
Supongo que esto puede parecer sacado de una película de
James Bond, pero no es así. El
Aquada es real, y está listo para ofrecerlo al consumidor civil alrededor del mundo. O al menos eso parece pensar
Alan Gibbs, director de
Gibbs Technologies y principal promotor de la tecnología conocida como HSA (High Speed Amphibian = Anfibio de Alta Velocidad) utilizada en el
Aquada y los otros vehículos anfibios que su compañía ha desarrollado, el
Humdinga y el
Quadski.
Capaz de alcanzar velocidades de hasta 50 km/h en el agua y 160 km/h en tierra, y con la posibilidad de alternar entre ambos modos en solo doce segundos con un solo interruptor, el
Aquada no es exactamente una novedad. En el 2003
Gibbs presentó un prototipo completamente funcional, e incluso rompió el record de velocidad en el agua para un vehículo anfibio, invitando al multimillonario
Sir Richard Branson, dueño del conglomerado Virgin, para que sirviese como el piloto para la ocasión. Sin embargo, el reto de convertir al
Aquada en un vehículo comercial viable no es tan fácil, por lo que Gibbs espera poder ofrecer los primeros modelos a la venta en Norteamérica a partir del 2009.

Sus otras dos creaciones, el
Quadski y el
Humdinga también esperan el momento de aparecer en el mercado norteamericano. Probablemente el
Quadski, su combinación de cuadrimoto y moto acuática, esté disponible al mismo tiempo que el
Aquada, en tanto que
Gibbs preveé que el
Humdinga será dirigido, al menos en principio, a contratistas industriales y/o militares, siendo esta última opción la más viable gracias a su alianza comercial con la reconocida firma
Lockheed-Martin.

Sea como sea, estos autos anfibios de alta tecnología parecen acercar un poco más el mundo en que vivimos al futuro que el cine y la literatura nos prometían hace unas décadas. Lo que ciertamente sigue siendo pareciendo una cuestión de futuro inalcanzable es el precio proyectado para estos vehículos, pues se estima que el
Gibbs Aquada tendrá un costo aproximado de US$ 145 000, lo cual parece ser una ganga cuando se le compara con los casi US$ 280 000 en que estaba estimado su costo cuando se le presentó en Europa, lo cual podría explicar que ni siquiera
Sir Richard Branson decidiera comprar uno.