Hace unos días hablaba de los problemas que plagan al cine en México, particularmente en lo concerniente a la cultura mostrada por la audiencia en nuestro país. Ahora quisiera hablar del otro lado de la ecuación. La industria y la producción nacional.
El cine en nuestro país, como industria, depende mayormente del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), el cual se encarga de todos los aspectos relacionados con la producción cinematográfica nacional, desde producción y postproducción hasta mercadotecnia y distribución. En años recientes se ha visto una mayor participación de la iniciativa privada para realizar producciones independientes o en cooperación con IMCINE.
El principal problema que origina la dependencia de una sola institución radica en que la selección de proyectos a ser apoyados depende de un reducido grupo de personas. A su vez esto genera toda clase de conflictos internos en la lucha por obtener el patrocinio para la realización de un proyecto. Nepotismo, favoritismo y tráfico de influencias son parte cotidiana de la industria.
Y tal parece que aparte de todos los defectos que pudiesen tener los encargados de la selección de proyectos todos ellos tienen un pésimo gusto o carecen del criterio necesario para realizar sus elecciones de manera responsable. Sólo así se podría explicar la falta de variedad temática en la producción nacional, ya que todas las películas parecen caer dentro de una categoría bien identificada.
La gran mayoría del “nuevo cine mexicano”, como se dio en llamar colectivamente a las producciones más recientes, tiene como tema principal la miseria. De La Calle, Lolo, El Callejón de los Milagros, La Mujer de Benjamín. Todas ellas constituyen ejemplos de esta corriente. No sé, tal vez alguien decidió estudiar la historia del cine nacional en busca de producciones sobresalientes y se encontró con Los Olvidados, de Luis Buñuel. Pero una cosa es una cinta de Buñuel y otra todos los refritos en serie que parecen producirse en la actualidad.
Otra corriente muy obvia es la comedia romántica. Pero la comedia romántica en nuestro país parece estar destinada a encarnar el espíritu de las telenovelas mexicanas en su versión más suave. Tramas predecibles y sin sentido protagonizadas por las “estrellas” de moda en televisión. Y finalmente la otra comedia, la heredera del cine de ficheras y albures popular en los años setenta. Y tristemente las películas de cada una de estas categorías parecen estar hechas con el mismo molde.
Preocupante resulta también el hecho de que las empresas con los recursos para realizar más cintas con mayores valores de producción, como Argos Producciones y Televicine (división de Televisa dedicada al cine), no muestren ningún interés en tratar otros temas y prefiriendo dedicarse a producir únicamente material probado comercialmente. En parte es entendible, pues como empresas tienen que generar ganancias, pero debiera buscarse un punto intermedio para producir cine de calidad sin sacrificar su potencial comercial.
Creo que esto es posible y hay ejemplos de ello. Sólo con tu Pareja, Cronos y Amores Perros me vienen a la mente. Y tal vez ésta última haya hecho uso de un recurso poco usado aún en proyectos más comerciales: buena publicidad. Una buena campaña publicitaria puede vender incluso la película más mala, y hasta la mala publicidad puede hacerlo (no me hagan listar ejemplos o nunca termino).
También se ha dado el caso de películas sin una difusión o promoción adecuadas que reciben reconocimiento nacional e internacional, ayudando incluso a que creadores mexicanos puedan ir a trabajar más allá de nuestras fronteras. ¿Ejemplos? Zurdo, Cuento de Hadas para Dormir Cocodrilos, Japón, El Bulto. Y seguramente estoy olvidando otras. Encuentro significativo el hecho de que los realizadores de esas cintas terminen por emigrar a la primera oportunidad posible.
Tal vez la muestra más clara de que se puede hacer cine de calidad en México sea la gran cantidad de mexicanos trabajando en diferentes áreas de la industria en Hollywood y España. Guillermo Del Toro, Alfonso Cuarón, Alejandro González Iñárritu, Emilio Lubezki, Rodrigo Priego, Gael García, Diego Luna, Daniel Jiménez Cacho, son algunos de los mexicanos que han logrado reconomiento por su trabajo más allá de nuestras fronteras, y esto es sin contar la gran cantidad de mexicanos que laboran como staff de producción en casi todos los estudios hollywoodenses.
Ojalá y pronto se de un cambio en la forma en que se maneja el cine en nuestro país. Ahí están los ejemplos de Brasil y los países de Europa del Este, que en unos cuantos años han logrado hacerse de un gran prestigio internacional.
¿O será que acaso la falta de variedad temática se da en todos los medios en nuestro país?
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