Mi idea era volver a la normalidad después de las elecciones, pero las circunstancias han sido diferentes a lo que anticipaba. En un sistema político donde tenemos una derecha bastante retorcida y una izquierda más bien chueca, he de confesar que me sorprendí meditando sobre las posibles bondades de que el PRI encontrara el camino de regreso a Los Pinos. Pero no de la mano de Roberto Madrazo.
A más de diez días de haberse realizado la votación para elegir al próximo presidente de México el anuncio oficial de un ganador sigue pendiente. La razón para ello tiene que ver con la inconformidad del candidato de la Alianza por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador, con los resultados obtenidos por el IFE tras el conteo distrital de las actas.
Desde el mismo día de la elección, el Sr. López y sus partidarios acusaron al IFE de presentar los resultados preliminares (PREP) de una forma amañada y de haber estado ocultando 2.5 millones de votos. Estos votos "perdidos", eran los registrados en actas mal llenadas o en las cuales había alguna irregularidad, y estaban siendo contados por separado previo acuerdo con todos los partidos. Si bien es cierto que el comportamiento del PREP podría considerarse como anormal, el resultado obtenido una vez sumando los votos de las mencionadas actas "irregulares" fue sorprendentemente aproximado al resultado obtenido en el conteo distrital, presentando una diferencia de sólo 0.06%, y tomando en cuenta que el PREP no contabilizó la totalidad de las actas.
Los resultados del conteo distrital fueron dados en presencia de representantes de todos los partidos, y habiendo empezado el miércoles en la mañana con una ligera ventaja para el Sr. López, durante todo el día se marcó una tendencia a favor del candidato panista, Felipe Calderón, quien de manera lenta pero constante fue reduciendo la diferencia entre ambos, hasta que un poco pasadas las 4 de la mañana de ayer jueves tomó la delantera, misma que conservaría hasta el final del conteo.
Respecto al domingo pasado, unas breves impresiones. Creo que el IFE se equivocó al guardar tanto hermetismo. En su afán por mostrarse cautelosos y tratar no parecer tendenciosos crearon un vacío de información que los partido políticos (o al menos tres de ellos) aprovecharon para tratar de inclinar la opinión pública en su favor. Tanto López Obrador como Felipe Calderón se mostraron irresponsables al declararse como vencedores de una contienda no resuelta, y ambos utilizando palabras muy similares, hablando de una clara ventaja cuya tendencia era "irreversible".
La revelación de que no había representantes de todos los partidos en todas las casillas nos lleva a cuestionar el compromiso de los militantes con su causa partidista y se suma a los muchos cuestionamientos ya existentes sobre el destino final de los recursos otorgados a cada partido. Siempre me ha causado curiosidad que todo mundo proteste cuando los partidos regalan despensas, ropa o útiles escolares, pero a todos les parezca perfectamente aceptable que llenen las calles con propaganda que es mayormente ignorada por la población. La verdad me parece que sería mejor dejar que los partidos repartan cosas útiles en vez de malgastar tanto dinero en carteles y mantas que unos meses después acabarán en la basura. Lo que hace falta es crear una cultura, a partir de la educación, para que la gente entienda que el recibir regalos y dádivas de un partido político no los compremete a votar por éste.
En fin, no queda más que esperar que el Tribunal Electoral resuelva las quejas y denuncias presentadas para que finalmente pueda dar un dictamen. Lo importante, sea cual sea el resultado, es pensar en que hará falta mucho trabajo para sacar el país adelante, y que no importa quien sea nuestro próximo presidente, tendrá sobre sus hombros la responsabilidad de convencer a los mexicanos de que el sistema político mexicano funciona. Sea quien sea habrá que tomar en cuenta que recibió la aprobación de únicamente el 35% del 60% de los votantes aparecidos en el padrón electoral, lo que viene a ser poco más del 20% de los potenciales electores. O para ponerlo en números aún más fríos, el próximo presidente de los Estados Unidos Mexicanos habrá sido designado por menos del 15% de la población del país.
Sin duda es algo en que pensar.
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