Warren Ellis es un escritor inglés de cómics que trabaja para el mercado estadounidense. Durante la segunda mitad de la década de los 1990 ganó notoriedad gracias a su trabajo para Marvel Comics, Vertigo y el sello Wildstorm, propiedad de Jim Lee. Entre otras cosas, es el cocreador de Planetary, The Authorty y Transmetropolitan.
Tiempo después compartió el texto completo en su sitio web. Por mi trabajo como traductor lo había contactado antes y sabía que era bastante accesible, así que solicité su permiso para traducirlo y compartirlo, y Warren accedió amablemente.
A continuación les dejo mi traducción.
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El Último Arte: Comics, Multimedia y el Futuro.
Conferencia dictada en la Universidad de Trieste, Italia.
16 de Diciembre de 1998
Hola.
Veo que no hay mucho que hacer en Trieste los viernes por la tarde.
Gracias por tomarse la molestia de asistir y tomar asiento. Mi nombre es Warren Ellis y escribo cómics. Eso no significa, como alguna vez insinuó una pequeña anciana que pronto morirá, que yo escriba las palabras en los globitos que el artista amablemente me proporciona. Significa que soy el creador de toda la maldita cosa y que él o la artista hace lo que yo diga.
Un guion para cómic incorpora prosa, guion de teatro, guion cinematográfico, diseño gráfico y diseño publicitario. El cómic es un medio bastardo, un arte multimedia en sí mismo, un híbrido del siglo XX surgido de media docena de otras artes. En algunas partes de Europa se le llama El Noveno Arte, y ya que nunca he escuchado mención alguna de la existencia de un décimo arte, tiendo a pensar que los cómics son también el Último Arte.
Soy un escritor de cómics británico que trabaja para el mercado norteamericano. Escribo desde alrededor de 1990, pero apenas hace un par de años que mi trabajo empezó a estar disponible fuera de los países de habla inglesa. Eso significa que soy un inglés que tuvo que escribir para América por más de una década antes de ser considerado como un escritor europeo, lo que es vagamente ridículo.
En una época en que parece que Europa es propiedad de Disney, me siento parte de una tradición a punto de desaparecer: soy un escritor de cómics que no escribe cómics para niños. Hace unos meses conocí en Noruega a un artista italiano del Pato Donald. Un hombre muy agradable y excelente compañía. Pero me está matando. Ese pato bastardo y sus pestilentes amigos se extienden sobre la cultura como una sofocante sábana. Los cómics se revuelven y arañan desde abajo en busca de aire, peleando por un poco de luz para crecer.
Escribo en una época en que los cómics por fin se están convirtiendo en un arte adulto y creíble. Y justo cuando estamos por llegar ahí, algún imbécil viene a decirnos que el papel es obsoleto y que cualquier cosa digna de atención sucederá ahora en la pantalla de una computadora. Diablos, con el DVD se nos invita a ver películas en nuestras computadoras si así lo preferimos.
Me trajeron aquí, a un costo fantástico (seguramente cubierto con los impuestos que ustedes hacen lo posible por no pagar) para hablarles de cómics, multimedia, y el futuro. Lo que implica no sólo que los cómics tienen algo que ver con multimedia, sino que también tienen un futuro.
Y esa última insinuación es algo que llena de calor a mi ennegrecido y pequeño corazón. En Gran Bretaña apenas y se puede hablar de un presente para los cómics, así que olvídense de pensar en el futuro. En América, administraciones horrorosas y un enorme vacío donde debía estar el talento han llevado a apresuradas y susurradas discusiones acerca del futuro, o sobre si habrá alguno.
El futuro fue lo que provocó el colapso del cómic americano.
Es una historia larga y aburrida, pero les voy a contar una parte.
Todo tiene que ver con Marvel Comics. Marvel Comics era propiedad de Ron Perelman, que también era dueño de muchas otras compañías, como la firma de cosméticos Revlon. Compró Marvel y luego adjudicó la deuda contraída al comprar Marvel a Marvel. Lo que es un tanto complicado. Es la clase de mentalidad que ha hecho de América el parangón moral y financiero que es hoy en día.
El caso es que de repente Marvel se encontró con un enorme déficit que tenían que superar. Y la única forma de hacerlo era apoderándose del negocio del cómic americano... en el corto plazo. A largo plazo, es probable que hubieran tenido que asesinar a aquel pato bastardo y apoderarse también de Europa. Así que hicieron planes.
Produjeron gran cantidad de cómics e inundaron el mercado con basura. Diseñaron un esquema para concentrar todo el poder en los cómics en un solo par de manos mediante la destrucción del viejo sistema de distribución. Compraron otra compañía de cómics, con el único fin de apoderarse de su departamento de color por computadora. Pagaron por un área propia en America Online, el proveedor de internet más popular en Estados Unidos, e intentaron crear "ciber-cómics".
Todo en un intento por secuestrar el futuro para sus propios fines.
Cayeron en bancarrota.
Ahora Marvel es sólo una sombra de sí misma. Incluso hay una posibilidad de que dejen de producir cómics nuevos en poco más de un año. Su plan de concentrar todo el poder en un par de manos funcionó perfectamente. Para su mala fortuna, no fueron las suyas. El departamento de color por computadora era un conocido desastre antes de que lo compraran, porque no se molestaron en aprender una de las lecciones más importantes que nuestro futuro multimedia nos puede enseñar: la magia de la computadora y la habilidad para mover un mouse no sirven de nada sin inteligencia estética.
Las computadoras, por sí solas, no pueden hacer arte.
Y los "ciber-comics"... bueno.
Aquí vamos.
Vivimos en una época en que nuestras artes narrativas son reconfiguradas y reimaginadas para ser accesibles a través de una computadora.
Me gustan las computadoras. Tengo tres. Una grande, de escritorio. Una pequeña laptop. Y una de mano que cabe en el bolsillo interior de mi chaqueta. No tengo nada en contra ellas.
Si a veces hago gestos o frunzo el ceño ante la idea de hacer que todo sobre la faz del planeta quepa en el monitor de una computadora, es porque tengo treinta años y estoy demasiado acostumbrado a cosas como el papel, o a manosear a mi novia en la última fila del cine, o escuchar a una banda en vivo en un club caluroso y lleno de humo. Prefiero eso a leer texto en la pantalla, ver películas en el DVD-ROM o escuchar un concierto en Real Audio por las bocinas de la computadora.
Pero son cosas que están pasando. El futuro nos dicta que tendremos que pelear para que cosas como Fluxus sigan ocurriendo.
Los cómics en computadora podrían no funcionar. Y eso no es bueno para nuestro futuro.
Los cómics americanos ya no son una forma de arte particularmente barata. Hubo un tiempo en que costaban casi nada y eran gruesos como una novela de bolsillo. El cómic americano promedio de hoy día, una delgada cosa de 32 páginas publicada cada mes, cuesta alrededor de dos dólares con cincuenta centavos. Se lee entre cinco y diez minutos. En América puedes ir a ver una película por seis u ocho dólares y ser entretenido por noventa minutos o dos horas. Puedes comprar una revista de doscientas páginas por cinco dólares.
Los cómics no pueden igualar esa relación contenido-costo. Al menos no los cómics americanos. Los cómics japoneses, o mangas, siguen siendo muy populares y, gracias a Dios, tanto el formato clásico de antología como el álbum están lejos de morir en Europa. Pero el cómic americano es un importante artefacto en la cultura de masas. Y necesita encontrar cómo volver a ser eso y no una costosa forma de arte disponible sólo para aquellos con comodidad financiera o para los enloquecidos coleccionistas.
Y es por eso que los cómics en computadora tienen que funcionar. Pero los ciber-cómics de Marvel...
...bueno, hay algo que hicieron bien. No se dejaron maniatar por la tradición. Las páginas de cómic que crearon, por diseño, encajaban en las dimensiones de la pantalla.
Eso es todo, sí.
Creo que mi problema más grande es que todos tenían al jodido Spider-Man en ellos. Oh, y las maravillosas mini-animaciones de alta tecnología, donde podían ver el brazo de Spider-Man hacer esto (mueve el brazo rígidamente arriba y abajo).
Ah, y sólo era posible ver esos ciber-cómics suscribiéndose a America Online, claro. Creo que aparecían cuatro páginas cada semana o dos cuando el proyecto estaba en su apogeo. Imagino que Marvel recibía una especie de micropago cada vez que alguien accedía a sus cómics. Espero que así fuera. Porque eso abriría algunas posibilidades. Pero el resto, para mis viejos ojos, era un absoluto desastre.
Entiendan, no pretendo que el multimedia sustituya al papel o al cómic estándar contemporáneo. (Aunque necesitamos considerar otra vez los formatos, pero eso es tema de otra conferencia, la cual sería mejor impartir a una audiencia que ya esté ebria.)
Lo que quiero hacer, lo que pretendo hacer, es encontrar maneras de que el cómic, el arte del siglo XX, pueda renacer para el siglo XXI.
Los cómics son el medio visual más accesible. Son sólo palabras e imágenes. Puedes hacer lo que sea con palabras e imágenes, y hacerlo más rápido. Todo lo que necesitas son un par de ojos sanos. No necesitas un proyector o una televisión. Sólo necesitas un puñado de monedas, un vocabulario, y el poder de la vista. Son una herramienta educativa, un medio documental, la forma más rápida de ficción visual sobre la Tierra.
A pesar de ser marginados en la cultura occidental, los cómics son la más poderosa de las artes. Sin importar que sean un medio bastardo.
Cada vez nos acercamos más al tiempo en que las computadoras estarán con nosotros de forma tan constante como nuestro bolsillo de monedas. Hace poco vi una computadora que cabe en el bolsillo y usa una pequeña pantalla que cuelga sobre un ojo. Demonios, incluso podría pagarla. Cuesta una vez y media lo que pagué por la PC que compré hace cuatro años. Ya tengo una computadora en mi chaqueta. Claro que se trata de la chaqueta que dejé en casa, pero saben a qué me refiero.
Los cómics necesitan configurarse a sí mismos y adaptarse a los tiempos. No como el medio principal que pondrá fin a todos los demás, sino como una estación de tránsito hacia el futuro. Y es posible, puede hacerse. El próximo año voy a empezar a escribir cómics serializados descargables. Al principio estarán disponibles de forma gratuita. Si logro montar un sistema de micropagos para evitar que los artistas se quejen demasiado por el hambre, lo haré. Pero la parte económica no es la razón por la que pienso hacerlo.
Lo hago porque no hay suficiente gente haciendo cosas similares. Lo hago porque, a través del internet, los cómics han logrado penetrar en la cultura mundial. Fui contratado para asistir a este evento a través del internet. Los cómics entraron a la cultura mundial por internet... y el internet pone a todo mundo al mismo nivel. Todos estamos en el mismo escalón. Yo tengo una página y Microsoft también, y es igual de fácil acceder a cualquiera de las dos. Lo que quiere decir, je, que también estoy en el mismo nivel que el pato bastardo.
En la red, la competencia es uno contra uno sin ventaja para ninguno de los dos. Y si tenemos ventajas, pueden ser canceladas por las ventajas del otro. Él tiene más dinero, pero yo requiero menor tiempo de reacción.
A través del internet y otras manifestaciones multimedia, los cómics, el medio bastardo multimedia original, puede ponerse al nivel de las otras formas de arte que componen nuestra cultura y decir, "soy tan viejo como cualquiera de ustedes y valgo tanto como cualquiera de ustedes, y aquí está el por qué", y mostrarnos.
Podemos juntar nuestra madurez e inteligencia y esa loca necesidad de contar historias adultas que nos mantiene en el mundo del cómic, y mostrarle al mundo... de una forma económica. El futuro de los cómics es su regreso a ser una forma de arte para las masas, tan amplia, profunda y brillante como el cine o la televisión. Incluso más brillante.
Me trajeron aquí para hablar de cómics, multimedia y el futuro.
Cómics. El poder del cine, la velocidad de la televisión, la profundidad de la prosa, la belleza de la ilustración, la facilidad de acceso de una pantalla de computadora. Estoy aquí para decirles que los cómics son el futuro.
Gracias.
Warren Ellis
Trieste, Italia
Texto publicado originalmente en Comicverso
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