jueves, 6 de septiembre de 2007

Harry Potter: una apreciación personal

Supongo que antes que otra cosa estaría bien ofrecer algunos antecedentes, sobre todo considerando que nunca he escrito aquí nada sobre Harry Potter. Primero que nada, sobre las películas, debo confesar que sólo he visto la segunda, y me pareció tan mala que decidí que no necesitaba ver otra película de la saga, pues con los libros me era más que suficiente.

No estoy seguro de cómo fue que me enteré de la existencia de esta serie de novelas de fantasía, pero si no fue a través de leer algo en una revista, debe haber sido gracias a alguien del staff de Comics Imp o quizás alguno de sus clientes a quienes tengo el gusto de llamar amigos. ¿Sospechosos? Hay varios: Rodrigo, Luara, Joey, Enrique... no lo sé, pudo ser cualquiera de ellos. Los primeros dos libros de la serie, Harry Potter and the Philosopher Stone y Harry Potter and the Chamber of Secrets, debo haberlos leído a fines de 1998 o durante la primera mitad de 1999, porque en julio de ese año, cuando salió a la venta la tercera novela, sé que ya había leído los otros dos.

Mis copias de esos dos primeros libros las obtuve gracias al buen Carlos "Joey" Moisés, quien me hizo el favor de comprarlos en el aeropuerto de la Ciudad de México a un precio más que accesible (6 o 7 dólares cada una). La tercera, Harry Potter and the Prisoner of Azkaban, la compré un poco más cara cuando salió, pues además de tratarse de un libro con mayor número de páginas, su aparición coincidió con el anuncio de la adaptación al cine de la serie.

Para entonces la saga ya era un fenómeno de popularidad en Estados Unidos y en México se empezaba a notar, al menos entre lectores de cómics, pues supongo que éramos quienes teníamos acceso de forma regular a material de lectura en inglés. Hubo un ligero retraso en la aparición del cuarto libro, situación que habría de repetirse con cada nueva entrega hasta el final de la serie con el séptimo libro, que salió a la venta apenas hace unas semanas.

No tengo el cuarto libro, Harry Potter and the Goblet of Fire. Mauricio me hizo el favor de prestarme su copia en pasta dura cuando terminó de leerla, y ya leído no he sentido prisa por comprarlo. Para la quinta entrega, Harry Potter and the Order of the Phoenix, Mauricio me volvió a hacer el quite, pero unos meses más tarde me encontré con una copia en pasta blanda virtualmente nueva y a muy buen precio en un tianguis.

Por último, los dos últimos libros de la saga, Harry Potter and the Half-Blood Prince y Harry Potter and The Deathly Hallows, los leí de una manera que puede ofender a algunos o al menos ser motivo de discusión.

Descargué los archivos de texto escaneados y ofrecidos de forma no autorizada (algunos dirán "ilegal") en la web y los leí en mi Revo. No tengo reparo en confesar esto pues mi intención es comprar los libros que no tengo para completar la serie, una vez que todos estén disponibles en la misma edición en paperback que los cuatro que tengo, y siempre y cuando los encuentre a un precio razonable, es decir, algo parecido al precio sugerido en dólares y no al sobreprecio de 50 o 60% que tienen en librerías y tiendas de autoservicio.

Imagino que se entiende que, si leí la serie completa, es porque me gustan. Estoy consciente de la discusión a lo largo de los años sobre la originalidad o valor literario de la obra de Rowling, pero considero prudente aclarar un par de puntos: a) no soy un crítico profesional, no importa la impresión que pueda dejar mi costumbre de reseñar películas y libros en este espacio; y b) soy un geek al que le fascinan toda clase de cosas que la mayoría de la gente cataloga como infantiles o ñoñas, así que no pienso juzgar el material de esa manera.

Respecto a la originalidad de la obra, me parece que se trata de algo relativo, pues en realidad es muy difícil hallar un trabajo creativo que no tenga influencias marcadas de algún trabajo similar publicado o editado en cualquier otro medio con anterioridad. En el caso particular de Harry Potter, casi podríamos decir que se trata de una colección de clichés de la literatura británica de fantasía de los últimos 150 años.

En lo que toca a su protagonista, la referencia más inmediata sería Timothy Hunter, personaje creado por Neil Gaiman en 1990 y protagonista de la serie The Books of Magic y sus secuelas The Names of Magic y Hunter: The Age of Magic. Tim es un huérfano de cabello rebelde y anteojos que a los 12 años descubre que la magia tiene y tendrá un importante papel en su vida, y eventualmente asiste a una escuela de magia, en la que será preparado para enfrentar su destino. Ah, y quizá deba mencionar que su principal compañero es un búho.

Comparaciones aparte, me parece que se trata de obras muy diferentes y que están dirigidas a públicos completamente distintos (la coincidencia de diferentes obras en el gusto de un lector siempre será atribuible al lector más que a las obras mismas), razón por la que me parece por demás ocioso tratar de equipararlas. Además, no es la única obra de fantasía previamente publicada con la que suele comparársele.

Por alguna razón, hay quienes encuentran paralelos entre Harry PotterThe Lord of the Rings. Recuerdo haber escuchado a alguien (no diré nombres, pero mencionaré que vende libros y material de lectura y no trabaja en una librería) decir que si había una diferencia entre la forma en que están escritos The Lord of the Rings y Harry Potter es que Tolkien era un lingüista y catedrático de una prestigiada universidad y Joan Rowling una mesera. Lo que técnicamente no es correcto, pero ése no es el punto.

Es evidente que los primeros dos libros de la serie van dirigidos a un público infantil, quizás entre los 8 y los 12 años de edad. La historia está contada de forma clara, los buenos son buenos, los malos son malos, la magia es más divertida que extraña y el estilo narrativo es muy simple.

Para los libros tres y cuatro, la historia y el modo de contarla empieza a crecer en complejidad. Los personajes cobran profundidad y se dan las primeras muertes. El quinto y sexto libros definitivamente son más oscuros que los anteriores y me atrevería a decir que el tono es más cercano al de una novela para jóvenes adultos que al que podemos hallar en una historia para niños.

Hay personajes con lealtades no definidas y los buenos muestran que tienen oscuridad en su interior. Narrativamente hablando son más elaborados que los anteriores, lo que no significa que haya un salto exagerado en el estilo de Rowling, aunque sí una notoria evolución. El séptimo libro me dejó la impresión de una autora más preocupada por cerrar la saga sin contradicciones ni cabos sueltos. El desarrollo de personajes es mínimo y el lector debe llenar huecos para entender a algunos personajes en determinadas situaciones.

En conclusión, Harry Potter es una entretenida saga de libros ideal para niños de todas las edades, donde el contenido madura al paso de cada libro y crece junto con sus lectores al tiempo que la autora madura y se fortalece en su oficio. Habrá que ver qué hace después de esta saga antes discutir su lugar en la literatura fantástica, pero se ha ganado por lo menos un reconocimiento por la nada fácil hazaña de lograr que una nueva generación decidiera adoptar la lectura como pasatiempo favorito, algo que nunca podrá ser criticado.

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