Ayer (hoy, para quienes vivimos en el continente americano) falleció el escritor británico Arthur C. Clarke, considerado como el padre de la ciencia ficción dura y uno de los autores más respetados dentro y fuera del género.
Clarke fue uno de los autores de ciencia ficción más preocupados por esparcir el conocimiento científico a través de su obra y es, quizá a la par de Isaac Asimov y Carl Sagan, uno de los más importantes divulgadores científicos del siglo XX.
Quiero aclarar que nunca fui gran fan de su trabajo como autor de ficción, pero debo admitir que su trabajo es parcialmente responsable de mi interés por el género de la ciencia ficción y por la ciencia en general. 2001: A Space Oddissey debe haber sido una de las primeras películas de ciencia ficción que vi, aunque en su momento (debo haber tenido 7 u 8 años) me aburrió muchísimo, al igual que la novela, que leí poco tiempo después.
Personalmente prefiero sus historias cortas y sus ensayos a la mayoría de sus novelas, de entre las que rescataría Rendezvous with Rama y Childhood's End. También he de mencionar que una de sus novelas, The Songs of Distant Earth, inspiró uno de los peores discos de uno de mis músicos favoritos, Mike Oldfield.
Escribió además las Leyes de Clarke, de entre las cuales tal vez la tercera, "Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada resulta indistinguible de la magia", sea la más conocida, hay una frase suya con la que siempre me he sentido identificado:
"Quiero saber lo que hay detrás de la siguiente colina. Saben, la gente puede vivir más tiempo sin alimento que sin información, porque sin información, uno se volvería loco."
Descanse en paz.
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