario evacuar a todos los dinosaurios de la isla, con el problema de que muchos de ellos quedaron libres por el mundo, con todo lo que ello implica para el delicado balance de la mayoría de los ecosistemas en el planeta, pero en vez de tomar esa interesante premisa y buscar formas entretenidas de explorarla, Trevorrow prefiere revisitar territorio conocido.
Maisie Lockwood (Isabella Sermon), la "nieta" de John Hammond que en realidad es un clon de su madre, vive en una cabaña en medio de las montañas de Sierra Nevada junto a Owen Grady (Pratt) y Claire Dearing (Howard), quienes hacen todo lo posible por mantenerla oculta del mundo, o al menos de aquellos que la ven como una potencial fuente de riqueza debido a los secretos ocultos en su ADN. Ahí descubrimos que Blue, la velocirraptor semidomesticada por Owen, también se reprodujo de forma asexual y tiene una cría.
Mercenarios contratados por BioSyn, compañía propietaria de la tecnología genética del Dr. Wu (B.D. Wong), responsable de crear a los dinosaurios del parque, secuestran a Maisie y a la cría de Blue y los llevan al laboratorio de la compañía, ubicados en medio de un presunto refugio para dinosaurios, donde el Dr. Lewis Dodgson (Campbell Scott) espera hallar formas lucrativas de explotar sus peculiaridades genéticas mientras Owen y Claire la buscan, reclutando cuando ayuda encuentran en el camino.
Al mismo tiempo, Allan Grant (Neill) y Ellie Sattler (Dern), con ayuda de Ian Malcolm, buscan evidencia de que BioSyn diseñó una reciente plaga de langostas prehistóricas para obtener una ventaja competitiva en la producción de granos. Tras algunas absurdas peripecias, Owen y Claire llegan a BioSyn y se topan con el trío de veteranos. Juntos deben rescatar a Maisie y la cría velocirraptor, obtener evidencia contra BioSyn, y quizá un remedio a la plaga de langostas.
La historia sufre porque Trevorrow parece no estar seguro de qué quiere contar. Además de ignorar casi por completo las implicaciones de que haya dinosaurios sueltos por el mundo, intenta hacer demasiado en el segundo acto de la cinta, sin que ninguna de ellas lleve a ninguna parte. Pasa demasiado tiempo con el tema de los mercenarios para después abandonarlo por completo, junto con la interesante la noción de un mercado negro de dinosaurios en Malta, con peleas clandestinas, manjares exóticos y demás.
Hay una larga persecución calcada de cintas de espías como The Bourne Supremacy o las recientes entregas de James Bond, pero con dinosaurios. Los agentes de Interpol que asistían a Claire y Owen (como el desperdiciado Omar Sy) desaparecen tan pronto como aparecieron y hay una nueva y conveniente adición: Kayla Watts (DeWanda Wise), piloto mercenaria que al más puro estilo Han Solo afirma sólo estar interesada en cobrar por su trabajo pero desinteresadamente se une a la causa de los héroes.
Otro tema que jamás se explora a fondo es el origen de Maisie y los paralelos entre ella y la cría de Blue. Pese a que los detalles revelados apuntan a siniestras e interesantes implicaciones, a Trevorrow no le interesa explorarlas o construir una buena historia de ciencia ficción/horror, y opta calcar escenas de la trilogía original, rodeadas de aleatorias escenas de acción en vistosos pero inútiles escenarios, lo que deja al espectador la frustrante sensación de ver una versión maquillada de algo ya conocido.
El tema del mercado negro y una subcultura creada alrededor de las peleas de dinosaurios y manjares prehistóricos daba para extrapolar toda clase de ideas y escenas interesantes, pero tan complicada como parece la trama de Dominion, su característica principal es una total ausencia de imaginación. ¿Quieren un ejemplo de lo obvia o absurda que resulta la trama? Sólo piensen que la malvada corporación que lucra con la ingeniería genética se llama BioSyn, variación de bio sin (pecado biólogico).
Supongo que lo que encuentro más frustrante es que la película ni siquiera está mal hecha. No es un caso de incompetencia o falta de capacidad para filmar una cinta, sino más bien de una total falta de interés en hacerlo de una forma fresca o interesante, sin poner la más mínima emoción a ninguna de las escenas. Más de una vez vemos a los héroes en situaciones de peligro, pero nada en la forma que están montadas esas escenas logra transmitir siquiera una pizca de incertidumbre por su futuro.
Lo que sucede en Malta resume la falta de profundidad de la historia. Ahí vemos desde un operativo de la Interpol y peligrosos mercenarios internacionales que trafican con especies prehistóricas, hasta dinosaurios entrenados para matar a blancos específicos, y una subcultura que disfruta manjares y espectáculos prohibidos. Pero eso lo asumimos, pues nunca se muestra a cuadro. Si iban a copiar a Spielberg, ¿no podían haber tomado también un poco de Indiana Jones y mostrar un poco de los habitantes de ese submundo?
Y pasa algo similar en varios momentos a lo largo de la película. Es como si cada escena existiera sólo para llevar, casi siempre gracias a una absurda pero conveniente coincidencia, al siguiente momento diseñado para recordarle a los fans sus momentos favoritos de la trilogía original. Esa falta de imaginación para trabajar el material me dejó la sensación de ver a un niño que recibe un montón de juguetes geniales, pero en vez de jugar con ellos prefiere montar un bonito pero aburrido y predecible diorama.
Las actuaciones son bastante disparejas. Pratt y Howard tienen buena química como amigos pero no como pareja, y en buena medida dependen de su carisma para salir mayormente bien librados. Laura Dern parece encantada de retomar el rol de Ellie, pero Neill parece perdido debido a que su personaje rara vez tiene algo que hacer. Destaca Jeff Goldblum gracias a que expande su interpretación de Malcolm al potenciar su cinismo y sarcasmo con un extraño lenguaje corporal y verbal que lo hacen aun más impredecible.
Otro actor que iguala ese nivel de compromiso es Scott, que con un peculiar lenguaje corporal y manerismos canaliza a dos generaciones de multimillonarios tecnológicos, como si Steve Jobs y Mark Zuckerberg hubieran tenido un hijo con Asperger. Destaco también la labor del talentoso Mamoudou Athie, que da vida a Ramsay Cole, el decepcionado protegido de Dodgson, que no tiene mucho que hacer, y sospecho fue agregado como posible heredero de la franquicia si es que esta continúa de alguna forma (¿quizá junto a Wise?).
A pesar de ello, sospecho que muchos aficionados a la franquicia podrán hallar algo que disfrutar en la película, lo que debe contar para algo. En lo personal soy de la idea de que la mejor manera de rendir tributo a los inicios de esta popular franquicia hubiera sido crear una historia llena de imaginación y con personajes atractivos que fuera capaz de sorprender y maravillar a la audiencia de modo similar a como lo hizo la cinta de 1993, y no limitarse sólo a explotar la nostalgia que muchos sienten por aquella.
Jurassic World: Dominion es una mediocre pero competente película de acción que apela a un sector muy específico del público, cuya capacidad de disfrutarla depende por completo del apego emocional que tenga por la franquicia. Se trata de un descarado intento por explotar la nostalgia que toma el camino más fácil y desperdicia todas las oportunidades que tenía para expandir la mitología de la saga de formas frescas o interesantes, y por tanto no puedo recomendarla con la conciencia tranquila.
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