jueves, 28 de noviembre de 2019

Leah Moore en defensa de su padre

Hace unos días publiqué la traducción de una carta que Alan Moore escribió hace unos años a un fan de 9 años que le escribió como parte de una tarea escolar, y creo que hubo una buena respuesta. En ese momento mencioné que una vez más se habían dado muchos comentarios en contra de Moore en redes sociales, pero creo que debí haber ofrecido un poco más de contexto sobre el origen de esas nuevas e injustificadas críticas.

Todo empezó el pasado lunes 18 de noviembre, cumpleaños del brujo de Northampton, pretexto para que cierto sector de fans manifestase su odio por el veterano escritor. Poco más tarde se difundió un mensaje en el que Moore exhorta a sus compatriotas a votar en las próximas elecciones generales del Reino Unido, cruciales para el futuro de ese país, pero su mensaje se perdió entre el ruido en redes de sus detractores, ofendidos por su renuencia a apoyar los esfuerzos de la pequeña empresa independiente AT&T-AOL-Time-Warner por lucrar con sus creaciones a cambio de migajas.

Hace una semana su hija, la también escritora Leah Moore, publicó un hilo en Twitter en el que expresa su sentir ante la negatividad y hostilidad que parte del medio comiquero manifiesta contra su padre. A continuación les comparto mi traducción de lo que publicó Leah, con la esperanza de que sirva para difundir una visión más humana de Moore, además de que explica parte de su problema con la industria estadounidense del cómic, un conflicto en el que por alguna razón los fans lo ubican como el malo de la historia.

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Este asunto de "Alan Moore te implora por favor que votes para salvar a nuestro roto país de caer al maldito abismo" pudo caer mejor si su cumpleaños no hubiera estado lleno de gente señalando que no ha leído los maravillosos cómics modernos que quizá habría disfrutado. También es claro que nunca ha visto las disfrutables películas basadas en cómics, o experimentado la alegría, apoyo e inspiración que éstas proporcionan a millones de personas. No se ha sentado junto a una niña de diez años que ve Captain Marvel o Wonder Woman por primera vez.

No tienen idea de que este hombre amaba tanto las historias de superhéroes que renunció a su trabajo y se lanzó temerariamente a escribir cómics, lo que en ese momento representaba "una locura" para alguien como él, los amaba tanto que llenó cada viñeta (y quizá cada globo y cada texto) con ese amor. Los amaba tanto que intentó convertirlos en algo capaz de provocar reflexión y sentimientos, de analizar temas, de hablarle a la gente de un modo en que jamás le habían hablado a él. Para mí, eso es una locura. Yo tengo su colección de cómics de Marvel, con las esquinas caídas de tanto leerlos, de tanto amor.

Escuché tantas veces la emoción que sentía al encontrar un puñado de cómics de segunda mano en algún bazar o en una caja, o al comprarlos de los anaqueles en Great Yarmouth durante unas vacaciones. No podía haber amado más a los cómics de superhéroes si lo hubiese intentado. Jack Kirby era su ídolo. Ditko era su ídolo. ¡Ése amor lo convirtió en quién era!

En los 80 él incorporó política y ecología en sus cómics de superhéroes. En los 90 escribió 1962, una deslumbrante y ardiente carta de amor dirigida a sus adorados cómics de superhéroes, y la escribió al mismo tiempo que From Hell o Lost Girls... Él no veía ninguna oposición entre su línea de cómics de superhéroes en ABC y sus grandes, amadas y alucinantes novelas gráficas conceptuales. Si lo llamaba, pasaría 45 minutos explicándome una parte genial de Tom Strong, un montón de alocados detalles en Splash Brannigan, o alguna cosa astuta que había hecho y de la que se sentía orgulloso.

Su problema fue que ese medio que él adoraba era dirigido por déspotas corruptos que abusaban de la gente que creaba esa magia, cuyas contribuciones no eran valoradas y además les eran robadas. Odiaba todo eso antes de Watchmen. Sabía que a Kirby lo habían jodido. Así que cuando le pasó a él, y luego otra vez, y otra más, no fue sólo un negocio que salió mal o un golpe de mala suerte, fue algo que lo rompió.

Lo que más amaba, aquello a lo que había dedicado todo su tiempo y energía durante toda su vida, ya no lo podía hacer. Completó todas sus obligaciones con otros creadores, hizo los proyectos que podía controlar y mantener en su poder, pero ya no podía buscar en los estantes de cómics. Eso es algo tan jodidamente triste que me rompe el corazón.

Que haya gente que prospera en esta asombrosa industria en la que todos podemos hallar nuestro nicho, en la que hay tantos cómics que jamás podríamos comprarlos todos, y que diga que Alan Moore está fuera de lugar por odiar a los superhéroes o  a aquello en lo que estos se convirtieron para él, es inconcebible. Ver una y otra vez que lo reducen a "el viejo y loco Alan Moore" sin entender qué lo llevó a eso, gente de este medio, esta industria en la que trabajan y que fue parcialmente construida con cuarenta años de su trabajo... ni siquiera me rompe el corazón, sólo me deja enormemente decepcionada.

¿Pueden imaginar cómo serían las cosas si no lo hubieran jodido una y otra vez? ¿Si en vez de tener al Malhumorado Alan Moore Gritando Desde Su Cueva, él hubiese pasado los últimos cuarenta años creando un título tras otro para DC u el resto? ¿Creando vastos mundos llenos de los superhéroes que ama? ¿Disfrutando los cómics? Es una verdadera lástima.

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Como un pequeño extra, les comparto también la respuesta de Leah a un comentario en el hilo que dedicó a su padre, pues me parece que resulta un buen colofón a mucho de lo que expresa en el texto anterior:
Literalmente no puede ocultar su entusiasmo por lo que ama. Durante las fiestas hace cómics con sus nietos, y es increíble cómo se divierten eligiendo nombres y diseñando trajes. Es difícil saber quién de ellos lo ama más. 💖💖💖

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