martes, 17 de noviembre de 2009

Blossom, de Andrew Vachss

Andrew Vachss es un escritor inusual. Abogado de profesión, se especializa en defender a niños y jóvenes en casos de abuso físico o sexual, trabaja como consejero y tiene un pasado de lo más interesante. Fue investigador federal en casos de enfermedades venéreas y trabajador social en Nueva York. Fue parte de una misión humanitaria en Biafra a finales de los 60, y cuando el gobierno nigeriano cerró el paso a los embarques humanitarios tanto civiles como de la Cruz Roja, trabajó en la creación de vías por las cuales meter alimentos y medicinas al presunto estado secesionista. Sus esfuerzos fueron en vano y eventualmente la hambruna llevó a la pequeña nación a renunciar a su independencia y reintegrarse a Nigeria.


Al volver a Estados Unidos, Vachss pasó un tiempo recuperándose física y emocionalmente de la experiencia y después se concentró en estudiar. Fue director de un centro comunitario en Chicago y dirigió un programa de rehabilitación social en Massachussets antes de convertirse en director de una prisión de máxima seguridad para jóvenes violentos. Empezó a escribir a mediados de los 70, pero su carrera como escritor despegó más de una década después. Ha escrito más de veinte novelas, algunas colecciones de cuentos y varios ensayos. Su trabajo más conocido es la serie de Burke, compuesta por dieciocho novelas de ficción criminal. Blossom es parte de esa serie.

Burke es un personaje fascinante. Investigador sin licencia que trabaja en los barrios bajos de Nueva York, es también un ex-convicto y criminal de carrera sin interés por reformarse. Víctima de su familia y del sistema de orfanatos y reformatorios, muestra especial interés por casos donde deba perseguir a criminales sexuales, pedófilos y abusadores infantiles sin preocuparse por armar casos para un fiscal. Para él la ley y la justicia son cosas diferentes y deben manejarse por separado.

En Blossom, Burke es sacado de su entorno habitual al ser contactado por un antiguo compañero de prisión, quien solicita su ayuda para limpiar el nombre de un sobrino acusado de haber asesinado parejas estacionadas en las colinas circundantes de un pequeño pueblo en Indiana. Profundamente comprometido con su "familia de elección" (amigos y compañeros), Burke accede a ayudar a su "hermano", Virgil, para deslindar a Lloyd, su sobrino, de cualquier responsabilidad criminal.

Y lo hace. Pero una vez involucrado con el caso, Burke decide quedarse en la localidad y tratar de hallar al verdadero asesino, convencido de que se trata de la misma clase de monstruo que aquellos que acostumbra cazar en la ciudad.

El título de la novela viene del nombre de una mesera en la cafetería local, quien al igual que Burke, es una persona compleja y llena de secretos, con sus propias razones personales para esperar ver que el caso sea resuelto y el asesino atrapado. Unidos por su pasado y por su objetivo, la pareja desarrolla una impulsiva pero profunda relación sexual y sentimental, sin preocuparse por el futuro.

El estilo de Vachss es oscuro y reminiscente de los mejores ejemplos de la novela negra, pero su aguda sensibilidad para retratar la sociedad contemporánea con todos sus defectos y problemas le da a su trabajo un tono diferente al de otras obras dentro del género detectivesco o criminal. La contraposición del duro e implacable Burke con la profunda humanidad subyacente en los casos en que trabaja hace que el libro resulte en una experiencia única tanto para aficionados al género como para quienes nunca han leído ficción criminal. Sin duda es una lectura recomendada para todo mundo.

Mis primeros contactos con la obra de Vachss se dieron en una tienda de cómics. Primero gracias a una colección ilustrada de historias infantiles que lleva el título de Another Chance to Get It Right (Otra Oportunidad de Hacerlo Bien - que lleva además el subtítulo "un libro infantil para adultos"), y después como guionista de cómics gracias a la serie de género criminal Hard Looks y posteriormente a la novela gráfica Batman: The Ultimate Evil, en la que el justiciero encapotado se enfrenta a una organización dedicada a atender las necesidades de pedófilos y a distribuir pornografía infantil.

Me parece evidente que Vachss utiliza la ficción como un medio para lidiar con las frustraciones que seguramente encuentra en el mundo real al lidiar con esta clase de bestias de apariencia humana, aprovechando para hacerles por escrito todo aquello que no se puede permitir realizar de manera cotidiana. Honestamente lo entiendo y lo apoyo al cien por ciento.

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