viernes, 26 de agosto de 2011

Super 8, de JJ Abrams

J.J. Abrams nunca ha sido un director o guionista cuyo trabajo sea de mi agrado. Jamas fui fan de sus series de televisión, sin importar el género de las mismas, y de entre sus películas creo que la única que me ha gustado, y con ciertas reservas, fue su reboot de Star Trek.

Al enterarme de que iba a hacer una película como homenaje al cine de "ciencia ficción familiar" que se producía hace más de tres décadas, y que la iba a producir Steven Spielberg, uno de los responsables del éxito de esas películas en los 1980, sólo podía mantenerme escéptico a que fuese una buena película.

El propio Spielberg se ha hecho toda clase de auto-homenajes en los últimos años, así que no veía el caso a que se involucrase en un homenaje realizado por otro director. Cuando empezaron a aparecer imágenes y tráilers de la película, el proyecto logró atraer mi atención, al menos lo suficiente provocarme curiosidad.

La historia está ambientada en 1979. Las clases han terminado en el pequeño pueblo de Lillian, Ohio, y un grupo de amigos ha decidido trabajar en una película de zombis para participar en el festival Super 8, llamado así por el formato utilizado para filmar estas películas caseras.

Mientras filman una escena de noche en la estación de tren cercana al pueblo, presencian (y casi se convierten en víctimas de) un aparatoso accidente cuando un tren se descarrila, destruyendo completamente la estación y sus alrededores. Tras descubrir la presencia del responsable del accidente, un maestro en su escuela, los niños huyen asustados del lugar antes de que éste se llene de militares que llegan a revisar los escombros.

El tren descarrilado pertenece a la Fuerza Aérea, por lo que las autoridades pronto forman un cerco informativo alrededor del hecho y el lugar, para frustración de las autoridades locales. Una noche después empiezan a ocurrir hechos extraños en el pueblo, con desapariciones de personas, robo de partes de automóviles y artículos electrodomésticos, y la repentina huida de todos los perros de la comunidad.

El alguacil de Lillian es Jackson Lamb (Kyle Chandler), encargado desde la desaparición del sheriff, y queda al frente de la investigación sin saber que su hijo Joe (Joel Courtney) fue testigo del accidente. Joe es el responsable del maquillaje de la película, dirigida por Charles, su mejor amigo. Joe se siente atraído por Alice Dainard (Elle Fanning), una chica de su escuela a quien Charles invitó a participar en la película, a pesar de que existen diferencias entre sus padres.

Pronto se hace evidente que el tren transportaba algo más que equipo y refacciones para avión, y que el secreto escondido tras la carga y el accidente puede resultar sumamente costoso para los habitantes de Lillian.

La primera mitad de la película es un simple y cuidado ejercicio en nostalgia, reconstruyendo la vida en un pequeño pueblo a finales de los 1970 y centrándose en los sueños y preocupaciones de un grupo de adolescentes. Lamentablemente, conforme avanza la historia se va haciendo más fuerte la sensación de que se trata de una construcción fría y calculada y no de un honesto sentimiento de añoranza.

Resulta hasta cierto punto triste que Abrams haya hecho un trabajo tan cuidadoso para reconstruir un mundo que ya no existe y no haya tenido una mejor historia que contar. El diseño de producción y la construcción de los sets, incluyendo el mobiliario y los props, son espectaculares. Los efectos especiales, cada vez que se necesitan, resultan brillantes y efectivos, pero a pesar de tratar de apelar a un estado emocional, la película se siente cada vez más hueca y carente de dirección.

Y es una lástima, pues hay muchas cosas bien hechas, además de que el elenco muestra gran talento pese a su corta edad. En su intento por emular películas como E.T., Close Encounters of the Third Kind, Goonies, The Gremlins o Batteries Not Included, lo único que Super 8 genera es el deseo de volver a casa y ver en DVD (o videocassette) cualquiera de esas películas. Tal vez si el final no fuese tan Spielberg (todos amigos y todos felices), la cosa no estaría tan mal.

En resumen, Super 8 no es una mala película, pero su renuencia a salir de su zona de confort la limita demasiado y no llega a ser buena. Como dijo uno de mis mejores amigos: si vas a hacer una película retro sobre un alienígena escondido, ¿por qué no emular a The Thing, de John Carpenter en vez del E.T. de Spielberg? Recomendada solo para los aficionados al cine blandengue o a las películas de Spielberg (que a últimas fechas son casi lo mismo).

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