La historia de Mick Garris resulta entrañable para los aficionados al cine de horror y ciencia ficción, pues es la historia de un fan que gracias a su amor por el medio y los géneros se ganó un lugar en la industria.
Durante los años ochenta se hizo de cierto nombre gracias a su trabajo como productor y director de especiales tipo "Detrás de Cámaras" para cintas como The Howling, Halloween II, The Thing, Videodrome, The Fog o Indiana Jones and The Temple of Doom, y gracias a ello pudo lanzar su carrera como guionista y director. Pero la única forma en que Mick Garris puede aparecer en una lista de Masters of Horror es como dueño y creador del concepto. Agresivo, sí, pero cierto.
Por desgracia, el amor de Garris por el horror no se refleja en su trabajo, mayormente realizado para televisión. Para cine hizo los guiones de Critters 2, desangelada secuela de una película no tan divertida; The Fly II (La Mosca 2), insípida secuela del thriller de Cronenberg; Hocus Pocus (Abracadabra), comedia de horror sobre brujas contra adolescentes, y Riding the Bullet, que no he visto pero sé que adapta un cuento de Stephen King, con quien colabora con cierta frecuencia.
Como director, sólo cuenta entre sus créditos con la mencionada Critters 2 y con Sleepwalkers (Sonámbulos), basada en un guión original del mismo King. Su carrera en televisión ha sido mucho más prolífica, pero no por eso más exitosa o digna de recordar. Al terminar Fantasy Film Festival, Garris pasó problemas para encontrar empleo hasta que Steven Spielberg lo contrató como guionista y editor de historias para su serie antológica de irregular calidad Amazing Stories (Historias Asombrosas).
Coescribió el guión de *Batteries Not Included (Milagro en la Calle 8), otra producción de Spielberg, y fue parte de la mesa de escritores en series del género como Freddy's Nightmares (Las Pesadillas de Freddy), con Freddy Krueger, de A Nightmare on Elm's Street (Pesadilla en la Calle del Infierno) como presentador, y Tales From the Crypt (Cuentos de la Cripta). Su debut como director se dio en 1990 con Psycho IV: The Beginning (Psicosis 4), aburrida precuela del clásico de suspenso de Hitchcock.
A mediados de los noventa inició su exitosa serie de colaboraciones para la tv con Stephen King, encargándose de dirigir las adaptaciones que el propio autor hizo de The Stand (La Plaga, La Danza de la Muerte o El Virus Asesino, según la traducción que les haya tocado), de la cual la novela me encantó pera la miniserie nunca me pudo enganchar; The Shinning (El Resplandor), la aburridísima y ridícula versión protagonizada por Steven Weber que nunca debió existir; y Desperation, que no he visto ni leído.
Garris también adaptó y dirigió dos historias cortas, una de King y otra de Clive Barker que aparecieron juntas bajo el título de Quicksilver Highway, con poca fortuna y aceptación. Finalmente, en 2005 Garris reunió a una considerable cantidad de talento asociado al género de horror para producir Masters of Horror, serie de tv que pudiera justificar su mención en la historia del género, aunque sea como productor y no como guionista o realizador.
Chocolate cuenta la historia de Jamie (Henry Thomas), un joven divorciado que desarrolla saborizantes artificiales y de algún modo establece un lazo sensorial con una atractiva mujer aficionada al chocolate.
Al principio Jamie se preocupa, pero pronto se obsesiona con la identidad de la misteriosa mujer, y tras ver cómo asesina a su infiel amante, decide localizarla a cualquier costo. Su investigación lo lleva hasta Catherine, una hermosa artista canadiense que desconfía de los motivos de Jamie para buscarla. Incrédula y después recelosa, Catherine lo confronta y acepta haber experimentado visiones y sensaciones similares, lo que lleva a un trágico y violento desenlace.
Sería injusto decir que Chocolate es mala, pero quizá sea peor calificarla como lo que es: una cinta plana, inconsecuente y sin gracia alguna. La historia está narrada a partir de la declaración dee Jamie a la policía después de los hechos, decisión narrativa que afecta negativamente el desarrollo de la historia. No sólo es un recurso fácil y abusado, sino que elimina la posibilidad de que algo le pase al protagonista, minando todo intento de suspenso o incluso algún grado de identificación con Jamie.
La verdad es que no esperaba mucho de Garris, pues la misma sensación de inconsecuencia y oportunidades desperdiciadas es la que siempre me ha dejado sus películas o miniseries. Lástima, porque si se atreviera a tomar más riesgos narrativos es probable que pudiera hacer algo más memorable o al menos divertido, y en el peor de los casos apuesto a que tendría un par de memorables b-movies en su currículo.
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