Una de las críticas más comunes a las películas del Universo Cinematográfico Marvel es la aparente uniformidad que existe entre muchas de ellas, problema que en ocasiones han logrado evadir gracias a que algunos directores a cargo de sus proyectos logran imprimir su visión personal a cada historia, como queda claro en las películas realizadas por James Gunn y Taika Waititi, por ejemplo. Supongo que ahora habrá que sumar a Sam Raimi a esa categoría
A inicios de 2020 empezaron los rumores sobre la contratación de Sam Raimi para dirigir la película, aunque el estudio nunca lo confirmó de forma oficial. El guion fue encomendado a Michael Waldron, que escribió también la serie Loki, y con un elenco formado por Benedict Cumberbatch, Elizabeth Olsen, Chiwetel Ejiofor, Benedict Wong, Xochitl Gomez y Rachel McAdams, entre otros, la filmación arrancó a fines del mismo año.
La historia sigue al doctor Stephen Strange (Cumberbatch) que es abordado por America Chavez (Gomez), una joven con el poder para viajar entre universos paralelos, quien le pide ayuda para escapar de un siniestro adversario que planea usar sus poderes para algún oscuro propósito. Sin saber a lo que se enfrenta, Strange busca la ayuda de viejos y nuevos aliados, y se lanza junto a América en un peligroso viaje a través del multiverso.
Entre los héroes a quienes Strange solicita ayuda se encuentra Wanda Maximoff (Olsen), que aun lidia con el trauma sufrido tras los sucesos narrados en la serie WandaVision, y quien pronto se convierte en parte central de la trama. Además de esa serie, la historia recoge elementos argumentales derivados de los eventos en Loki y en Spider-Man: No Way Home (Spider-Man: Sin Camino a Casa), así que es una película poco accesible para espectadores nuevos.
Aunque el primer tercio de la película dedica bastante tiempo a explicar como encajan todas esas piezas, además de que hay múltiples referencias tanto a los proyectos mencionados como a otros aspectos del MCU, poco a poco la película va dando paso a una visión más cercana a los proyectos personales de Raimi que al tono habitual de las películas de los héroes Marvel, incluyendo la peculiar mezcla de horror y humor que marcó los primeros años de su carrera.
Más allá de la historia, desde los primeros minutos de la cinta Raimi establece la identidad visual de la película, sobre todo por el indiscriminado uso de ángulos de cámara y tomas que se han vuelto características de su filmografía desde el mismo debut, hace cuarenta años, de Evil Dead, su primera película, y la atmosférica banda sonora de Danny Elfman no deja duda alguna de que estamos viendo una película de Sam Raimi.
Conforme avanza la trama y los elementos de horror en la historia van cobrando fuerza, se hace más evidente la mano del director y la película se vuelve más divertida e impredecible, algo que luego de más de treinta proyectos de cine y televisión le viene muy bien a la popular franquicia de Marvel Studios, que recibe una bienvenida inyección de adrenalina que aporta una inesperada sensación de frescura a la película.
En muchos aspectos la secuela es una película superior a la original, en especial porque, a diferencia de aquella, hay un claro desarrollo de personajes y se da peso emocional a sus acciones, desde el propio Strange, que mantiene la estoica e indiferente actitud que lo caracteriza, pero lidia con un conflicto interior al reflexionar sobre lo diferente que pudo ser su vida si hubiera tomado decisiones distintas a las que lo llevaron a donde está.
Se puede argumentar que Cumberbatch es un actor demasiado frío en su forma de interpretar a Strange, pero desde la cinta anterior tengo la impresión de que se trata de un enfoque intencional que tiene mucho que ver con la construcción del personaje, que proyecta una altanera superioridad intelectual que le impide expresar sus sentimientos de forma apropiada y por tanto sufre de una marcada incapacidad para relacionarse con todo y todos los que le rodean.
Pero aquí Raimi saca provecho a la capacidad histriónica de Cumberbatch de formas que hasta ahora no habíamos visto en su trabajo para Marvel, y destaco en particular los callados momentos en que una mirada o un sutil cambio en sus expresiones faciales y lenguaje corporal muestran de forma efectiva las dudas y arrepentimientos que pasan por su cabeza al verse forzado a confrontar sus deseos reprimidos o sus errores del pasado.
Me queda la impresión de que el problema en su primera película es que los responsables no buscaron crear un balance al dar peso emocional a otros aspectos de la historia, y es por ello que hasta ahora el mayor desarrollo que ha tenido el personaje se haya dado al mostrarlo interactuando con personajes mejor trabajados y ya bien establecidos en las películas de los Avengers, donde se crea un contraste entre su personalidad y las de otros héroes.
Aquí se da cierre a su imperfecto arco emocional, y se crea el balance faltante en la cinta anterior al poner la mayor parte del peso dramático sobre la trágica figura de Wanda, añadiendo capas a su ya compleja personalidad para crear el opuesto emocional a Strange: un poderoso personaje que se ve afectado en exceso por lo que sucede a su alrededor, una rota personalidad incapaz de lidiar con las emociones que amenazan con destruirla desde su interior.
Ese planteamiento permite que Elizabeth Olsen se robe la película con su excelente actuación. A lo largo de varias cintas del MCU se había establecido a Wanda como uno de los personajes más poderosos en el Universo Marvel, pero su creciente complejidad emocional luego de los sucesos en WandaVision la volvió además uno de los más interesantes, y no me sorprendería que Marvel trate de promocionar la labor de Olsen al acercarse la temporada de premios.
Waldron y Raimi dan un peso específico a algunos personajes secundarios, pero sin permitir que tomen un rol relevante, lo que quizá juega un poco en contra de Gomez en el papel de America aunque, como la heroína debutante, es de esperar que su desarrollo se de poco a poco conforme se establezca su lugar en la mitología del MCU, pero su presencia va de la mano del tema de inyectar sangre nueva a la franquicia en todos sus proyectos recientes.
Destaco que Christine (McAdams) tenga un rol mejor trabajado, pues me parece que fue un personaje desperdiciado en la cinta anterior, que no logro establecer su rol como interés romántico o ancla emocional para Strange, y aunque mucho de lo que vemos aquí apunta a una relación compleja y significativa que nunca vimos en pantalla, está hecho de un modo que evita cuestionamientos sobre su naturaleza, y le da un sólido cierre.
En ese sentido, mi única queja sería que hay momentos de la historia en que se insiste de más en recordar al público lo mucho que Strange sufre por lo que pudo ser, e incluso se arrastra a Christine a caer en un ciclo similar de pensar una y otra vez en el pasado, pero en medio de una película con tantas cosas sucediendo en pantalla me parece un problema menor que no llega a afectar de forma grave el desarrollo de la historia o el ritmo al que esta se mueve.
Acerca del horror, me parece prudente mencionar la importancia de contar con un director tan experimentado como Raimi, que usa imágenes perturbadoras sin necesidad de ser gráficamente explícito, limitándose a insinuar el horror en vez de mostrarlo con exceso de gore, lo que permitió que la película recibiera una clasificación familiar en vez de ser una película sólo para adultos, como pudo haber ocurrido con este material en manos de un director menos capaz.
Y en cierto modo considero que esos despliegues de horror a lo largo de Doctor Strange in the Multiverse of Madnessson uno de los elementos que hacen de ésta una película tan divertida, en buena medida gracias a lo inesperado que resulta ver ciertas situaciones en del MCU, además de la peculiar forma en que Raimi logra incorporar elementos de humor en medio de escenas que de otro modo serían grotescas.
No mencionaré los cameos y referencias que vemos durante el viaje de Strange y America, pues son la clase de cosas que se disfrutan más al experimentarlas de primera mano y, aunque me gustan los easter eggs en una historia, nunca he sido partidario de hacer desgloses detallados de ellos, a menos que sea en una conversación Baste con decir que algunos harán las delicias de los aficionados a los cómics de Marvel o a las franquicias que se espera se sumen al MCU.
Además, puede que sea un tema de apreciación personal, y no lo niego, pues soy fan de Raimi desde hace mucho tiempo, pero encuentro mucho más curiosas e interesantes las alusiones a sus propios proyectos, ya sea con toda clase de referencias visuales a algunos de sus trabajos más conocidos o a su aventura anterior en el género de superhéroes, con la trilogía de Spider-Man que inició hace veinte años.
Desde el monstruo de ocho brazos al que él héroe enfrenta en el costado de un edificio al infaltable cameo de Bruce Campbell, que da vida a un molesto personaje que sufre un castigo reminiscente de lo visto en Evil Dead 2, Waldron y Raimi celebran con los fans algunos de los momentos más memorables de la carrera del veterano realizador, pero de un modo que no impide que aquellos fans que no estén familiarizados con su trabajo disfruten esta película.
La adición de Raimi al grupo de creativos a cargo de los proyectos de Marvel Studios puede ser un vistazo a una forma de trabajar que ayudaría a evitar que la franquicia se estanque. Aun si su esfuerzo se sintió un tanto más disperso, Chloé Zhao hizo cosas interesantes con Eternals al incorporar otra sensibilidad a la forma de contar historias en el MCU, y ahora está claro que es posible incorporar de forma efectiva elementos de otros géneros.
Con los casos de éxito de Gunn y Waititi antes y ahora el de Raimi, tal vez Kevin Feige y compañía harían bien en buscar a directores ya establecidos para hacerse cargo de futuros proyectos de Marvel. Además, me queda la impresión de que más pronto que tarde tendrán que hacer algo para atender el tema de la cada vez más compleja continuidad, que a la larga puede convertirse en un obstáculo para atraer nuevos espectadores.
Doctor Strange in the Multiverse of Madness dista mucho de ser una película perfecta, pero es una entretenida y recomendable adición al Universo Cinematográfico Marvel que aprovecha a un par de talentosos protagonistas y el oficio de su veterano realizador. Es paradójico y hasta cierto punto extraño, pero echar un vistazo al pasado de otro género tuvo un impacto positivo, y sería interesante ver experimentos similares en futuros proyectos de la franquicia.
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