viernes, 21 de julio de 2006

Predicando para el Coro: El estado de la industria del cómic, 2ª parte

En la entrega anterior de esta columna hablé del boom y la subsecuente implosión que tuvo el cómic norteamericano durante la década pasada, así que ahora quisiera tratar con lo positivo que salió de esa experiencia y tratar de determinar cuál es el estado actual de la industria.

Marvel fue a la quiebra (proceso complicado, pero que Ellis resume perfectamente), pero la actual administración hizo los ajustes necesarios y actualmente sus finanzas son tal vez las más saludables de la industria. DC estaba protegida gracias a la importancia comercial que tienen fuera del mundo del cómic algunas de sus propiedades, las cuales representan importantes ingresos para su compañía madre, AOL-Time-Warner.



La mayoría de las editoriales independientes, o al menos las que ya tenían varios años en el medio, dependían (y aún lo hacen) de mercados cautivos, pues desde siempre han contado con su propio grupo de fieles seguidores, así que fueron de las menos afectadas por la implosión del mercado. Todo lo contrario ocurrió con las editoriales más nuevas editoriales, la mayoría de las cuales dependían de las modas y el mercado de la especulación, razón por la que fueron las primeras en cerrar sus puertas.

Esto trajo como consecuencia que el aparente desastre provocado por la crisis sirviera como mecanismo de limpia y depuración para la industria, no sólo en términos del material publicado, sino también de la gente que lo producía. Aquellos escritores y dibujantes con talento que quedaron desempleados encontraron acomodo en otras editoriales, a menudo reemplazando a gente menos capaz. Las editoriales que sobrevivieron buscaron hacerse con el mejor personal posible, incluyendo staff editorial y administrativo, y el resultado de esta reestructuración generalizada fue una industria más sana y ordenada.

Pero esto no significa que ya no haya problemas. Los costos de producción siguen siendo elevados y la escalada en los salarios de algunos creativos no tiene marcha atrás, así que los cómics siguen siendo un pasatiempo caro y de difusión limitada, gracias a la persistencia del mercado directo.

En términos de difusión existe una pequeña gran diferencia: el cine. En los últimos siete u ocho años se han realizado una gran cantidad de películas basadas en cómics, con resultados bastante disparejos en cuanto a la calidad del producto final pero con una constante más que saludable: Buenas taquillas. Sin importar si se trata de producciones modestas (Blade, Hellboy), o megaproducciones multimillonarias (Superman Returns, Spider-man, etc.), la gran mayoría de estas adaptaciones han sido bien recibidas por los cinéfilos del mundo entero.

Si bien es cierto que la atención que generan estas películas es efímera y caprichosa, la venta de los derechos y los ingresos generados por la respectiva parafernalia permiten financiar las operaciones de más de una editorial. En lo personal atribuyo la actual popularidad de los comics en Hollywood a un fenómeno generacional. Una gran cantidad de guionistas y directores de cine, de edades digamos entre treinta y cincuenta años, crecieron leyendo cómics y aún sienten aprecio por muchos de los personajes con los que crecieron o por el medio en general.

Estando en una posición que les permite proponer llevar a la pantalla las aventuras que los emocionaron durante su infancia, más de un creativo debe haber intentado colocar algún proyecto. Y una vez que estos empezaron a darse y llegaron a la pantalla con el éxito ya mencionado, la resistencia a esas propuestas debe haber disminuido. Y tampoco se puede menospreciar la importancia de la colaboración cómics/Hollywood cuando se da en sentido opuesto.


A finales de los setenta, Marvel empezó a publicar adaptaciones en cómic de algunas películas de éxito, mayormente de ciencia ficción. Star Wars, Odisea del Espacio, Logan's Run, y otras fueron los primeros escarceos en lo que a la larga se convirtió en una exitosa fuente de ingresos para varias editoriales. Pronto se hizo evidente que los cómics eran una industria que podía funcionar con igual eficiencia comprando o vendiendo licencias.

Editoriales como Dark Horse o Topps se hicieron de un nombre gracias a su trabajo con licencias de otros medios. Dark Horse diversificó su oferta y hoy día es una de las editoriales más sólidas e importantes, en tanto que Topps fue una de las víctimas de la implosión del mercado.

Algunos escritores y directores deben haber notado que producir un comic es mucho más barato que producir una película, y algunos de ellos han llevado propuestas para películas a la página impresa. El caso más reciente es el de Darren Arofnoski y su proyecto The Fountain. Una vez escrita la historia, el director se dio cuenta de que algunas de sus ideas no llegarían jamás a la pantalla, así que su proyecto se convirtió en una novela gráfica publicada por DC Comics meses antes del estreno de la versión cinematográfica de la historia.

 Frank Miller escribió hace años un guion para llevar a Daredevil al cine, y cuando el proyecto no fructificó, convirtió ese guion en la excelente novela gráfica The Man Without Fear. Steven Grant tomó el guion original de Miller para Robocop 2 (el cual fue cortado, mutilado, alterado y manoseado hasta quedar irreconocible y repartido entre Robocop 2 y Robocop 3) y lo adaptó a cómic.

Guionistas de cine y televisión (David Goyer, John Rogers, Joss Whedon, J.J. Abrams, Alan Heinberg, etc.) han seguido el impulso y han escrito cómics, ya sea solos o en colaboración con alguien del medio. Y es importante señalar que lo hacen por gusto y convicción, pues sin importar que tan elevados sean algunos sueldos en los cómics, la industria no mueve tanto dinero como el cine o la TV.


Algunos novelistas (Greg Rucka, Brad Meltzer, Michael Chabon) han hecho lo mismo, lo que ha dado un aire de frescura y renovación a las historias que se publican hoy día. Durante años la industria se nutría de escritores formados en el mismo medio, y había una especie de endemia creativa, sobre todo en algunos títulos de superhéroes de Marvel y DC. El trabajo de estos escritores no siempre produce los mejores resultados, pero se están haciendo cosas interesantes.

Importante también es el hecho de que poco a poco se ha creado conciencia de que los cómics son más que superhéroes y que no son un medio dirigido única y exclusivamente a niños y adolescentes. Novelas gráficas dirigidas a un público adulto también han hallado el camino a la pantalla grande. Road to Perdition (Camino a la Perdición), A History of Violence (Una Historia Violenta), o las más comerciales Constantine o V for Vendetta (V de Venganza) han ayudado a crear conciencia de que existe un mercado adulto para los cómics.

Y ahí cobra importancia el formato de novela gráfica y los tomos recopilatorios (por lo regular identificados como TPBs, Trade PaperBacks), los cuales han encontrado en las librerías tradicionales un nuevo mercado. Algunas cadenas de librerías han acogido con gusto a la audiencia que se siente atraída por los cómics pero no quiere pasar por la complicada experiencia que puede representar la visita a una tienda de cómics.

Vertigo, el impreso de DC Comics dedicado a producir cómics para "lectores maduros", ha sido durante años un ejemplo de la diversidad de material que los cómics pueden ofrecer, con temas para todos los gustos, los cuales suelen estar disponibles en su integridad en tomos. Vale la pena resaltar también el trabajo de dos de las editoriales menores que salieron de la crisis más fuertes que antes: Dark Horse Comics e Image Comics.

Ambas contaban con una audiencia establecida, pero se preocuparon por diversificar su mercado y dieron cábida a títulos independientes o provenientes de editoriales pequeñas e inestables. Hacia finales de la década ambas contaban con una importante reputación gracias al respeto que mostraban por la propiedad intelectual de los autores, lo que las convirtió, junto a la entonces emergente Oni Press, en una importante opción para muchos creadores, tanto nuevos como experimentados.

Sé que mucho de lo que menciono parece difuso e inconcluso, pero el espacio de esta columna es insuficiente para tratar a fondo todos estos puntos. Si a alguien le interesa leer más sobre alguno de estos temas, escriban a nuestra dirección de correo y con gusto dedicaré una columna a tratar el tema en cuestión.


Por lo pronto, creo que puedo concluir esta reflexión sobre el presente de la industria afirmando que atravesamos uno de los momentos más sólidos y estables que la industria ha tenido en décadas. Sin lugar a dudas es una gran época para ser lector de cómics, pues existe una diversidad de oferta con una alta calidad que no se había visto en mucho tiempo.

En cuanto al futuro, ése será el tema de una futura entrega de esta columna.



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